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Italia lanza una ofensiva contra las mafias de la inmigración

Italia lanza una ofensiva contra las mafias de la inmigración
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El fiscal pide prisión contra el patrón del barco, al que culpa de 850 muertes

La tragedia del pasado domingo en aguas del Mediterráneo, en la que habrían muerto más de 850 personas, ya tiene sus dos primeros culpables: el supuesto capitán del pesquero, de nacionalidad tunecina, y uno de los miembros de la tripulación, natural de Siria. Los dos fueron detenidos tras la llegada en la madrugada de ayer al puerto de Catania de la nave de la Guardia Costera italiana que portaba a los supervivientes. Están acusados de homicidio múltiple y de tráfico de personas, entre otros delitos. Según los viajeros, el capitán habría abandonado el timón para tratar de mezclarse con los inmigrantes de modo que no le descubrieran, lo que acabó provocando la colisión del pesquero con el mercante que acudió en su ayuda.

La Fiscalía de Catania, que está investigando lo sucedido, confirma el testimonio de los supervivientes, pues considera que el naufragio se produjo tanto por la errada maniobra del capitán como porque los inmigrantes se congregaron en una de las bandas del barco, provocando su hundimiento. Giovanni Salvi, fiscal de esta ciudad siciliana que está al frente del caso, explicó que a bordo de la nave de la Guardia Costera que socorrió a los inmigrantes había un equipo de la Policía Científica. «Los supervivientes pudieron ser interrogados en un ambiente tranquilo y seguro, lo que nos permitió identificar al capitán», relató. Salvi aclaró que serían unas 850 las personas que viajaban en el pesquero naufragado, poniendo fin a las diferencias entre las cifras ofrecidas anteriormente. Fueron salvadas con vida 28 de ellas, de las que cuatro eran menores de edad provenientes de Bangladesh y de Somalia. En la embarcación se estima que había unos 50 niños.

Un médico de la Orden de Malta que participó en las labores de socorro explicó ante los micrófonos de la cadena Sky cómo fue la operación. «Al principio sólo encontramos muertos. Las condiciones de visibilidad eran pésimas. Por la noche el mar es de una oscuridad negra, no ves nada a pocos metros. Encontramos a un muchacho que parecía casi muerto. Nos miraba con los ojos abiertos de par en par, no nos hablaba, no gritaba, no se movía. Estaba agarrado a un salvavidas. Dudamos de si estaba vivo o muerto hasta el final, hasta que nos acercamos y él nos cogió con fuerza los brazos. Le subimos a bordo y allí empezó a llorar». Los equipos de rescate sólo pudieron encontrar los cadáveres de 24 viajeros, que serán enterrados en Malta, donde los dejó el lunes la nave de la Guardia Costera italiana, que también transportaba a los supervivientes. A los cuerpos les han sacado una muestra de sangre para tratar de identificarlos, en caso de que pregunten por ellos. Antes de morir, dos de estos inmigrantes se escribieron en la piel: «Que Dios nos ayude». Otras tres víctimas llevaban en la palma de la mano el nombre de la ciudad nigeriana de donde provenían, cerca de Lagos, la capital del país africano. En lo que llevamos de 2015 ya han fallecido más de 1.700 personas en el Mediterráneo, 30 veces más que en el mismo periodo del año anterior, en 2014.

Estas muertes no frenan el flujo migratorio. Ayer fueron socorridos por la Guardia Costera 446 inmigrantes indocumentados que navegaban a bordo de un pesquero en dificultad a unos 150 kilómetros de las costas de Calabria, la región situada en la punta de la «bota» de la península transalpina. Entre los viajeros había 95 mujeres y 59 niños.

El fuerte impacto que ha provocado en la opinión pública esta última tragedia migratoria podría conllevar un cambio en la postura de la Unión Europea hacia este problema. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, celebró ayer que «por primera vez» toda Europa se muestre «atenta y solidaria» ante la inmigración. Se mostró convencido de que el Consejo Europeo extraordinario de mañana servirá para poner en marcha «compromisos concretos» que eviten nuevas masacres. Renzi espera que la UE actúe con mano dura contra los traficantes de seres humanos. De momento, Italia ha actuado en solitario, deteniendo a más de 1.000 de ellos en los últimos años. Uno de estos traficantes es Ashgedom Ghermay, originario de Eritrea y representante en Italia del grupo que organizó el viaje en el que murieron 366 personas frente a la isla de Lampedusa en octubre de 2013. Junto a él fueron arrestados otros siete traficantes, algunos de los cuales actuaban desde los propios centros de acogida. A los inmigrantes les cobraban entre 5.000 y 6.500 euros por el viaje hasta Italia. Por supuesto, pagando por adelantado.