Egipto

La marea islamista

Hermanos Musulmanes y salafistas salen a la calle en apoyo de Mursi

La Razón
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Al grito de «Alá es el más grande» y «Estado islámico, Estado islámico», los partidos islamistas egipcios bajaron ayer a la calle en apoyo al presidente Mohamed Mursi y sus últimos movimientos para hacerse con el control del país. Su grupo, los Hermanos Musulmanes, convocaron las manifestaciones, en las que participaron los partidos más radicales. Los salafistas pidieron también la aplicación de la «sharia» (ley islámica) en Egipto.

Mostrando un apoyo ciego al presidente, decenas de miles de personas corearon su nombre y ondearon su fotografía, y pancartas en las que se podía leer «Sí a las decisiones de Mursi», en referencia al decreto del 22 de noviembre con el que el presidente asumió poderes extraordinarios e inmunidad absoluta. Su partido, los Hermanos Musulmanes, defienden que el decreto es necesario para tomar las riendas de Egipto y poder avanzar así en la transición a la democracia. Pero el concepto de democracia que persiguen los islamistas dista mucho de aquellos ideales que estaban detrás de la revolución del 25 de enero de 2011. Desde entonces, los islamistas han ido conquistando cada vez más terreno y «secuestrado» la transición, tal y como le acusan las demás fuerzas políticas que, más allá de la ideología, critican las formas poco democráticas de gobernar de la Hermandad.

«Es normal que haya detractores y que las decisiones del presidente no contenten a todos», asegura a LA RAZÓN Dina Zakaria, portavoz del partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes. Zakaria rechaza que el decreto del presidente haya dividido el país y asegura que muchos no islamistas están a favor de la polémica medida, que ha desencadenado la crisis más grave desde que Mursi fue elegido presidente en las urnas hace cinco meses.

Ahondando aún más esa crisis e imponiendo su voluntad por encima de todos los partidos y grupos sociales, los islamistas aprobaron el pasado viernes un borrador de Constitución, sin el consenso ni de los laicos ni de los cristianos. El texto fue entregado anoche al presidente Mursi que, tal y como prevé la Ley, convocó un referéndum popular el 15 de diciembre, para someter a votación la carta magna, que Mursi alabó por ser la primera redactada por un órgano «democrático» y en la que se recogen las aspiraciones de la revolución.