Política

Naufragio en Lampedusa

La desesperación de Lampedusa

Las tragedias no frenan los flujos migratorios africanos hacia el dorado europeo. Cuatro nuevas barcazas, con 435 inmigrantes, alcanzan la pequeña isla italiana. La inmigración pone de nuevo a prueba la solidaridad de la Unión con la frontera Sur

Un joven rescatado el viernes del naufragio de la barcaza con más de 250 inmigrantes a bordo mira desde el autobús policial, ayer en el puerto de Valeta, Malta
Un joven rescatado el viernes del naufragio de la barcaza con más de 250 inmigrantes a bordo mira desde el autobús policial, ayer en el puerto de Valeta, Maltalarazon

No paran de llegar las embarcaciones cargadas con inmigrantes a la isla italiana de Lampedusa. Los últimos naufragios (el de la semana anterior dejó 339 muertos y el del pasado viernes, 34) y el mal estado del mar de estos días no asustan a los que esperan en las playas de Libia y Túnez a alcanzar cuanto antes el sueño europeo. Un buen número de ellos son sirios que huyen de la guerra civil de su país o provenientes de las naciones del Cuerno de África, también azotados por las confrontaciones armadas, por lo que en principio tendrían derecho a recibir asilo al llegar a Italia.

Pese a las buenas palabras por parte de los países de la Unión Europa para evitar que se repitan estas tragedias, los refugiados tienen que seguir jugándose la vida, y perdiéndola en muchas ocasiones, para beneficiarse del derecho a ser acogidos que contemplan nuestras propias leyes. En Lampedusa la situación está lejos de tranquilizarse. Ayer llegaron otras cuatro embarcaciones, que llevaban en total más de 435 inmigrantes. La situación que encontraron en esta pequeña isla italiana situada a poco más de 100 kilómetros de las costas norteafricanas estaba bien lejos del paraíso. Acabaron hacinados en el centro de acogida de Lampedusa, que tiene 250 plazas pero acoge a más de 1.000 personas. En cualquier caso, no han corrido la misma suerte que los cientos de ahogados de estos últimos días gracias al despliegue que ha hecho la Armada italiana en la zona del Canal de Sicilia. Tres naves de la Marina patrullan continuamente sus aguas y cuentan con helicópteros para divisar y auxiliar a las barcazas de inmigrantes que corren peligro.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Antonio Guterres, reclamó ayer mayor colaboración entre países para aumentar la vigilancia y la capacidad de rescate en el Mediterráneo, e identificar así barcos en dificultades. Guterres felicitó la «acción conjunta» de los guardacostas de Malta, que rescataron a unas 147 personas, y a la marina italiana, que salvó a 56; aunque recordó que, según los testimonios de estos supervivientes, había por los menos 400 sirios y palestinos a bordo. «Es la tercera tragedia de estas características en solo dos semanas. Es vergonzoso ser testigos de cómo cientos de inmigrantes se ahogan a las puertas de Europa», subrayó.

«Este nuevo accidente es otro aviso de que reforzar los controles de las fronteras de la UE está forzando a los inmigrantes a tomar cada vez rutas más peligrosas para llegar hasta Europa. Incontables vidas continuarán perdiéndose cerca de las costas europeas mientras la política migratoria comunitaria continúe criminalizando a la inmigración irregular e insista en cerrar sus puertas a los más vulnerables», indicó Freya Raddi, coordinadora de operaciones de Médicos Sin Fronteras en Italia.

Angelino Alfano, ministro del Interior y «número dos» del Gobierno italiano, subrayó que en la actuación que la UE decida para hacer frente a esta tragedia no puede olvidarse la lucha contra las mafias. «Hay que parar de inmediato a los mercaderes de la muerte. No se puede imaginar que para resolver el problema sólo haya que acoger, porque antes de que desembarquen, existe el riesgo de que mueran muchísimos», aseguró ayer Alfano. «Debemos actuar contra los mercaderes de la muerte porque si no, seremos incapaces de frenar este éxodo a través del Mediterráneo». Para lograrlo, propuso reforzar la relación entre la UE y los países del norte de África. «Europa debe negociar acuerdos bilaterales con las naciones del Mediterráneo. Nosotros estamos ya empeñados, pero si lo hace también Europa, sería más eficaz». Alfano deseó que el programa Frontex se implemente de manera que «puedan verse aviones y naves» de los 28 que patrullan la frontera sur que supone el Mediterráneo. «No se trata sólo de la puerta de entrada a Lampedusa o a Italia, sino a toda Europa. Si se interioriza todo esto, como me parece que ha ocurrido, hay que proteger esa frontera», apuntó el también secretario general del Pueblo de la Libertad, el partido de Berlusconi. «Pensamos que esa es la mejor manera de evitar los muertos. Si no, haremos siempre los inútiles lloros sobre los ataúdes sin ser capaces de hacer nada concreto», advirtió Alfano.

Por fortuna, el clima político parece estar cambiando y en el próximo Consejo Europeo, que se celebra el 24 y 25 de octubre, la cuestión de la inmigración se debatirá, aunque en principio no estaba previsto. «No me levantaré de la mesa hasta que se alcance una solución real e inmediata para hacer frente a esta emergencia», advirtió ayer el primer ministro de Malta, Joseph Muscat, a Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo. Muscat tiene previsto hacer frente común sobre este asunto con su homólogo italiano, Enrico Letta. «El Mediterráneo se está convirtiendo en un cementerio», dijo Muscat.