La resistencia prorrusa, al borde de la rendición

La guerra en el este de Ucrania parece más cercana que nunca a su fin. Los combatientes prorrusos recibieron ayer un importante golpe moral con la renuncia de su líder, el general Strelkov, recordamos, ciudadano ruso y antiguo empleado de su servicio secreto. Según un telegrama interceptado por Kiev hace algunos días, después de que el Ejército cerrase el cerco sobre Donetsk, Strelkov lanzó un ultimátum a Moscú, amenazando con su dimisión y su huida del país si no recibía apoyo militar urgente, pues su situación era desesperada. «Igor Guirkin (nombre real de Strelkov) está sano y salvo. Las informaciones sobre sus heridas no se corresponden con la realidad. Se encuentra bien y pasa a desempeñar otra labor, también importante», trató de justificar el primer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Alexander Zajarchenko, para mantener la moral de la tropa, aunque no especificó el nuevo cargo de Strelkov.

Los milicianos pierden así a su figura más carismática y a un estratega capaz que dirigió el mes pasado la huida de Slaviansk, digna de película. Le sustituirá en el cargo Vladimir Kononov, que probablemente será ratificado hoy viernes en el cargo de jefe de las Fuerzas Armadas. «Aún tiene que ser confirmado por el Soviet Supremo (órgano legislativo de la RPD). Es un miliciano bien conocido», añadió Zajarchenko. La de Strelkov es la tercera renuncia en el mando de los separatistas en la última semana. El jueves 7 dimitió el primer ministro, Alexei Borodai, también ciudadano ruso, y ayer por la mañana hacía lo propio Valeri Bolotov, jefe de la República de Lugansk, en su caso debido a heridas.

Al golpe moral de la renuncias de sus líderes se unió ayer un nuevo revés en el campo de batalla. Tras cercar Donetsk, rodeando las vías de suministro de los prorrusos, el Ejército gubernamental lanzó su primer gran ataque de artillería pesada sobre el centro de la ciudad, impactando, entre otros edificios, la sede de la administración del Gobierno autoproclamado. Las bombas cayeron también sobre la Universidad Politécnica y sobre un centro comercial, causando varias bajas entre los civiles. El alcalde de la ciudad ha pedido a la población que no salga a las calles bajo ninguna circunstancia. Durante los últimos tres días 74 civiles han muerto y 116 han resultado heridos sólo en la región de Donetsk, con lo que ascenderían a 839 los muertos desde el estallido del conflicto. Mientras la guerra en el este del país vive sus últimos compases, en la capital, Kiev, se vivió un nuevo capítulo de otra guerra que se prevé más larga, la diplomática entre Ucrania y Rusia. La Rada Suprema (Parlamento) aprobó un proyecto de ley que da luz verde a la imposición de 29 tipos de sanciones contra Rusia, que incluyen la prohibición del tránsito de los hidrocarburos que Moscú exporta a Europa. «Ucrania sabe defenderse», celebró el primer ministro Yatseniuk tras la votación. El proyecto, que obtuvo los votos de 244 diputados, 18 más de los necesarios para su aprobación, no menciona expresamente a Rusia, pero es un traje hecho a medida, pues autoriza al Consejo de Seguridad Nacional a adoptar sanciones contra países que apoyen o financien el terrorismo en suelo ucraniano. Antes de entrar en vigor la ley aún debe ser promulgada por el presidente, Petro Poroshenko. En todo caso, la aprobación de la norma no implica la adopción inmediata de sanciones, sino que serviría de marco legal. Una prohibición del tránsito de hidrocarburos, como la que ampara esta ley, afectaría directamente al suministro en Europa, pues el 60% del gas que Rusia vende a la Unión cruza por Ucrania. El documento aprobado ayer autoriza a bloquear los activos, limitar las operaciones comerciales, así como minimizar o suspender el tránsito de cargas y pasajeros por Ucrania. Además se prevé la posibilidad de anular o suspender las licencias para ciertos tipos de actividad, por ejemplo, la extracción de minerales. Por otra parte, las personas o entidades sancionadas no podrán recibir permiso del Banco Nacional de Ucrania para introducir en el país divisa proveniente de otros países o sacarla al extranjero.