Matanza en Newtown
La heroína de Sandy Hook
Vicky Soto, de 27 años escondió a sus alumnos en un armario y fue asesinada al aengañar al asesino, al que aseguró que estaban en el gimnasio
Victoria Soto, la maestra de 1º de la escuela Sandy Hook, será siempre recordada como una heroína. La joven, de 27 años, en cuanto escuchó disparos en el aula contigua, pidió a todos los pequeños de la clase que se escondieran en un armario en la esquina del aula. Según el padre de uno de sus alumnos, se pensaron que los tiros «eran martillos cayendo», o puede que eso fue lo que Soto les dijo para que no tuvieran miedo. Vicki Soto se puso en la puerta protegiéndola con su propio cuerpo. Pero el asesino, Adam Lanza, irrumpió en el aula.
Vicki estuvo cara a cara con el joven de 20 años. Le dijo que los alumnos tenían gimnasia, por eso no se encontraban allí. El asesino «no dijo una palabra, carecía de expresión facial, y entonces disparó a la profesora», contó Robert Licata, padre de Aiden, de 6 años. «Cuando entró el monstruo en la clase, ella instintivamente tuvo el valor de proteger a sus chicos, a los que tanto quería», declaró su primo James Wiltsie. «Nosotros sólo queremos que la gente sepa que Vicki fue una heroína».
Tras matar a Vicki, Adam Lanza escuchó a los agentes de Policía que comenzaron a entrar en el edificio y se quitó la vida. Su hazaña se comentó ayer en las redes sociales, siendo su comportamiento ejemplar «Trending Topic» en Twitter toda la noche, mientras que su historia fue portada de centenares de periódicos. Ayer, cientos de personas se congregaron en Stratford (Connecticut) en una vigilia en memoria de la maestra. Los asistentes, muchos con velas, asistieron a un homenaje en el instituto de enseñanza media de Stratford (a 38 kilómetros de Newtown, la trágica ciudad donde estaba la escuela de primaria) junto con algunos miembros de la familia de Soto, mientras se interpretaron himnos religiosos.
Tras la ceremonia, los asistentes dejaron sus velas en torno a un improvisado altar en homenaje a la fallecida. Su hermana Carlee instaba a través de las redes sociales a recordar a Vicki y anunciaba a qué hora encenderían velas en su memoria. «Abrazad a vuestros seres queridos y decidles lo mucho que los queréis, porque nunca se sabe si los volverás a ver. Haced esto en honor a Vicki», tuiteó la joven el sábado.
Varios miembros de su familia explicaron a la prensa que Vicky Soto decidió que quería ser maestra desde que era una niña pequeña, por lo que trabajar en una escuela primaria había supuesto la culminación del sueño de su vida. Según informa Efe, Soto era profesora en la escuela Sandy Hook desde hacía cinco años, y en ese tiempo se había convertido –pese a su juventud– en una de las docentes más queridas del centro. Sus familiares explicaron que todavía no tenía hijos, pero que tenía un perro al que quería mucho. La prensa estadounidense pudo saber que su labrador negro, Roxie, se pasó el fin de semana nervioso en el apartamento en el que vivían, «aparentemente como buscándola», según contaron sus parientes cercanos.
Ayer, su hermana Carlee también hizo su propio homenaje al subir a Instagram una fotografía de las dos de este verano. Debajo, escribió un largo y sentido comentario sobre Vicki. La joven salió corriendo el viernes hacia Sandy Hook, nada más conocer que había un tiroteo en la escuela de su hermana.
«Conduje hasta Sandy Hook. Me paré justo en la calle que lleva hasta la escuela. Miré la carretera como lo hice ayer. Observé y observé, esperando a que Vicki saliera corriendo de la mano de sus chicos. Me paré ahí mirando un largo rato, pero de repente me di cuenta de que Vicki no va a caminar nunca más por esa calle. No puedo empezar a explicar lo doloroso que fue el observar esa calle esta noche. No puedo explicar lo doloroso que fue el esperar el viernes, deseando que ella todavía estuviera viva. Vicki, te echo tanto de menos», concluía Carlee Soto.
Las supervivientes al horror
Sarah Cox, enfermera de Sandy Hook, estaba al teléfono con Barbara Halstead, una de las secretarias, cuando escuchó un fuerte ruido. ¿Qué ha sido eso?, se preguntaron y colgaron rápidamente. «No tuve opciones. Me metí bajo mi mesa», explicó Cox a «The New York Post». La enfermera dejó de escuchar los tiros y de repente la puerta se abrió. «Por debajo de la mesa vi un par de piernas de rodilla para abajo. Iba vestido de negro y llevaba botas». Cox, de 60 años, pudo ver que la persona que estaba se «encontraba frente a mi mesa, por la posición de sus pies. Sólo fueron unos segundos, estaba helada de miedo». Después salió y «volví a oír los tiros». Mientras, Halstead se había escondido bajo la mesa de la oficina. Después corrió hacia la enfermería y se escondió junto a Cox. Cogió el teléfono y rápidamente llamó al 911: «Ayuda, tenemos un hombre armado. Es en la escuela». Después las dos se escondieron en el armario de primeros auxilios. «Fue horrible escuchar los disparos y los gritos sabiendo que nadie podía hacer nada». Se quedaron allí hasta la 13:15, cuando vieron a los agentes.
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