Unión Europea

La crisis de refugiados abre en canal a la UE

Los Estados miembros marcan su propia política migratoria ante la incapacidad de la Comisión de tejer una estrategia común

La Razón
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Los Estados miembros marcan su propia política migratoria ante la incapacidad de la Comisión de tejer una estrategia común

La inmigración se está posicionado como el problema más sensible al que se ha enfrentando la Unión Europea y, por el momento, la está debilitando. El proyecto europeo empieza a desdibujarse con la mayoría de los países mirando hacia sí mismos. Se empieza a poner en cuestión las propuestas de la Comisión Europea en materia de refugiados no sólo porque no satisface a muchos, sino porque se cree que Bruselas empieza a excederse en sus pretensiones.

Una desconfianza hacia la UE que ha lanzado a los países a actuar en solitario. Los hay que han marcado su propia política migratoria, con cuotas estipuladas a voluntad y lejos de la legalidad europea. Y los hay que se han sumado a la moda de convocar consultas para someter a votación de sus ciudadanos muchas de las políticas comunitarias. En el primer grupo se encuentra Austria, que ha liderado una iniciativa particular para limitar el flujo de refugiados que llegan al país, a la que ha conseguido sumar otros cuatro socios. Eslovenia, Macedonia, Serbia y Croacia se han unido a la llamada austriaca para gestionar la crisis de refugiados por su cuenta, estableciendo la entrada de 580 demandantes de asilo al día a cada país.Y en el otro grupo encontramos a Hungría, en su línea siempre provocadora. Su primer ministro, Viktor Orbán, ha advertido de que pedirá la opinión del pueblo sobre las cuotas obligatorias en el reparto de demandantes de asilo, aunque la decisión haya sido aprobada por el Consejo Europeo. Parece que el referéndum de Reino Unido para decidir si el país quiere o no seguir perteneciendo a la UE está animando a otros socios a utilizar este herramienta a modo de chantaje. Desde que se votara la medida para reubicar a los refugiados y aliviar así la presión migratoria que sufren algunos países, las diferencias ya se hicieron palpables. Orbán lideró entonces un bloque contrario a la reubicación de refugiados. De la mano de Eslovaquia, Rumanía y República Checa, los cuatro estados votaron en contra de la reubicación de 120.000 demandantes de asilo. En esa ocasión el acuerdo se aprobó por mayoría cualificada, como permiten los tratados, para evitar que pudiera ser bloqueado. No había otra alternativa para salvar el acuerdo, pero ahora empieza a pasar factura. Lo más habitual, por no decir lo que siempre ocurre en la UE, es que las decisiones que afectan a todos los países se toman por unanimidad. Conseguir un consenso global ya es de por sí muy complicado por la diversidad de naciones que componen la UE, pero a base de negociaciones y mucha diplomacia se consiguen resoluciones que parecían imposibles. Pero en el caso del reparto de refugiados no hubo forma de que todos se unieran. Entonces ya quedó de manifiesto que Europa no rema a la misma velocidad ni en el mismo barco. Sigue habiendo muchas diferencias entre los estados y se pone de relieve aún más la división que existe entre los fundadores de la UE y algunas de las nuevas adhesiones. La integración europea todavía no es una realidad. «No se puede ser europeo sólo cuando hay dinero que recoger», amenazaba el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, en referencia a los países que se han adherido más recientemente a la UE y que dependen en gran medida de la financiación europea. El mandatario italiano ha llegado hasta sugerir que se retirasen algunas ayudas a los países que se negaran a acoger refugiados.

Alemania y Grecia hace tiempo que se encuentran solas. La primera, destino europeo a la cabeza en acogida de refugiados, es la única voz que defiende una reubicación más equilibrada de demandantes de asilo. La segunda, el primer país que pisan los refugiados e inmigrantes económicos cuando llegan a la UE. Son muchos los socios europeos que han dado la espalda a ambas naciones y que llegan incluso a considerar que el problema concretamente lo tienen sólo estos dos países. Como si el concepto de nación europea hubiera caído ya en el olvido. «Las iniciativas unilaterales para resolver la crisis de refugiados es una práctica que afectaría los propios fundamentos de la unificación europea», señalaba el Ministerio de Exteriores heleno.

Según los últimos datos publicados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en lo que va de año han llegado más de 120.000 inmigrantes por tierra y mar a Europa. El principal país de entrada es Grecia, donde llegaron 111.099 personas. El resto, a Italia, otro de los países más afectados por los flujos migratorios, donde se han registrado la llegada de unas 9.000 personas.

Desde la Comisión no cesan los intentos para llamar al entendimiento de todos los Estados miembros. Con ese propósito, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dedicará los tres primeros días de marzo a intentar encontrar un consenso, con su visita a Austria, Eslovenia, Croacia, Macedonia y Grecia. Esta gira le permitirá también preparar la cumbre del 7 de marzo, que estará dedicada en exclusiva a los refugiados.