Yasir Arafat
Lo que esconden los muertos
Se exhuman los restos mortales de Arafat para averiguar si fue envenenado
Han pasado ocho años desde que falleciera Yaser Arafat en un hospital de París y por motivos aún desconocidos. Ayer, durante más de seis horas, se exhumó su cadáver -que yace en la Muqata, sede de la Autoridad Palestina en Ramala- para averiguar si el líder palestino fue envenenado, en el marco de una investigación abierta en agosto en Francia después de que radiofísicos de la Universidad de Lausana (Suiza) descubrieran «huellas significativas» de polonio radiactivo en sus enseres personales. El procedimiento fue supervisado por expertos de Francia, Rusia y Suiza, aunque fue un científico palestino el único que directamente manipuló los restos mortales de Arafat. Finalmente, no se sacó el cuerpo entero, sólo se tomaron muestras de órganos y huesos, por lo que no fue necesario realizar un funeral militar como se había programado. El jefe del Comité de Investigación Palestino, Taufik al Tiraui, ya había advertido que no se permitiría el acceso a la Prensa por «la santidad del símbolo y por la santidad del evento». Aparte de los tres equipos de expertos internacionales, el ministro de Sanidad, el de Justicia y otros representantes del mundo de la abogacía y la medicina de la Autoridad Palestina pudieron observar cómo se encontraba el cadáver del líder de la OLP durante 35 años. Sin embargo, ningún miembro de su familia estuvo presente ayer.
Obviamente, se cuenta con el consentimiendo de su viuda, Suha, de nacionalidad francesa. Y es que, gracias a una investigación llevada a cabo por la cadena qatarí Al Yazira, Suha accedió a dejar que se analizaran los enseres personales que todavía guardaba, como su peine, su cepillo de dientes o su simbólico kaffiyeh, donde los científicos del Instituto de Radiaciones Físicas de la Universidad de Lausana descubrieron elevados niveles de Polonio 210 que no se podían encontrar ahí por fuentes naturales. «Yo aquí veo un crimen», reconocía Suha a Al Yazira el 4 de julio. «Los resultados del mejor laboratorio del mundo descubrieron polonio radiactivo en su ropa, en su sombrero, en su pelo, en su ropa interior, (...). Y en una gran cantidad. Lo que significa que no fue una muerte natural». Suha explicaba que contaba con el apoyo de su hija, que ayudó con su ADN y se sometió a distintas pruebas para que se contrastara que los restos eran de Yaser Arafat. Pero el resto de sus parientes estaba en contra de la exhumación. Naser al Qidua, uno de sus sobrinos, aseguró a Afp que la mayoría de los cisjordanos creen que Arafat fue envenenado, por lo que no es necesario buscar más pruebas. «Nada bueno puede salir de esto», «no hace ningún bien a los palestinos», dijo Qidua. De hecho, incluso la propia Suha, que ayer sufrió mucho viendo las imágenes desde su casa en la capital de Malta, se negó a hacerle una autopsia, por lo que muchos palestinos se preguntan: ¿por qué ahora?
Arafat, el primer presidente de la ANP -en 1996-, enfermó rápidamente en octubre de 2004. Llevaba dos años en «arresto domiciliario» custodiado por Israel. A mediados de octubre, se encontraba muy mal con fiebre, diarreas y dolores estomacales. Según recuerda Tiraui, su entonces jefe de la Inteligencia, la vida dentro de la Muqata no era muy saludable. Arafat necesitaba además un tratamiento especializado, por lo que se trasladó a un hospital militar de París el 29 de octubre. Dos semanas después falleció. Pese a que los médicos galos explicaron que murió por apoplejía, no pudieron determinar las causas que la ocasionaron. «Lo que buscamos ahora son evidencias, no posibilidades», declaró Tiraui. Los científicos explicaron ayer que no será hasta la primavera de 2013 cuando puedan dar los resultados de los análisis. «Será entonces cuando vayamos al Tribunal Penal Internacional», advirtió Tiraui.
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