Macroeconomía
La última bocanada de aire
El viernes, el ministro de Finanzas junto al presidente del Banco Central de Venezuela anunciaron la tan esperada devaluación de la moneda y la eliminación del Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera, conocido como Sitme. Desde finales de 2012 ya corrían los rumores de una posible devaluación de la moneda como consecuencia de, por una parte, la falta de liquidez de divisas extranjeras que presentaba el Sitme; por otra, los retrasos en la autorización para el cambio de divisas para importadores y; por último, el aumento del déficit fiscal que se encontraba en niveles del 16% del Producto Interior Bruto. La eliminación del Sitme representa un duro golpe para los importaciones ya que éstas se realizan en moneda extranjera, importaciones necesarias para cubrir la creciente demanda de productos que no existen en el mercado interno. Desde su creación en el año 2010, el promedio diario en títulos de valores ha sido de 40 millones de dólares, hecho que ha permitido a los importadores realizar sus pagos a proveedores en el exterior. Sin embargo, en el último trimestre de 2012, sólo se han negociado un promedio de 20 millones de dólares, lo que supone una reducción del 50% en la asignación de divisas. Además, la Comisión Administradora de Divisas ha presentado retrasos en la asignación de divisas a particulares y empresas para pagos en el exterior, acentuándose las demoras tras las elecciones de octubre. La devaluación de la moneda en un 46,5% aliviará las cuentas del Gobierno, que ahora recibirá una mayor cantidad de bolívares por cada dólar vendido. La economía venezolana depende del sector petrolero, constituido básicamente por la empresa estatal PDVSA, y cuya producción diaria estimada es de 2.900.000 barriles que se exportan al mercado internacional. Pero, Venezuela es ya una de las economías más inflacionarias del mundo: en 2012 registró un 20,1% de incremento acumulado en los precios. Así, con esta nueva medida habrá que esperar un impacto aún mayor en la inflación desbocada que sufren los ciudadanos.
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