Guerra en Siria
La reconstrucción siria «Made in China»
El gigante asiático se centra en el potencial de Siria. Pekín ha establecido en Trípoli, Líbano, su puerto de entrada para enviar todo el material pesado y excavadoras para la reedificación del país, rico en acero, devastado por la guerra
La entrada de China en la puja por la reconstrucción de Siria abre un abanico de expectativas económicas y un futuro de bonanzas en Líbano. Hace unos meses un barco de contenedores de la empresa estatal china Cosco, una de las cuatro navieras más grandes del mundo, atracó en el puerto de Trípoli, norte del Líbano. China utilizaba hasta ahora el puerto de Tel Aviv como punto de trasbordo para sus mercancías, pero llevar material de construcción desde Israel a Siria no estaría muy bien visto por los países árabes.
Así, las empresas chinas vieron el potencial del puerto norteño de Trípoli que va a ser ampliado para transformarse en Zona Económica Especial y convertirse en la puerta de entrada de materiales pesados, excavadoras y buldóceres con destino a Siria, a medida que se apaga el conflicto. Trípoli está incluso más cerca de Damasco que sus propios puertos de Tartus y Latakia, tomados por las tropas rusas.
El desembarco del gigante asiático en esta orilla del Mediterráneo podría avivar la competencia entre los actores internacionales que se repartirán el pastel de Siria.
Europa y Estados Unidos han jugado en el bando contrario y no serán bienvenidos en la reconstrucción de la Siria que ha recuperado Bachar al Asad. Es decir, que ni la Unión Europea ni Estados Unidos darán un duro a menos que haya una «transición política» y Asad deje el poder. Las actuales sanciones estadounidenses imponen un bloqueo a todas las exportaciones a Siria o a cualquier transacción financiera que involucre a entidades sirias.
Precisamente, a petición de Estados Unidos, Reino Unido detuvo la semana pasada a un petrolero iraní en aguas cercanas a Gibraltar. Las autoridades del Peñón sostienen que el buque llevaba petróleo a Siria, lo que viola las sanciones impuestas por la Unión Europea, pero Irán niega que el país árabe fuera su destino.
Por su parte, Turquía, Irán y Rusia son las tres principales potencias que han manejado la guerra y han hecho y deshecho a su voluntad. Pero también pende sobre sus cabezas la espada de las sanciones de EE UU que ahoga sus economías, por lo que no pueden permitirse desembolsar los 200.000 millones de dólares que se estima necesitará el régimen sirio para reconstruir las ciudades que sus propias fuerzas han devastado con ayuda de la aviación rusa, los tanques turcos y los aviones de la coalición internacional, liderada por EE UU, en su campaña contra el Estado Islámico.
Inversor «realista»
De este modo China, la segunda mayor economía del mundo, es considerada por los analistas como el inversor más realista y Trípoli, a solo 35 kilómetros de la frontera con Siria, se está promocionando como el centro logístico para la reconstrucción pero también para conectar el Mediterráneo oriental a la nueva ruta de la seda, conocida como la Iniciativa «Belt and Road» (BRI, en sus siglas en inglés).
Empresas chinas han firmado contratos con la contraparte libanesa para la ampliación del mencionado puerto, que incluirá un nuevo muelle por valor de 58 millones de dólares, más la fabricación e instalación de seis grúas pórtico, según datos de la autoridad portuaria de Líbano.
Teniendo en cuenta que más de la mitad del petróleo de Oriente Medio se exporta a China, «el puerto libanés tiene un interés estratégico como punto de acceso clave a África y Europa», explica a LA RAZÓN el economista Kamal Hadam. Para revitalizar este puerto, China planea construir el ferrocarril Trípoli-Homs, un corredor que Pekín necesita para reducir los tiempos de transporte y evitar tener que transitar por el Canal de Suez, señala el experto libanés. «China está ganando influencia en la región a través de la inversión económica en lugar de la intervención militar», asevera Hadam.
Sin convertirse en una parte activa del conflicto sirio, a diferencia de los gobiernos europeos y EE UU que retiraron su personal diplomático y cerraron embajadas, Pekín ha mantenido los lazos diplomáticos y a su personal de la embajada de Damasco. China y Siria han firmado acuerdos de cooperación en temas comerciales y más de 200 empresas chinas participaron el verano pasado en la feria internacional de Comercio de Damasco. Además, China ha otorgado 2.000 millones de dólares para invertir en la industria siria y otros 23.000 millones adicionales a través del Foro de Cooperación entre China y los Estados árabes, según datos publicados en «The Financial Times».
El principal interés de China en Siria es el acero y los recursos energéticos, haciéndose accionaria la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC, por sus siglas en inglés) de dos de las compañías petroleras más grandes de Siria: la Compañía de Petróleo de Siria y Al Furat Petroleum. Más allá del tema económico, Pekín ha invertido en proyectos sociales en Siria como la entrega de 800 transformadores eléctricos y ha llegado a entrenar al equipo nacional de baloncesto sirio en Pekín.
Por lo general, la potencia asiática financia proyectos de infraestructuras en el exterior a través de préstamos, que son construidos por contratistas chinos.
Reconstrucción iraquí
El gigante asiático tiene experiencia en la reconstrucción de países de Oriente Medio devastados por la guerra. Muchas empresas multinacionales chinas obtuvieron lucrativos contratos de construcción de infraestructura en la posguerra en Irak y ahora, de nuevo, han vuelto a ponerle el ojo en la inversión del país árabe tras la caída del Califato Islámico.
Pekín «intentará ganar influencia geopolítica» al participar en los esfuerzos de reconstrucción, ya que Irak pasa por «una arteria clave en la BRI», indica Hadam.
No obstante, el economista libanés advierte de que cuando se trata de inversiones se debe ser prudente y no caer en el optimismo: «El dinero necesita estabilidad, y en esta parte del mundo es difícil encontrar la estabilidad a largo plazo».
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