Estados Unidos

La CIA retiró a su espía número 1 en Rusia por miedo a que Trump lo desenmascarase

Oleg Smolenkov habría enviado fotos de documentos en el mismo escritorio de Putin

Donald Trump junto a la nueva directora de la CIA, Gina Haspel, en los cuarteles de Langley/Reuters
Donald Trump junto a la nueva directora de la CIA, Gina Haspel, en los cuarteles de Langley/Reuterslarazon

Oleg Smolenkov habría enviado fotos de documentos en el mismo escritorio de Putin. La CIA lo sacó del país con su familia cuando se supo de la injerencia de Moscú en la victoria del magnate

Parece una historia de John le Carré. Un ciudadano ruso, conectado a los más altos niveles del gobierno de su país, apenas un paso por detrás del círculo íntimo del presidente Vladimir Putin, trabajó durante años al servicio de la CIA. Su labor fue crucial para alertar de que Rusia trataba de manipular las elecciones a la Casa Blanca en 2016.

Los medios rusos no han tardado en revelar su nombre. Se llamaría Oleg Smolenkov. Está casado y tiene tres hijos. Cuentan que jugó un papel crucial para acceder a los sombreados y mal conocidos pasillos de la inteligencia rusa, siempre letal en el juego de yugular injerencias externas. Apenas seis meses después de acceder Donald Trump a la presidencia Smolenkov fue recolocado a EEUU.

Los servicios de inteligencia estadounidenses parecían aterrados ante el escenario de un presidente con tendencia a hablar por los codos. Un presidente que ha llegado a usar la información confidencial para departir con sus colegas internacionales y escribir en redes sociales. Un político inconsciente de las acrisoladas precauciones que rigen esos materiales. En un descuido, mediante una bravuconada o un comentario a destiempo, podía desvelar la identidad del hombre en Moscú.

Concretamente CNN explica que la decisión de sacarlo de Rusia fue tomada en mayo de 2017, después que Trump, reunido con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, compartiera informes del espionaje israelí en Siria. Parece que en un primer momento Smolenkov se negó a abandonar el país. Pero sus reticencias alertaron a sus colegas en EEUU, temerosos de que se hubiera convertido en un agente doble. Meses más tarde aceptó escapar.

La noticia sobre su asombrosa labor y su fuga abre estos días la CNN, que adelantó el caso, y el New York Times, que asegura que ha tenido acceso a gente cercana al operativo de rescate. Hace al menos tres años que los medios estadounidenses ya especulan con la hipótesis de que el espionaje de su país había introducido una cuña decisiva en el blindado centro de operaciones ruso. Cómo si no podría la CIA saber de ciertos movimientos y, sobre todo, cómo explicar la contundencia de una Casa Blanca que, bajo el mandato de Obama, expulsó a decenas de diplomáticos rusos.

El propio Times recuerda que el 23 de junio de 2017 el Washington Post publicó una pieza, El esfuerzo secreto de Obama para castigar el asalto electoral ruso, donde entre otras cuestiones daba cuenta del sobre remitido en agosto de 2016 al presidente por la CIA y en cuyo interior había «una bomba de inteligencia, un informe extraído de fuentes internas del gobierno ruso que detallaba la participación directa del presidente ruso Vladimir Putin en una campaña cibernética para interrumpir y desacreditar la carrera presidencial de Estados Unidos» El informe iba más allá: revelaba que las órdenes incluían «derrotar o al menos dañar a la nominada demócrata, Hillary Clinton, y ayudar a elegir a su oponente, Donald Trump». En ese mismo artículo el Post citaba «una fuente muy cercana al gobierno ruso».

Según el New York Times, el espía está a buen recaudo en EEUU. Recompensado por su largo servicio. Protegido de cualquier intento de acabar con su vida. Toda precaución es poca. No sería el primer traidor a Moscú que paga con la vida. Y el primer susto llegó este mismo lunes, cuando la NBC aseguró que había localizado el paradero de Smolenkov, que estaría viviendo en Washington D.C.

En un movimiento altamente inusual la mismísima CIA, por boca de un comunicado que firma su directora de Asuntos Públicos, Brittany Bramell, niega la mayor: «la historia de la CNN según la cual la Agencia Central de Inteligencia ha tomado decisiones de vida o muerte basadas en cualquier otra cosa que no sea el análisis objetivo y la recopilación de datos es simplemente falsa (...) Especula de forma errónea respecto a cómo el presidente maneja la inteligencia más sensible de nuestra nación, a la que tiene acceso todos los días».

También califica de «inexacta» la «supuesta operación de exfiltración». Y Stephanie Grisham, secretaria de Prensa de la Casa Blanca, ha le ha dicho a la CNN que «su informe no solo es incorrecto, sino que tiene el potencial de poner vidas en peligro». Por su su parte el congresista demócrata Jim Hines, miembro del Comité de Inteligencia, comentó que este presidente siempre ha sido poco cuidadoso en el uso de información clasificada.

Hace dos semanas, tuiteó una fotografía de satélite del misil iraní destruido en su plataforma de lanzamiento. Si miras esa imagen, ves que tenía un marcador de clasificación que se había oscurecido. Un hecho que no dudo en calificar como un «ataque directo a nuestra seguridad». Hines también condenó la ligereza con la que a su juicio los medios de comunicación tratan cuestiones que comprometen la salvaguarda de los EEUU.