Siria

Rusia inicia un repliegue a medias

Los aviones rusos bombardean al Estado Islámico un día después de que Putin anunciara la retirada del grueso de tropas en Siria.

Vlladimir Putin junto a su ministro de Defensa Sergei Shoigu en el Kremlin ayer
Vlladimir Putin junto a su ministro de Defensa Sergei Shoigu en el Kremlin ayerlarazon

Los aviones rusos bombardean al Estado Islámico un día después de que Putin anunciara la retirada del grueso de tropas en Siria.

En el primer día tras el anuncio sorpresa de retirada de Siria, los aviones rusos volvieron a bombardear. En concreto posiciones cerca de Palmira y Tadmur, en apoyo a una operación en tierra del Ejército de Asad. «En las últimas 24 horas aviones rusos realizaron varios ataques en Siria, la mayoría en zonas controladas por el Estado Islámico», confirmó el portavoz del Pentágono, Peter Cook. El viceministro de Defensa ruso, Nikolai Pankov, se justificó alegando que «es pronto para hablar de una victoria sobre el terrorismo... por eso a la fuerza aérea se le ha encargado continuar los ataques contra los terroristas».

Algunos aviones sí comenzaron a retirarse, en concreto un grupo de cazabombarderos Su-34 que retornó a su base en Rusia, cerca de la ciudad de Voronezh. Sin embargo, lo que el lunes se anunció como «la retirada del grueso del contingente», en palabras del propio presidente Vladimir Putin, ayer pareció quedarse en una simple reducción del despliegue. Acerca del contingente que permanecerá en el país, Viktor Ozerov, jefe de Defensa del Senado, lo cifró en unos 800 efectivos, «el equivalente a dos batallones», para defender al aeródromo de Hmeymim (Latakia) y el veterano puerto de Tartus, única base rusa en el Mediterráneo, en servicio desde tiempos de la URSS aunque casi en desuso hasta el pasado septiembre. La Inteligencia estadounidense había cifrado en 3.000 y 6.000 soldados el despliegue ruso en Siria, que oficialmente no participaron en combates sobre el terreno.

También permanecen en Siria los expertos militares que asesoran al Ejército sirio, así como los componentes de guerra electrónica y los sistemas de inteligencia, es decir, radares y drones. Según explicó el jefe de la Administración del Kremlin, Sergei Ivanov, se quedarán también los potentes sistemas antiaéreos S-400, con misiles de medio alcance, que Rusia desplegó como factor de disuasión tras el derribo de uno de sus cazas por Turquía el 24 de noviembre. «Mantenemos un contingente fiable para garantizar la seguridad, incluida la aérea, por eso dejamos nuestros sistemas de defensa más modernos», justificó Ivanov. Además, los buques de guerra seguirán en el Mediterráneo, frente a la costa. Se desconoce cuántos aviones mantendrá de los más de 40 que desplegó en Latakia, incluidos los cuatro cazabombarderos SU-35, la joya de la corona de la aviación militar rusa. El Pentágono confirmó ayer que «efectivamente algunos aviones de combate salieron de Siria y volvieron a Rusia», si bien precisó que «no se trata de un gran contingente hasta el momento, sino de unos pocos aviones».

Las reacciones internacionales al anuncio sorpresa de Putin el lunes oscilaron entre la esperanza y el recelo. El jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, visitará la semana que viene Moscú «para avanzar en el proceso político e intentar aprovechar el momento creado». Su homólogo británico, Philip Hammond, se mostró escéptico, asegurando que, «debido a la habitual opacidad de Moscú, sólo podemos especular acerca de sus verdaderos planes y motivos». Hammond recordó que Rusia «ya prometió retirar las tropas de Ucrania».

Aunque oficialmente no hay ninguna grieta en la fluida relación entre Damasco y Moscú, con este movimiento el Kremlin envía una señal a Asad sobre los límites de su apoyo aéreo. Las últimas victorias del Ejército gracias al apoyo aéreo ruso habían animado al líder sirio y sus aliados, Hizbulá e Irán, a apurar la vía militar, es decir, continuar la guerra hasta reconquistar todo el país. En ese sentido, parece que a Putin no le habría gustado la actitud de suficiencia de la delegación gubernamental en las negociaciones de Ginebra. «Para obtener resultados por la vía militar se necesitarían al menos ocho meses más de ataques aéreos, lo que implicaría la destrucción de gran cantidad de infraestructura y más bajas de civiles, un escenario que nadie en Moscú quiere», comenta Vladimir Yevseiev, director de departamento del Insitituto de la CEI. En caso de que Turquía y Arabia Saudí, continúa, aprovechen la situación para promover su expansión, «Moscú volverá a desplegar las tropas». Un escenario improbable, más tras escuchar ayer a Lavrov agradecer a Riad su apoyo influyendo en el principal grupo opositor en las negociaciones de Ginebra, «que a diferencia de lo ocurrido en enero, se muestra ahora dispuesto a participar en el proceso político y a buscar compromisos».

Quien sí amaga con aprovechar el repliegue ruso es el Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda, que amenazó ayer con lanzar una ofensiva en las próximas 48 horas. «Asad es incapaz de controlar los territorios conquistados, su Ejército ha fallado a los rusos y Moscú no se va a sacrificar más por un régimen prácticamente colapsado», afirmó un comandante del grupo en declaraciones a Afp.