Países Bajos
La católica Irlanda vota hoy la despenalización del aborto
Cada día, nueve mujeres viajan al extranjero para interrumpir su embarazo.
Cada día, nueve mujeres viajan al extranjero para interrumpir su embarazo.
Irlanda celebra hoy un referéndum histórico sobre el aborto. En las últimas tres décadas, la república ha cambiado. Y mucho. Hasta 1992, la homosexualidad era considerada como un crimen, pero hoy el Tigre Celta cuenta con un primer ministro abiertamente gay. En 1993 se retiraron obstáculos a la contracepción, en 1996 se legalizó el divorcio y en 2015 se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, la interrupción de un embarazo sigue siendo una cuestión especialmente delicada –e incluso un tabú– en una sociedad donde el 89% se declara católico.
Los poco más de tres millones de irlandeses que están llamados a las urnas decidirán si se elimina o no la llamada «octava enmienda», incluida en el artículo 40.3.3 de la Carta Magna. Desde que fuera aprobada en 1983, garantiza de igual manera el derecho a la vida del «no nacido» y la madre.
La situación daba lugar a diferentes interpretaciones. Ninguno de los sucesivos gobiernos irlandeses fue capaz de erigir un marco jurídico, hasta que en octubre de 2012 estalló el escándalo de Savita Halappanavar, quien murió de septicemia en un hospital de la ciudad de Galway (oeste de Irlanda) al no ser tratada por ningún doctor temeroso de acabar en prisión. A sus 31 años, estaba embarazada de 17 semanas. A pesar del deterioro de su salud, los médicos se negaron a practicarle un aborto alegando que la ley lo impedía mientras latiera el corazón del feto.
Aquello obligó al entonces Ejecutivo de coalición entre conservadores y laboristas a promulgar la primera ley sobre el aborto que se redactaba en la República de Irlanda desde su fundación en 1921. La normativa actual permite la interrupción del embarazo cuando la vida de la madre corre peligro, incluida la amenaza de suicidio. Sin embargo, no contempla casos de incesto, violación o malformaciones del feto. Las penas de cárcel tanto para las mujeres como para los sanitarios que se salten el patrón son de hasta 14 años.
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar –de 39 años y médico de profesión– considera que la ley no funciona porque miles de mujeres siguen viajando cada año al extranjero para interrumpir sus embarazos. Según las cifras oficiales, más de 170.000 mujeres han salido de la república con este propósito desde 1980. Los destinos más populares son Reino Unido y Países Bajos. Se calcula que, cada día, nueve mujeres cogen un avión, ayudadas en muchos casos por ONGs como Abortion Support Network.
«Primero les damos información. Y si finalmente están convencidas de que quieren terminar con su embarazo, las ayudamos económicamente y las alojamos en casas de voluntarias si por complicaciones tienen que quedarse una noche», asegura a LA RAZÓN su fundadora, Mara Clarke. «No juzgamos a nadie. La gente tiene que estar realmente desesperada para pedir dinero en estas circunstancias. Lo que no puede ser es que las que tienen dinero tengan opciones y las que no acaben con un bebé», matiza.
La ONG ayuda también a las mujeres de Irlanda del Norte, donde existe una estricta legislación, distinta a la del resto de Reino Unido. Pero la mayoría de los casos provienen de la república. De las 1.009 mujeres que atendieron el año pasado, 685 eran de Irlanda. En total, 13 de ellas eran menores de 16 años. «Muchos piensan que la mayoría son jóvenes, pero no es así. Ayudamos a muchas mujeres adultas que ya tienen hijos y que, por diferentes motivos, no pueden afrontar la llegada de un bebé», señala.
Pero viajar al extranjero –una opción que desde 1992 no está penada– no es la única salida. Según las cifras oficiales, se calcula que cada día, tres mujeres en la república toman píldoras abortivas, compradas en su mayoría por internet, exponiéndose a un riesgo de una infección o un embarazo ectópico.
Aunque no hay nada decidido, si gana el «sí», el Ministerio de Sanidad tiene previsto redactar una nueva legislación que podría permitir el aborto en todas las circunstancias durante las primeras doce semanas de embarazo y, en casos excepcionales, hasta las veinticuatro semanas.
La mayoría de los partidos políticos han dado libertad a sus miembros para votar sobre una cuestión especialmente compleja en un país donde el nacionalismo irlandés se construyó sobre el catolicismo. En la calle, cada pared está empapelada por carteles en una de las campañas más intensas de las últimas décadas. Los que piden el «sí» hablan de «dignidad, compasión, salud» y de que «a veces un asunto privado necesita apoyo público». Los que apelan por el «no» muestran imágenes de fetos: «Tengo nueve semanas. Puedo bostezar y patear. No me rechaces».
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