Política

Brasilia

Las protestas complican la visita del Papa a Brasil

El Gobierno admite que el clima social que vive el país puede comprometer el viaje del Pontífice para la Jornada Mundial de la Juventud, entre el 22 y el 28 de julio

Jóvenes en una barricada en rio de Janeiro enfrentados a la Policía
Jóvenes en una barricada en rio de Janeiro enfrentados a la Policíalarazon

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pasa sus horas más difíciles desde que accedió a la presidencia. Ayer, y con carácter de urgencia, se reunió con los ministros del gabinete y sus principales colaboradores para decidir los pasos a seguir ante la ola de protestas de los últimos días. El objetivo central del encuentro fue diseñar una estrategia para contener una violencia creciente, que ya se cobró dos muertos.

Aunque al final de la reunión no hubo declaraciones, la Prensa filtró que el Gobierno estaría barajando la posibilidad de convocar al Consejo de Estado, un órgano encargado de asesorar al presidente en tiempos de crisis. La preocupación máxima pasa por salvaguardar la próxima gran cita en el calendario: la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá como protagonista al Papa Francisco.

El ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Gilberto Carvalho, dijo ayer que las manifestaciones pueden poner en peligro el evento, que contará con la presencia del Sumo Pontífice el próximo 22 de julio en Río de Janeiro. «Tenemos una gran cantidad de complicaciones y preocupaciones. Lo que está ocurriendo podría afectar a la visita del Papa. Haré todo lo posible para que las jornadas se celebren. Dilma está preocupada por eso. Y pedimos a la sociedad brasileña que tome medidas de contención», dijo.

El alto índice de aprobación del Gobierno de Rousseff ha caído ocho puntos entre marzo y junio, según dos encuestas recientes, un fenómeno atribuido a la insatisfacción de los brasileños con el alza del coste de vida y el deterioro de la situación económica.

Una de las quejas de la gente es que mientras las calles se llenan de cientos de miles de ciudadanos pidiendo mejoras en los servicios públicos, los políticos, tanto del Gobierno como de la oposición, dan la impresión de haberse escondido. «Aparecen sólo para pedir votos. Ahora son invisibles», decía una pancarta en Río.

El año próximo habrá elecciones presidenciales y también comicios para elegir gobernadores, senadores y diputados. El temor ahora es que si las manifestaciones se alargan hasta entonces, les va a ser muy difícil a los candidatos, desde la presidenta hasta los demás, aparecer pidiendo votos.

El movimiento que plantea «tarifa cero» en los transportes señaló ayer que «grupos conservadores» se infiltraron en las protestas masivas y anunció que suspenden sus acciones en las calles por la ola de violencia. Además, exigió al oficialista Partido de los Trabajadores que garantice la seguridad.

Ayer una mujer barrendera que inhaló gas lacrimógeno lanzado por la Policía en la ciudad de Belén murió de un paro cardiaco y se convirtió en la segunda víctima mortal durante las protestas sociales en Brasil.

El primer fallecido fue el estudiante Marcos Delefrate, de 18 años, que murió atropellado la noche del jueves por el conductor de un vehículo que lanzó el automóvil contra un grupo de manifestantes que bloqueaban una vía en Ribeirao Preto. En esa población tuvo lugar una de las manifestaciones en demanda de mejores servicios públicos. Las distintas concentraciones movilizaron a más de un millón de brasileños en al menos 80 ciudades del país. Pese al carácter pacífico de la mayoría de las manifestaciones, las protestas en algunas ciudades terminaron con incidentes violentos. Los enfrentamientos entre policías y manifestantes del jueves dejaron al menos 62 heridos en Río de Janeiro y otros 50 en Brasilia. También se produjeron daños en el mobiliario urbano.

Ahora, las protestas se centran en la enmienda constitucional PEC 37, que pretende limitar las investigaciones criminales sólo a la Policía Judicial y Federal, sin que pueda interferir la Fiscalía pública. En Facebook, distintos colectivos organizaron manifestaciones para este fin de semana. El grupo conocido como Día de los Justos ha convocado para mañana manifestaciones en ciudades de todo el país. Para el lunes 1 de julio, también se ha hecho un llamamiento para convocar una huelga general. Por ahora, 370.000 personas han confirmado su presencia a través de las redes sociales.

Las manifestaciones han cogido a la clase política desprevenida. La presidenta Rousseff se molestó cuando el estallido de la protesta popular la cogió por sorpresa, sin siquiera haber recibido una advertencia o un indicio desde la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin). Por este motivo, las autoridades han designado agentes de los servicios secretos para seguir las movilizaciones a través de redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram.