Reino Unido

Corbyn resiste el órdago laborista

Las bases del partido revalidan el liderazgo del izquierdista con una amplia mayoría pese a la fuerte oposición de sus diputados

Jeremy Corbyn, tras anunciar su victoria en las elecciones internas
Jeremy Corbyn, tras anunciar su victoria en las elecciones internaslarazon

El izquierdista Jeremy Corbyn fue reelegido líder del Partido Laborista británico tras un proceso de elecciones internas en el que compitió con el diputado Owen Smith

El veterano Jeremy Corbyn –enemigo de la austeridad, admirador de Hugo Chávez, defensor de la nacionalización del gas y de la electricidad y activista propalestino– volvió ayer a ser nombrado líder del Partido Laborista británico. Hace tan sólo un año que fue elegido por primera vez. Pero jamás contó con el apoyo de sus diputados, que consideran que su giro hacia la izquierda más radical convierte a la formación en ilegible ante cualquier cita con las urnas. El Brexit supuso la excusa perfecta para organizar la rebelión, argumentando que no había hecho lo suficiente para defender la unión con la UE. Se presentó entonces una moción de confianza que fue firmada por 172 de los 230 parlamentarios que forman las filas de la oposición. La mayor parte del equipo del denominado «Ejecutivo en la sombra» dimitió.

Pero, una vez más, los «corbynistas» se echaron a la calle. La revuelta radical, protagonizada en su mayoría por jóvenes descontentos con el sistema, consiguió que el número de afiliados llegara al histórico de 600.000, convirtiendo al Partido Laborista en la formación más grande de Europa en términos de militancia. Y una vez más, ésta ha sido la clave de su éxito, ya que todo aquel que se ha registrado pagando 25 libras (29 euros) ha podido participar en el proceso de elección.

Con un 61,8% del apoyo, el veterano político apuntaló ayer cómodamente su mandato, con un margen mayor incluso del logrado en 2015 (59,5 %), cuando ya entonces superó las cifras del mismísimo Tony Blair. No hay duda: Corbyn es el líder indiscutible para los miembros, simpatizantes registrados y grupos afiliados, como los sindicatos. Pero los diputados le siguen dando la espalda y los votantes tradicionales no se sienten reconocidos con sus políticas, sobre todo aquellas referentes a la inmigración. Según la encuesta publicada el viernes por «The Times», más de la mitad de las personas que votaron por los laboristas en las últimas generales de 2015 y posteriormente votaron para salir de la UE en el referéndum de junio, aseguran que la formación ya no cuenta con su voto. El 48% prefiere ahora a los «tories» y el 8% al euroescéptico UKIP.

Y es que, mientras que las políticas migratorias más aperturistas tienen éxito en Londres, donde en mayo el laborista Sadiq Khan ganó las locales convirtiéndose en el primer alcalde musulmán, no funcionan en el norte de Inglaterra, donde tradicionalmente han estado los bastiones laboristas. En definitiva, diputados, miembros y votantes tradicionales están ahora más distanciados que nunca. Y aunque muchos señalan a Corbyn como culpable de los problemas, lo cierto es que el nuevo líder tan sólo supone una cortina de humo para tapar la gran crisis de identidad en la que la formación está inmersa desde los últimos años de Blair.

Cuando Gordon Brown tomó las riendas del partido en 2007, la «tercera vía» que tanto había triunfado una década antes estaba completamente agotada. Con Ed Miliband en 2010, las bases y sindicatos quisieron volver a los orígenes. No funcionó y han situado ahora a Corbyn como claro giro a la izquierda. Pero la estrategia sigue sin obtener resultados. Según las últimas encuestas, los conservadores están entre siete y catorce puntos de ventaja. Ante tal panorama, se ha especulado mucho sobre la posibilidad de una escisión. Ya ocurrió en 1981, con la creación de Partido Social Demócrata. La nueva formación consiguió desestabilizar momentáneamente el bipartidismo, pero la luna de miel duró más bien poco. Por otro lado, está la cuestión del nombre. La palabra Laborismo (en inglés, alude a trabajadores) es clave y nadie está dispuesto a renunciar a la marca. Por este motivo, los expertos rechazan a corto plazo cualquier ruptura.

Según Tony Travers, de la London School of Economics, por el momento «no les queda más remedio que cohabitar como una familia miserable hasta que pasen por un periodo de reflexión y encuentren otro líder». En efecto, pese al descontento con Corbyn, los rebeldes no cuentan con un candidato con peso. Prueba de ello fue el continuo baile de nombres que se vivió este verano y que acabó con la elección de Owen Smith, más de centro, pero inexperto y completamente desconocido en la calle. Ayer tan sólo se hizo con el 38,2 % de los votos.

Queda por ver ahora, si la familia política consigue limar asperezas. En su primer discurso nada más revalidar su liderazgo, Corbyn, de 67 años, remarcó que es momento de «hacer borrón y cuenta nueva» en las filas, donde hay más causas «en común» que aquellas que dividen a sus miembros. El socialdemócrata criticó al actual Ejecutivo «tory» de Theresa May, «una nueva versión del Gobierno de derechas de David Cameron», y se comprometió a luchar contra los planes de los conservadores ofreciendo una «alternativa genuina». Para ello, «los miembros laboristas deben también trabajar juntos y respetar la opción democrática», dijo.

El perfil / Vegetariano, abstemio y propalestino

Jeremy Corbyn tiene 67 años y lleva 33 como diputado del acomodado distrito londinense de Islington. En 2015, su candidatura se coló a última hora en la lista. Ganó gracias al apoyo de los jóvenes y las nuevas reglas de votación aprobadas por el partido. No tiene experiencia en el Gobierno, ya que ni Tony Blair ni Gordon Brown confiaron en su discurso radical. De hecho, ha sido el diputado que más veces se ha rebelado contra las directrices del partido: en más de 500 ocasiones desde 2001. La más destacada, su rechazo a la invasión de Irak. Forma parte de numerosas organizaciones de activismo político, entre ellas Amnistía Internacional, la Campaña de Solidaridad con Palestina, la Coalición Parad la Guerra y la Campaña por el desarme nuclear (CND, en inglés), de la que es vicepresidente. Aficionado a la bicicleta, vegetariano y abstemio, es además el parlamentario que menos dietas reclama en la Cámara de los Comunes. El año pasado se casó por tercera vez con la mexicana Laura Álvarez. Su primer matrimonio con la inglesa Jane Chapman duró cinco años. Con su segunda esposa, la exiliada chilena Claudia Brachitta, tuvo tres hijos.