Ucrania

Los holandeses dicen «no» a Ucrania y dan oxígeno al «Nexit»

Los euroescépticos ven su triunfo como un paso hacia un plebiscito sobre la permanencia de Países Bajos en la Unión.

El líder ultraderechista holandés, Geert Wilderse, al acudir a votar en La Haya
El líder ultraderechista holandés, Geert Wilderse, al acudir a votar en La Hayalarazon

Un 61% rechaza el Acuerdo de Asociación con Kiev en un referéndum que abre otra crisis en la UE. El primer ministro, Mark Rutte, promete tener en cuenta el resultado pese a la escasa participación.

Nuevo terremoto en la Unión Europea por culpa de un referéndum. Los holandeses rechazaron ayer en las urnas el Acuerdo de Asociación con Ucrania. Un abrumador 61,1% votó «no» al texto, frente a un 38,1% que lo respaldó, según los resultados provisionales. La participación habría rondado el 32,2%, por encima del 30% necesario para que la consulta sea válida, según la televisión púlbica NOS.

Sin esperar a los resultados oficiales definitivos, que se publicarán en una semana, el primer ministro, el liberal Mark Rutte, asumió anoche el golpe y reconoció la victoria de los euroescépticos, liderados por el xenófobo Geert Wilders. «Aún es pronto para hacer un análisis detallado, pero parece claro que el ‘no’ ha ganado. Queda por ver si la participación supera el 30 %», afirmó Rutte. Si es así, reconoció, “no se puede simplemente continuar con la ratificación”.

Ahora le toca a su Gobierno de coalición con los socialdemócratas del PvdA buscar una salida que aúna los compromisos europeos de La Haya y la voluntad de los electores expresada en este referéndum no vinculante. «Tenemos que discutirlo en el Consejo de Ministros, en Europa, y en el Parlamento. Vamos a tomarnos tiempo. Creo que hay que mostrar respeto a los votantes», explicó. En la misma línea, se expresó Diederik Samson, líder de los socialdemócratas, que calificó como “complicado” el resultado, al mismo tiempo que recomendó prudencia y hacer “caso” a los que votaron “no”.

El texto, firmado en diciembre de 2014 y ratificado por 27 de los 28 socios de la UE, la Rada Suprema ucraniana y la Eurocámara, ya está vigente parcialmente. El 1 de enero entró en vigor el capítulo de libre comercio. Sin embargo, el resultado holandés complicará la política exterior de la UE con Ucrania y favorecerá la posición regional de Rusia. De poco han servido las advertencias del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, sobre que un resultado negativo podría llevar a “una gran crisis continental”. Rusia se cobraría “una fácil victoria”, anticipó en enero Juncker. “¿Está usted a favor o en contra de la ley que aprueba el tratado de asociación entre la UE y Ucrania?”, debían responder los holandeses. Sin embargo, da la impresión de que la política interna ha pesado más que las 2.135 páginas del tratado.

Con el texto, aprobado meses después de las protestas del Maidan que derrocaron al presidente Viktor Yanukovich y la posterior anexión rusa de Ucrania, los Veintiocho ofrecen a las autoridades ucranianas un acuerdo de libre comercio y visados para sus ciudadanos, a cambio de que Kiev ponga en marcha las reformas económicas, luche contra la corrupción y respete los derechos humanos.

De manera muy diferente los ven los euroescépticos que insisten en ver el acuerdo como un primer paso para la futura adhesión de Ucrania a la Unión. Circunstancia que ninguna cancillería europea contempla. Tampoco parece haber convencido a los ciudadanos que Rutte saliera a confirmar su opinión de que “Ucrania debería tener una buena relación tanto con Europa como con Rusia, y esto no sería posible si Ucrania formara parte de la UE”. Para el periodista Jan Roos, cara visible de la campaña del “no”, “estamos firmando un acuerdo con el país más corrupto de Europa. Ellos conseguirán nuestro dinero con este tratado. Hablan de comercio entre Países Bajos y Ucrania, pero son tan pobres que nunca podrían comprar nuestros productos”.

Pero las relaciones con Kiev son una mera excusa utilizada por los euroescépticos para allanar el camino hacia el “Nexit” (consulta sobre la permanencia de Países Bajos en la UE), tal y como harán los británicos el 23 de junio. Wilders, cuyo Partido de la Libertad (PVV) encabeza las encuestas de intención de voto, se mostró anoche exultante. Desde su su cuenta de Twitter, destacó que el resultado «es un voto de censura de la gente contra la elite en Bruselas y La Haya» y anticipó que supone “el principio del fin de la Unión Europea”. No tardó en manifestar su simpatía Nigel Farage, líder del Partido para la Independencia de Reino Unido (UKIP), que hizo campaña junto a Wilders el lunes en Ámsterdam. “Los resultados a pie de urna parecen apuntar a un gran No a la UE. Hurra”, se felicitó Wilders con la esperanza de que el viento holandés dé alas a la campaña del “Brexit”.

Fundador de la Comunidad Europea y al frente de la Presidencia de turno de la UE, Países Bajos experimenta desde hace una década un fuerte crecimiento del euroescepticismo. La crisis de refugiados, la austeridad y la pérdida de poder adquisitivo hacen dudar a los neerlandeses de las bondades del proyecto europeo. «Un referéndum sobre el ‘Nexit’ de momento no es posible, así que aprovechamos cada oportunidad que tenemos para poner presión sobre la relación entre la UE y Países Bajos», reconoce Arjan van Dixhoorn, presidente del Comité Ciudadano UE, uno de los tres promotores de la consulta, para la que reunieron 446.000 firmas (por encima de las 300.000 necesarias).

Sea como fuere y pese a la raquitica participación (apenas tres de cada diez holandeses con derecho a voto acudió ayer a votar), un 53% de los ciudadanos desean tener la oportunidad de decidir en una consulta su posición en la UE. Ya en 2005, los holandeses dieron el golpe de gracia al proyecto de Constitución europea tras rechazarla en otro referéndum pocos días después de que hicieran lo propio los franceses. Está visto que a Europa no se le dan bien los referendos, frecuente arma arrojadiza de los ciudadanos para castigar a sus Gobiernos y sus élites políticas.