Francia

La falta de una alianza anti-FN beneficia a Le Pen en las urnas

Sarkozy no fusionará sus listas con la izquierda en la segunda vuelta. El candidato socialista en Alsacia desafía al partido y no se retira

La líder del Frente Nacional confía en el voto de los abstencionistas para conseguir cuatro consejos regionales en la segunda vuelta
La líder del Frente Nacional confía en el voto de los abstencionistas para conseguir cuatro consejos regionales en la segunda vueltalarazon

Tras unas horas de sueño, los partidos se han puesto de nuevo en marcha para preparar la segunda vuelta de las regionales el próximo domingo. Los Republicanos han dado el visto bueno a la estrategia anunciada por Nicolas Sarkozy la víspera: el «ni-ni», ni retirada ni fusión de listas con la izquierda para hacer bloque contra el Frente Nacional (FN). Según la dirección del partido, fracasarían si se pusieran a cocinar «combinaciones partisanas» que sólo servirían para « arruinar un poco más la confianza de los franceses». Porque los franceses no han otorgado su confianza a Los Republicanos. Lo normal habría sido que, como principal partido de la oposición, los electores les hubieran dado su voto, pero se han mantenido estables en relación a 2010.

Sarkozy tuvo que escuchar ayer algunas voces discordantes, especialmente la de su vicepresidenta, Nathalie Kosciusko-Morizet, y la del ex primer ministro Jean-Piere Raffarin, fervientes defensores del frente republicano, pero hasta Alain Juppé, alcalde de Burdeos y contrincante de Sarkozy de cara a las primarias del partido, apostó por mantener las listas LR a pesar de que el «shock» había sido «más violento aún de lo que pensábamos».

En el Partido Socialista, los resultados también han sido más duros de lo esperado, aunque hayan encontrado la fórmula para intentar ocultarlo, como hizo el portavoz del Gobierno, Stéphane Le Foll, afirmando que «el total de la izquierda es el primer partido de Francia». Además, han iniciado lo que el politólogo Gaël Brustier llama un proceso de «desnacionalización»: el voto socialista desaparece en algunas regiones. El objetivo ahora es amortiguar la derrota y confirmar la posible victoria al menos en dos regiones. El secretario general del PS, Jean-Christophe Cambadelis, comenzó ayer las negociaciones con el resto de formaciones de izquierda, especialmente Los Verdes y el Frente de Izquierda. La líder de los ecologistas, Emmanuelle Cosse, no tenía mucho que decir, salvo aportar su voz a los socialistas para poder existir porque, al no haber superado el mínimo del 10% en la primera vuelta, no puede mantener sus listas en ninguna región. En la misma situación se hallan los comunistas.

Los socialistas han terminado en cabeza en Bretaña, donde el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, parte como gran favorito para la segunda vuelta con el 35% de los votos obtenido en la primera, y Aquitania, donde Alain Rousset ha ganado con un 30% y sólo 3 puntos por delante de la candidata republicana. En el resto de regiones siguieron la misma política, salvo en tres, donde ni siquiera un acuerdo con Los Verdes y el resto de formaciones de izquierdas les garantizan un triunfo. Aquí aplicaron la teoría del «frente republicano» retirando sus listas. Los candidatos del Norte-Paso de Calais y de Provenza-Alpes-Costa Azul, Pierre de Saintignon y Christophe Castaner, aceptaron retirarse de las elecciones, pero en Alsacia el candidato socialista, Jean-Pierre Masseret optó por hacer caso omiso de las indicaciones del partido y anunció que mantenía su lista para la segunda vuelta. Ayer, Manuel Valls pidió a sus electores que voten por Los Republicanos en las tres regiones, y al candidato socialista en Alsacia le pidió que sea «digno» y se retire.

El FN puede mantener a todos sus candidatos en las 13 regiones, y en 6 de ellas figuran como favoritos. La ultraderecha se extiende y, a la inversa de lo que le ocurre al socialismo, ella se «nacionaliza». El partido de Marine Le Pen ha obtenido más de seis millones de votos en estas elecciones, prácticamente los mismos que su líder en las presidenciales de 2012, teniendo en cuenta que la abstención ha rozado el 50%. Con el 27,73% de los votos, se convierte en la fuerza más votada. El problema al que se enfrenta Le Pen es convertir estos éxitos en victorias.