Manifestaciones violentas
Los brasileños ganan otra batalla
Unas 50.000 brasileños participaron ayer en la manifestación convocada por movimientos sociales junto al Estadio Mineirao, situado en la ciudad de Belo Horizonte y escenario del partido entre Brasil y Uruguay de la Copa Confederaciones. Ante la previsión de que pudiese tratarse de una nueva protesta multitudinaria, como finalmente ocurrió, alrededor de 1.500 militares se desplegaron en cinco puntos estratégicos. La manifestación transcurrieron sin incidentes hasta que un grupo de personas intentaron derribar las vallas instaladas junto a uno de los accesos al estadio.
Las Fuerzas de Seguridad respondieron lanzando gases lacrimógenos. Desde hace ya quince días, se suceden en todo el país diversas protestas callejeras, con cientos de miles de brasileños manifestándose contra los gastos excesivos que están previstos para el Mundial de Fútbol de 2014, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016 y esta Copa Confederaciones.
Ante la ola de manifestaciones, el Congreso brasileño, la institución más desprestigiada del país, ha respondido en las últimas horas a casi todas las demandas de las protestas. En primer lugar, ha rechazado el proyecto conocido como PEC 37, que excluía a la Fiscalía de las investigaciones de corruptelas. Además, los diputados aprobaron destinar el 75% de las regalías del petróleo a la Educación y el otro 25% a la Salud. Fueron votaciones apresuradas, casi sin discusiones y provocadas por la presión que llega desde las calles, ocupadas durante las dos últimas semanas por cientos de miles de «indignados».
La PEC 37, que hasta hace quince días nadie dudaba de que sería aprobada, fue rechazada con 430 votos en contra, nueve a favor y dos abstenciones. El presidente del Senado, Renan Calheiros, cuya renuncia es exigida por los manifestantes debido a sospechas de corrupción, presentó una «agenda positiva», en línea con la voz que se expresa en las calles, al anunciar que se discutirán sendos proyectos de ley que proponen destinar el 10% del PIB a la Salud y el mismo porcentaje a la Educación, y que se votarán propuestas para endurecer las penas para delitos de corrupción.
También pidió que las regalías del petróleo financien transporte gratuito para los estudiantes, después de que un alza de las tarifas generó las protestas que revelaron el inmenso malestar social hasta ahora contenido en Brasil. Asimismo, declaró que aceptará cualquier proyecto «para reducir el número de ministerios». La presidenta Dilma Rousseff ha desistido finalmente de convocar una Asamblea Constituyente, pero ha anunciado un plebiscito para consultar a la sociedad sobre la forma y contenido de esa reforma, estacionada en las cámaras desde 1998.
El Parlamento brasileño había comenzado a reconocer sus deudas la semana pasada, cuando el Senado decidió desempolvar un proyecto que propone reducir los impuestos al transporte para abaratar las tarifas. Efe
La propuesta estaba estancada hace cinco años pero, según el Senado, ahora pudiera ser aprobada la semana próxima.
Según un reciente sondeo, sólo el 30 por ciento de los brasileños confía en el Congreso y la institución que más admiración merece en el país es el Cuerpo de Bomberos.
Las manifestaciones de este martes comenzaron frente al Congreso, en cuyos jardines un grupo que protesta por la inseguridad urbana sembró 594 balones manchados de sangre, uno por cada parlamentario.
Antonio Carlos Costa, portavoz del grupo Río de Paz, dijo que la idea es "pasar un balón para cada legislador y que reflexione sobre lo que hará a partir de ahora". Según Costa, la sociedad que toma las calles quiere que "todo Brasil tenga la calidad que exige la FIFA"para sus estadios.
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