Hungría

Hungría, entre Orban y el miedo

El presidente húngaro es el gran favorito en los comicios de hoy tras atizar el mensaje xenófobo y antiUE

Una pareja con trajes tradicionales vota en Kakasd
Una pareja con trajes tradicionales vota en Kakasdlarazon

Los colegios electorales de Hungría cerraron hoy a las 19.00 hora local (17.00 GMT), en medio de una alta participación y gran expectativa

Los colegios electorales de Hungría cerraron hoy a las 19.00 hora local (17.00 GMT), en medio de una alta participación y gran expectativa si el controvertido primer ministro, el conservador nacionalista Viktor Orbán, logra un tercer mandato con mayoría absoluta.

Según los últimos datos, la participación en estas elecciones legislativas era a las 18.30 hora local (16.30 GMT) del 68,1 %, muy cerca de la participación récord del año 2002 (70 %).

Hungría revive hoy un Déjà vu político que se ha mantenido durante tres citas electorales. Más de ocho millones de ciudadanos están llamados a las urnas para renovar los 199 escaños que componen el Parlamento húngaro. Después de una reforma electoral en 2011 el país está dividido en 106 circunscripciones en las que gana quien más votos reciba en cada una de ellas. Los otros 93 escaños salen del reparto proporcional de las votaciones a las listas de los partidos.

Según las encuestas, la participación puede ser clave para que el actual primer ministro, Viktor Orban, pierda la mayoría absoluta con la que gobierna desde 2010. Habituado a vientos más propicios, es la primera vez en estos ocho años en que se presenta a unos sondeos que no le son del todo favorables: Orban mantendría el cargo, pero con una mayoría simple (45% de intención de voto). Si las predicciones se cumplen, se verá obligado a negociar para sacar adelante su próximo mandato, algo que mitigaría la deriva nacionalista del actual legislativo.

Su partido, la Unión Cívica Húngara (Fidesz), tras protagonizar una campaña apocalíptica: su visión de Hungría es la de un país seriamente amenazado por miles de personas que llegan a sus fronteras y que desafían los valores europeos. A pesar de que la cifras económicas han mejorado en los últimos años –los salarios han aumentado más de un 10%, el crecimiento anual está por encima del 4% y el desempleo roza el 4%–, son los refugiados los que han acaparado gran parte del aterrador futuro que Orban y Janos Ader (actual presidente) han exhibido a sus conciudadanos, cuando en realidad Hungría sólo ha aceptado 3.397 solicitudes de asilo en 2017.

En cuanto al resto de partidos con papeletas hoy en los colegios electorales de todo el país, el Partido Socialista (MSZP), con una intención de voto del 19%, se encuentra sumido en una crisis interna de liderazgo y, sin ninguna figura que pueda plantar cara a Orban a nivel nacional, se ha concentrado en las pequeñas ciudades de la mano de Coalición Democrática (7%) y del Partido Ecologista (LMP). Es así como el primer ministro llega a las urnas, con una popularidad en declive pero aliviado por la grave desorganización de los partidos en la oposición, que dejan a Orban como la única opción real para gobernar en Hungría. «El problema de los partidos de la oposición es que, a excepción del Partido Socialista, ninguno ha llegado a consolidarse. Y el discurso de Fidesz llega de lleno a los sectores más patrióticos del electorado; su oferta de crear una Hungría homogénea y que se mantenga fiel a los valores cristianos también es atractiva para algunos segmentos de la clase media: clave en el electorado húngaro», asegura Kai-Olaf Lang, investigador de Instituto Alemán de Asuntos Internacionales de Seguridad.

Viktor Orban es un viejo conocido de la política húngara; en 1998 ganó las elecciones y logró formar un gobierno de coalición. En 2002 se presentó a la reelección, pero perdió contra los socialistas. También perdió en 2006, pero finalmente logró la victoria en 2010 y, con cambio de imagen incluido, Fidesz y Orban llegaron al poder con una mayoría de dos tercios en un país sumido en una crisis económica. El Gobierno húngaro necesitaba dinero y su solución fue crear impuestos; desde las transacciones bancarias a las empresas extranjeras en suelo húngaro. En 2014 nadie cuestionó su liderazgo y con la mayoría en el Parlamento ha desafiado por igual tanto a la UE como al resto de instituciones.