Corrupción política
La Justicia brasileña pone ahora la diana en Temer
El Senado votó a favor del juicio a Rousseff, pero nuevas acusaciones amenazan el sueño del presidente interino de gobernar hasta 2019 corre
Todo indica que tras la votación ayer del Senado a favor de su enjuiciamiento, la presidenta Dilma Rousseff tiene las horas contadas. Sin embargo, descabezar el Gobierno tiene sus riesgos, sobre todo si dejas al mando a un vicepresidente como Michel Temer, traidor a los ojos de los brasileños y cuyo nuevo equipo ya ha sido acusado de corrupción. En Brasil la caza de brujas no terminó y las cabezas podrían seguir cayendo. Por lo pronto, la Dama de Hierro medita qué hacer después del juicio político. La mandataria tiene intención de pasar ocho meses fuera del país si es apartada de su cargo tras el «impeachment». De acuerdo con el periódico «Folha de San Paulo», la idea de Rousseff es pasar un tiempo en países de la región, entre ellos Chile y Uruguay. Elegiría esas naciones no sólo por el aprecio que les tiene, sino –sobre todo– para no alejarse de Brasil. Además, no quiere apartarse de sus nietos durante mucho tiempo. Después de esos ocho meses, Rousseff volvería a Porto Alegre, donde vive su familia. El diario también afirma que no descartaría hacer un viaje por países europeos.
Tras una jornada maratoniana que superó las 20 horas, el Senado de Brasil aprobó ayer por mayoría el informe presentado por el relator Antonio Anastasia, quien recomendó destituir a la mandataria suspendida por haber cometido un «atentado contra la Constitución». El documento fue apoyado por 59 legisladores, mientras que 21 votaron en contra. Tras la aprobación, Rousseff sólo tendrá una última oportunidad para evitar ser destituida. El juicio definitivo comenzaría en torno al 25 de agosto, cuatro días después de la clausura de los Juegos Olímpicos de Río, y durará cinco días. Para su aprobación, la Cámara necesita el voto de al menos dos tercios de los senadores (54 de 81), cifra que ya superó en esta votación.
Rousseff está acusada de haber violado la Constitución al aprobar gastos sin la venia del Congreso y suscribir decretos para financiar al Tesoro con la banca pública. En caso de perder el mandato, también quedaría inhabilitada ocho años para ejercer cargos públicos. El problema es que, además, una vez pierda sus fueros, Rousseff podría ser procesada tras las nuevas revelaciones a la Justicia de quien fuera su estratega de campaña, el publicista João Santana. Preso desde febrero por su participación en la trama de corrupción en Petrobras, Santana confesó al juez Sergio Moro que recibió en el exterior dinero no declarado del Partido de los Trabajadores (PT) como pago por sus servicios en la campaña de Dilma de 2010. Los 4,5 millones de dólares que el PT le adeudaba fueron depositados por el empresario Zwi Skornicki. Hasta ahora, ninguna prueba la había relacionado directamente con el escándalo de Petrobras. Y hasta el actual presidente en ejercicio, Temer (del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB), podría resultar perjudicado, ya que como vicepresidente él era parte de las fórmulas de coalición PT-PMDB en 2010 y 2014. Si la Justicia electoral halla pruebas de que ambas campañas recibieron dinero desviado de la red de sobornos de Petrobras, podría anular el mandato de ambos y convocar a nuevas elecciones. Es por tanto una victoria pírrica para Temer, quien pese a todo, ya se frota las manos ante la posibilidad de convertirse en presidente hasta el 1 de enero de 2019. Una jugada digna de la serie «House of Cards». Pero la corrupción ya se ha llevado a tres miembros de ese gabinete, que cayeron en las primeras tres semanas de Temer en el poder, sospechosos de haber participado en la red de Petrobras y otros dos ministros podrían caer en los próximos meses por causas parecidas.
Ahora, unas sospechas similares fueron vertidas contra el propio Temer, de quien la revista «Veja» asegura que recibió «dinero negro» para campañas, algo que ha negado de inmediato. Con los principales partidos y líderes como Rousself, Aécio Neve o Luiz Inácio Lula da Silva implicados en la trama, la limpieza debe ser definitiva. Sólo así Brasil podrá emerger de sus cenizas y encontrar un partido con una nueva casta política que los represente.
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