Política

Manifestaciones violentas

Los «chalecos amarillos» redoblan su desafío a Macron en pleno diálogo

El presidente y el movimiento de protesta batallan por conquistar a la opinión pública.

Los agentes de antidisturbios lanzan gases lacrimógenos contra los «chalecos» concentrados en Marsella, al sur de Francia
Los agentes de antidisturbios lanzan gases lacrimógenos contra los «chalecos» concentrados en Marsella, al sur de Francialarazon

El presidente y el movimiento de protesta batallan por conquistar a la opinión pública.

El pulso que mantienen los chalecos amarillos y el presidente Emmanuel Macron ha vivido un nuevo episodio a pesar del descomunal despliegue policial que el ministerio de Interior sigue activando cada sábado. Y aunque el duelo se mantenga, el escenario ha cambiado bastante desde el inicio de las movilizaciones. Ni los chalecos son un bloque férreo y unitario como entonces, ni el presidente galo guarda un perfil bajo esperando capear la crisis y dejando en primera línea de batalla al primer ministro, Edouard Philippe. Al contrario, la imagen que abría los telediarios era la de un Macron en camisa remangada debatiendo con decenas de alcaldes en un maratón en el que ha decidido implicarse, recorriendo el país región por región, lanzando un órdago destinado a reconquistar la simpatía de la opinión pública. Pese a todo, según Interior se manifestaron 84.000 personas en toda Francia.

La manifestación de ayer en París tuvo la peculiaridad de cambiar de escenario, al otro lado del Sena. «¡Macron dimisión!» volvió a ser la consigna más coreada entre los miles de chalecos que se dieron cita en la explanada de los Inválidos para recorrer el margen izquierdo del Sena.

A ojos del Gobierno, la menor movilización es debida al impulso que ha dado Macron al intercambio de ideas con su gran debate nacional. Una treintena de preguntas agrupadas en cuatro grandes ejes: fiscalidad, organización del Estado, transición ecológica y ciudadanía. Un experimento político con el que el presidente intenta que las quejas de los ciudadanos sean encauzadas a través del diálogo en lugar de las protestas callejeras. Los autoproclamados portavoces de los «chalecos amarillos» ya han desacreditado ese debate.

Dos de cada tres franceses piensan que la iniciativa del presidente no logrará solucionar la crisis, pero al Gobierno comienzan a sonreírle datos demoscópicos. Según un sondeo de este sábado, un 56% de los ciudadanos apoyan a los chalecos, cifra alta que es la menor aprobación desde que se iniciaran las protestas y que dista mucho de aquellas encuestas que daban en torno a un 70% de simpatías al movimiento a mediados de diciembre. La única que sigue beneficiándose de este pulso es la ultraderechista Marine Le Pen, con un 24% de intención de voto de cara a las elecciones europeas. El resto de la oposición francesa sigue teniendo mil quebraderos de cabeza para jugar al difícil equilibrio de parecer constructiva en el gran debate.