Política

Elecciones en Reino Unido

Los grandes partidos no convencen

Cameron y Miliband abren la campaña electoral con guiños a las minorías

David Cameron, Ed Miliband y Nigel Farage, ayer durante sus respectivos discursos en el inicio de campaña electoral
David Cameron, Ed Miliband y Nigel Farage, ayer durante sus respectivos discursos en el inicio de campaña electorallarazon

David Cameron advirtió ayer del caos que supondría dejar al país de nuevo en manos de los laboristas. «Después de cinco años de esfuerzos y sacrificios, Reino Unido va por el buen el camino. Tenemos una economía que crece, que crea empleo, que genera el dinero para financiar adecuadamente y mejorar la Seguridad Social. Hemos recortado impuestos para 30 millones de trabajadores y hemos conseguido un país seguro», matizó. Por su parte, el líder de la oposición, Ed Miliband, alertó del «peligro» que conllevaría convocar un referéndum sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea, tal y como han prometido los «tories». «La inversión extranjera se esfumaría y se abrirían dos años de caos en los que las empresas no podrían hacer planes de futuro. Supone un riesgo para los puestos de trabajo, las compañías y la prosperidad de Reino Unido», recalcó.

En efecto, el inicio oficial de la campaña para las elecciones generales del próximo 7 de mayo no dejó ayer ninguna sorpresa. Pero la imagen de los líderes de los dos partidos mayoritarios no refleja, en este caso, la verdadera batalla política. No hay dudas de que Cameron o Miliband se convertirán en el próximo «premier». Pero los que han emergido como verdaderos protagonistas son los representantes de las formaciones minoritarias. Son ellos, al fin y al cabo, los que tienen la llave para formar gobierno. Las particularidades del sistema electoral británico siempre han favorecido mayorías, pero los sondeos reflejan que ni el «premier» ni el laborista cuentan con garantías de alcanzar el número de escaños necesarios para gobernar sin dificultades. Por lo tanto, en el «background» de cada discurso se cuecen posibles pactos.

Hablar de coaliciones es ya más complicado. Primero, porque los británicos no están acostumbrados a ellas. Desde 1974 no se había visto ninguna hasta 2010. Segundo, porque tras ver el castigo de los votantes a Nick Clegg –por haber estado gobernando cinco años con los «tories»– ninguna formación quiere ahora asumir ese riesgo. Los liberal demócratas han pasado a ser cuarta fuerza política, incluso quinta en las semanas en los que Los Verdes los superan en las encuestas. El euroescéptico Nigel Farage es el que se posiciona ahora como tercera opción. Con su mensaje antiinmigración y anti-Bruselas ha conseguido poner en jaque el bipartidismo. «Soy una persona directa, soy honrado. El UKIP no ganará las elecciones generales, pero, ¿saben qué?, nadie va a ganar la elección general», declaró ayer. «La pregunta es: ¿qué partidos tendrán suficiente poder para juntarse con otros?», añadió. En este sentido, mientras que Cameron no se ha pronunciado al respecto, Miliband ha descartado formar gobierno con el Partido Nacionalista Escocés (SNP). Éste era uno de los escenarios que se barajan con más fuerza. Pese a haber perdido el referéndum de independencia del pasado mes de septiembre, la popularidad de los separatistas ha llegado a sus cotas más altas, hasta el punto de que puede dejar al Partido Laborista sin la mayoría de los 41 escaños que actualmente ostenta en las distintas circunscripciones de Escocia. Su líder, Nicola Sturgeon, matizó que están listos para provocar un «cambio positivo» en todo Reino Unido. Aunque el que fuera dirigente de la formación, Alex Salmond, aún con mucha fuerza al norte de la frontera, fue más allá y aseguró que su formación podría bloquear un Gobierno conservador minoritario si los nacionalistas ganan los suficientes escaños.

El castigo a Clegg y el éxito de Farage

Los «tories» de Cameron aventajan en cuatro puntos a los laboristas de Miliband, que se quedarían en un 32%, según el sondeo divulgado ayer por ComRes. El tercer lugar lo ocuparía el UKIP que subiría dos puntos, hasta el 12 por ciento, mientras que los liberales de Clegg caerían hasta el 9 por ciento.