Tiroteos en Estados Unidos

Johnson, un negro racista y acosador sexual

El asesino de cinco policías en Dallas fue denunciado por una compañera del Ejército que pidió que recibiera tratamiento psiquiátrico

Miembros del FBI analizan el escenario del crimen en busca de pruebas, ayer en la ciudad estadounidense de Dallas
Miembros del FBI analizan el escenario del crimen en busca de pruebas, ayer en la ciudad estadounidense de Dallaslarazon

El asesino de cinco policías en Dallas fue denunciado por una compañera del Ejército que pidió que recibiera tratamiento psiquiátrico

Era un joven solitario, inadaptado social y considerado como la oveja negra de su unidad militar en Afganistán, según lo definieron sus antiguos compañeros del Ejército. Tenía 25 años y había sido reservista del Ejército de Tierra de las Fuerzas Armadas del país entre 2009 y 2015, puesto que habitualmente ocupan militares retirados tras una larga trayectoria sirviendo al país, pero que Johnson ya ejercía a su corta edad. Su conflictivo perfil le pasó factura y fue invitado a irse del Ejército, acusado de deshonrar su juramento militar, tras ser denunciado por abuso sexual por una soldado, quien solicitó una orden de alejamiento contra él.

Los nuevos datos de la investigación prueban sin embargo su capacidad para planificar con detalle su ataque. Johnson realizó los disparos desde diferentes alturas y posiciones para despistar a las Fuerzas de Seguridad y demostró ser un especialista en tácticas de guerra, enfrentándose a decenas de policías con un rifle –un SKS semiautomático, según dijeron ayer fuentes de la investigación, y no un AR-15– y una pistola.

También se perfila con más detalle la personalidad del autor de la mayor matanza de policías en Estados Unidos desde el fatídico 11-S. Johnson fue abatido, pero logró cumplir su último objetivo vital: descargar su fusil, repleto de indignación por los abusos policiales contra la población negra, y matar a cinco agentes blancos y herir a otras nueve personas. Un odio racial que había ido acumulando con los años y que había alimentado a través de internet, donde mantenía vínculos con grupos radicales de tinte racista y antisemita que llaman a la violencia.

Además, el tirador que consiguió, en cuestión de minutos, conmocionar al país entero y plantar cara a sus Fuerzas de Seguridad, parecía tener problemas psicológicos. La soldado que le denunció por acoso advirtió entonces de que Johnson requería de «ayuda para su salud mental», según reveló ayer «The New York Times». La víctima pidió en 2014 una orden de alejamiento y el Ejército inició el proceso para darle de baja con una distinción que no fuera «honorable», según explicó al rotativo Bradford Glendening, el abogado militar que fue asignado al agresor. «Él no les gustaba, eso quedó muy claro hablando con su comandante», declaró el letrado, convencido de que su cliente fue objeto de un tratamiento injusto por parte de sus superiores. Johnson tampoco caía bien en su entorno laboral. En los años que formó parte del Ejército, su especialización no estaba relacionada con el campo de batalla, sino centrada en la de tareas de carpintería y albañilería.

Dada su trayectoria, y siguiendo el consejo de su letrado, Johnson renunció al derecho a un juicio a cambio de un cargo menor y fue dado de baja del Ejército en abril de 2015. Fue en ese momento cuando decidió retornar a la ciudad que le vio crecer, Dallas, donde pasó alrededor de un año antes de perpetrar su premeditado ataque. Fue allí, en su casa, donde los investigadores que registraron sus pertenencias tras el tiroteo encontraron pruebas de su radicalización, ya que conservaba sustancias para fabricar bombas, así como material explosivo, munición y un diario personal de tácticas de combate. Poco antes de morir abatido por la explosión de un robot bomba activado por la Policía, Johnson se despidió así de un mundo que le enfadaba: «El fin se acerca», dijo. El fin de una vida inestable y breve en la que reinó la violencia.