Rusia

!Hay que salvar a la UE!

La Razón
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Mientras en España se están organizando numerosos actos para conmemorar el 30º aniversario de la adhesión de nuestro país a las, entonces, Comunidades Europeas, otros aires se respiran en varios Estados miembros entre la decepción por ciertas políticas comunitarias, la pérdida de la ilusión de otra época y la falta de liderazgo en la Unión Europea.

El pasado 6 de abril se celebró en Holanda el referéndum para pronunciarse sobre la ratificación del Acuerdo de Asociación y Zona de Libre Cambio (DCFTA en inglés) de la UE con Ucrania, que ya había firmado el Parlamento Europeo, la Rada Suprema de Ucrania y el propio Parlamento de Holanda. De los 28 Estados miembros la ratificación del Acuerdo estaba pendiente de este pequeño país fundador de lo que hoy es la Unión Europea. Los resultados de la consulta no traen buenas noticias para la UE, que tiene que afrontar el referéndum para la salida del Reino Unido de la UE (Brexit) convocado por Cameron para el 23 de junio, apoyado por el grupo “euroescéptico” UKIP de Nigel Farage y la crisis migratoria en el sureste del continente, cuya gestión encuentra la oposición de movimientos populares y organismos internacionales.

En el referéndum holandés estaba en juego mucho más que la decisión de aprobar un acuerdo, que incluye, entre otras áreas, reformas y fortalecimiento de la democracia en el país eslavo, lucha contra la corrupción, cooperación económica, eliminación de aranceles, asistencia financiera, eliminación de visados y cooperación institucional. El Acuerdo, cuya firma resultó fallida en la Cumbre de Vilna (Lituania) en noviembre de 2013, fue el germen de los disturbios en Ucrania, el derrocamiento del gobierno de Yanukovich y, posteriormente, la guerra civil cuyas consecuencias aun perduran. El Acuerdo fue aprobado en 2014 con Poroshenko ya como presidente de Ucrania y algunos contenidos del mismo están siendo aplicados.

Holanda introdujo en su legislación el procedimiento de referéndum que ya utilizó en otra ocasión en 2005, con motivo de la aprobación de una Constitución para Europa, a la que también Francia manifestó su oposición y supuso el descafeinado de la pretendida Constitución europea. La consulta popular promovida por los grupos “euroescépticos” Foro para la Democracia y el Comité de Ciudadanos de la UE, apoyado entre otros por el Partido Socialista, que está en el gobierno del país de los tulipanes con los Liberales. El resultado negativo alcanzado del 61,1 % de los votantes que acudieron a las urnas, superó la tasa de validez del 30 % del electorado, es decir unos 4 millones, pone en evidencia las apuestas del presidente del Gobierno holandés, Mark Rutte, y del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, que aventuraron malos presagios si ganaba el “no”.

Varios factores han influido en el resultado de la consulta. Entre ellos se encuentra el nada despreciable de las relaciones de la UE con Rusia, pues Holanda es uno de los países más afectados por las represalias de Putin, en reacción a las sanciones impuestas a Rusia. Igualmente el temor de que Ucrania, un país con un alto nivel de corrupción, se integre en la UE por presiones políticas, además de que el presidente ucraniano Poroshenko se ha visto involucrado en los “papeles de Panamá”. En Holanda, las relaciones comerciales con Rusia se ven amenazadas por la posición occidental en el conflicto ucraniano y el propio primer ministro holandés, Rutte, ha declarado que “Ucrania no debería entrar en la UE y que tiene que mantener buenas relaciones tanto con el bloque comunitario como con Rusia”.

Esta posición es compartida con algunos otros socios como Alemania, Francia y Austria pero defendida por países como Suecia, Polonia y Lituania. La división en la UE está servida y Holanda tendrá elecciones en 2017 con la formación ultranacionalista Partido de la Libertad que propugna la salida de Holanda de la UE (Nexit), lo que no parece posible actualmente. Habrá que esperar a ver cómo interpreta el gobierno el resultado del referéndum. Los que creemos y defendemos una UE fuerte debemos exigir un cambio de rumbo.