Israel

Israel advierte de que vigilará el parón nuclear

Netanyahu no variará su política de defensa para evitar un Irán atómico. Arabia Saudí se opone a un ascenso del régimen en la zona

Netanyahu comparece ante la Prensa tras el Consejo de Ministros
Netanyahu comparece ante la Prensa tras el Consejo de Ministroslarazon

Netanyahu no variará su política de defensa para evitar un Irán atómico. Arabia Saudí se opone a un ascenso del régimen en la zona

El Gobierno de Israel no tiene ninguna duda: Irán continúa con la vista puesta en la bomba atómica, aunque el pacto de no proliferación retrase su objetivo. La primera reacción oficial de Israel tras el levantamiento de sanciones internacionales a Teherán fue aclarar que se encargará de «supervisar la implementación del acuerdo» y advertirá de «cualquier violación del mismo por parte de Irán». «Haremos todo lo necesario para salvaguardar la seguridad de Israel y para defendernos», recalcó el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la sesión semanal del Consejo de Ministros en Jerusalén. Netanyahu declaró que «Irán continúa aspirando a obtener armas nucleares y seguirá socavando la estabilidad en Oriente Medio mediante el apoyo al terrorismo».

En opinión de Israel, el levantamiento de las sanciones supone un serio peligro por la posibilidad de una escalada terrorista. «Está claro que Irán tendrá ahora más recursos que dedicar al terrorismo y a sus agresiones en la región y en el mundo en general», afirmó el «premier», quien dejó claro que «Israel está listo para lidiar con cualquier amenaza». Netanyahu exhortó a las potencias firmantes del acuerdo y a la Organización Internacional de Energía Atómica a «seguir de cerca la actividad en las instalaciones nucleares de Irán para verificar que no continúa desarrollando la bomba atómica en secreto». El líder israelí advirtió de que, en la situación actual, es clave que Teherán pague un precio alto por cada eventual violación del acuerdo. «La comunidad internacional debe poner en acción sanciones severas y agresivas contra Irán por cada violación», especificó Netanyahu. A pesar de la gran decepción que suscitó en julio la firma del acuerdo entre las grandes potencias y Teherán –algo que en gran medida fue percibido como un fracaso en la política de Netanyahu, que estaba destinada a impedir cualquier pacto–, el «premier» israelí considera que gracias a la actitud que adoptó en su momento se obtuvieron ciertos logros. «De no ser por nuestros esfuerzos en pro de las sanciones y contra el plan nuclear», recalcó, «Irán habría tenido la bomba desde hace mucho tiempo».

En Israel, existe la certeza de que Irán no empleará el dinero que gane tras el levantamiento de las sanciones para fortalecer su infraestructura civil o para atender las necesidades de la población, sino que varios expertos en seguridad colectiva israelíes dan por hecho que Teherán invertirá todos los recursos en el ámbito militar. La preocupación directa es que esto fortalezca a enemigos de Israel que reciben fondos y armas de Irán, como Hizbulá en Líbano, que también actúa en la guerra en Siria. Al respecto se manifestó también el general retirado Amos Yadlin, ex jefe del Servicio de Inteligencia hebreo, quien actualmente dirige el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional. Yadlin sostiene que la principal amenaza sobre Israel es Hizbulá, que tiene en su arsenal miles de misiles de última generación capaces de asestar golpes directos a los principales centros de población israelí. Yadlin considera que el acuerdo nuclear con Irán tiene elementos positivos porque retrasa el hipotético momento en el que Teherán pueda llegar a hacerse con la bomba atómica, pero algunos términos del pacto podrían facilitar las cosas en diez o quince años.

Donde también se ha recibido con preocupación el levantamiento de sanciones y el éxito del pacto con Irán ha sido en Arabia Saudí, el adversario suní por excelencia de Irán en la lucha regional por la hegemonía dogmática del islam. La puja entre Teherán y Riad ha tenido como escenario especialmente cruento en los últimos meses Yemen, considerado hoy el lugar más inestable de la región. Sin embargo, el alcance de esta disputa va más allá del conflicto yemení y su punto central es la pugna por el liderazgo político dentro del mundo islámico. En Siria, Irán apoya abiertamente al régimen de Bachar al Asad, desafiado por una amplia gama de grupos suníes, entre los que se encuentra el Estado Islámico. El trasfondo de estos conflictos no se limita a la mera lucha entre los valores democráticos y los regímenes autoritarios, sino que tiene que ver con el enfrentamiento entre las dos grandes ramas del islam, el chiísmo y el sunismo, de las cuales Teherán y Riad son, respectivamente, los máximos exponentes.