Política

Brasil

Marea humana contra Rousseff

Un millón y medio de brasileños salen a la calle contra la presidenta y la corrupción

Manifestación en Río de Janeiro
Manifestación en Río de Janeirolarazon

Más de un millón de personas tomó hoy las calles de ciudades de todo Brasil para protestar contra la presidenta, Dilma Rousseff, y para clamar “basta” a la corrupción que carcome la petrolera Petrobras y otros organismos públicos

La «dama de hierro» brasileña, en la cuerda floja. La presidenta, Dilma Rousseff se encuentra en medio del huracán con los indignados en la calle en busca de respuestas. Ya no sirven las clásicas excusas como: «Robó para el partido». Los brasileros han evolucionado como ningún pueblo en el continente. Es la clase media la que levanta su voz contra el poder. Los hijos del progreso se levantan contra la corrupción.

Ayer, cerca de un millón y medio de brasileños protestaron en todo el país contra la presidenta Dilma Rousseff, que se enfrenta a un complejo cóctel de tensión social, política y económica derivada en parte del gran escándalo de corrupción en la empresa estatal Petrobras. A consecuencia de todo ello, la popularidad de la presidenta se hundío hasta el 23% en febrero tras caer 19 puntos.

La mayor protesta tuvo lugar en Sao Paulo, que convocó a un millón de personas, según la policía, vestidas en su mayoría con la camiseta amarilla y verde de la selección brasileña.

Las manifestaciones congregaron a otro medio millón de personas en unas 83 ciudades, en protestas que igualaron el tamaño de las celebradas en junio del 2013, cuando los brasileños salieron espontáneamente a las calles para pedir el fin de la corrupción y más gastos en transporte, salud y educación, en vez de en el Mundial de Fútbol. Gran parte de los manifestantes reclamaron el «impeachment» (proceso de destitución) de la presidenta, que comenzó su segundo mandato hace apenas tres meses tras ser reelegida en las presidenciales de octubre por un margen de sólo el 3% de votos.

Muchos manifestantes pidieron incluso una intervención militar que ponga fin a más de doce años de gobiernos del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), una paradoja en este día en que se cumplen justamente 30 años del retorno a la democracia en Brasil tras una larga dictadura militar (1964-1985).

Era prácticamente imposible caminar entre la multitud que llenaba los cuatro kilómetros de la avenida Paulista de Sao Paulo, la capital económica del país, con 20 millones de habitantes en su área metropolitana. Con el rostro pintado de verde y amarillo, los colores de la bandera brasileña, el futbolista Ronaldo apareció unos diez minutos en la marcha vistiendo una camiseta provocativa que decía: «La culpa no es mía. Yo voté a Aécio [Neves]», en alusión al candidato presidencial conservador derrotado por Rousseff.

El hartazgo de la corrupción parece ser la amalgama de muchos manifestantes que reclaman desde un golpe militar hasta la protección del Acuífero Guaraní. Mientras marchaban en familia, se sacaban «selfish» sin parar con sus teléfonos inteligentes y compraban agua de coco o gafas de sol a vendedores ambulantes.

Llamamientos al Ejército

La avenida frente a la famosa playa de Copacabana, en Río de Janeiro, fue colmada durante varias manzanas durante un domingo soleado por unas 15.000 personas, según la Policía, que coreaban «¡Fuera Dilma, fuera PT!» y reunían firmas para destituir a la presidenta. Rita Souza, una productora televisiva de 50 años, llevaba una pancarta que decía «Intervención militar ya». «No estoy pidiendo un golpe, sino una intervención constitucional para llamar a nuevas elecciones limpias, sin urna electrónica, sin la manipulación del PT. ¡Que se vayan todos para Cuba!», clamaba. Varios politólogos brasileños se vieron obligados a explicar en los últimos días en la prensa local que es imposible tener una «intervención militar constitucional».

Atacada una sede del PT con cócteles molotov

La sede del Partido de los Trabajadores (PT) en la ciudad de Jundiaí (Estado de Sao Paulo) fue atacada ayer con un cóctel molotov, según denunció la formación de Dilma Rousseff. El artefacto incendiario fue lanzado por unos desconocidos tras una manifestación que tuvo lugar en esta ciudad contra Rousseff, en el marco de las protestas. La sede de Jundiaí sufrió «serios estragos» en una sala de la planta baja del inmueble, en la que se quemaron documentos, cortinas, mesas y sillas, según informó el partido, que publicó un vídeo de las dependencias después del incendio.