Rescate a Grecia
Los partidarios de Tsipras, de la euforia al desencanto
La mayoría de votantes del «no», desengañados: «Para
esto no había necesidad de referéndum ni de corralito».
Por las calles de Atenas son cada vez menos frecuentes los carteles con el famoso «OXI» (no, en griego). Algunos desaparecieron la misma noche del referéndum, arrancados por muchos como un recuerdo de ese «día histórico». Otros han sido desgarrados durante los últimos días o tachados con pintadas. La euforia por la abrumadora victoria del rechazo a la propuesta de los acreedores duró lo que tardó el primer ministro, Alexis Tsipras, en reunirse con los mandatarios europeos. Y acatar casi a rajatabla sus exigencias. Los pedazos de aquel domingo se han clavado en la retina de muchos griegos como una «estupidez». Así lo indica Christos Poutsis, ferretero, quien lamenta las pérdidas de las últimas dos semanas, los últimos cinco meses y los últimos cinco años. El hombre de 57 años reconoce que no les votó, aunque al principio les aprobó, «luego dejaron de pensar en la población y cuidaron tan sólo sus intereses», poniendo como ejemplo a Varufakis y el resultado de la consulta, «que no respetaron».
El mismo Alexis Tsipras reconoció que «hubo errores en la negociación», así como que «las reformas se alejan del programa electoral de Syriza». Para Sofia Andonidou «se han perdido cinco meses». La mujer de 32 años cree que «desde el comienzo no había ninguna oportunidad (en vista de la dureza de los acreedores)» y que el Gobierno de Syriza, al que votó en enero, ha llevado al país «hasta el extremo». «No había necesidad de convocar el referéndum, como se ha visto, ni tampoco el control de capitales», considera.
Las redes ardieron desde el envío de la carta del nuevo ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, para pedir un tercer rescate. En seguida aparecieron imágenes con la cara de Tsipras, junto a la del socialdemócrata Yorgos Papandreu, y el conservador Antonis Samarás, los ex primeros ministros que firmaron los anteriores dos memorándos. También se pudo leer un rótulo que decía: «Es fácil tener el apoyo del pueblo, lo difícil es tener coraje cuando estás solo», sobre lo que algunos consideran un «engaño» del líder izquierdista para llegar al poder.
Asimismo, en la red social Twitter se sustituyó el hastag ExplainNoToJuncker (Explica No a Juncker) –sobre la contrapropuesta del presidente de la Comisión Europea para alcanzar un acuerdo– por el de #ExplainNoToTsipras. Una muestra de que el enfado de las corrientes más críticas con los acreedores se ha vuelto contra el primer ministro. Ante los rumores sobre que Alemania pidió en el Eurogrupo de ayer una salida provisional de Grecia del euro, el mensaje de los griegos es claro: «Si quieren que nos vayamos, nos tendremos que ir». A pesar de que las encuestas indican que tan sólo un 18% de la población opta por dejar el euro, la creciente presión de los socios puede dinamitar la paciencia de los helenos.
En una cafetería de Atenas, la camarera Penelope Katsouli se enfurece al hablar del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, sobre su teórico deseo de sacar a Grecia del euro. «Saben que nuestra deuda es impagable, lo reconoció el mismo Schäuble, lo único que quieren es pisotearnos», apunta. Para la joven la única solución es «volver a la dracma», una idea que tiene clara, en vista de los efectos de la austeridad, y que por ese motivo no votó el domingo pasado. Otros, sin embargo, como Sofia piensan que «para un Grexit (salida de Grecia del euro), hay que estar preparados. Y no actuar improvisadamente como hasta ahora». La sorpresa por la rendición del Gobierno izquierdista se transformó en enfado y en resignación. Una chispa más desde Bruselas puede terminar (también) con la paciencia de los griegos.
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