Brexit

May: «Trump me aconsejó demandar a la UE para negociar el Brexit»

La primera ministra británica detalla las presiones del presidente estadounidense para romper con Europa y pide por carta el apoyo «tory»

Theresa May coincidió en la final de Wimbledon con el príncipe Guillermo y su esposa, la duquesa de Cambridge / Reuters
Theresa May coincidió en la final de Wimbledon con el príncipe Guillermo y su esposa, la duquesa de Cambridge / Reuterslarazon

La primera ministra británica detalla las presiones del presidente estadounidense para romper con Europa y pide por carta el apoyo «tory».

La «premier» Theresa May reveló ayer que Donald Trump le sugirió que denunciara a la Unión Europea como medida de presión para facilitar el Brexit, en vez de sentarse a negociar con Bruselas. La líder «tory» concedió una entrevista a la BBC después del polémico viaje del presidente estadounidense a Reino Unido. A pesar de que éste apenas estuvo 48 horas de visita oficial, su paso fue un auténtico terremoto, sobre todo por la controversia que generó su entrevista a «The Sun», en la que acusó a su anfitriona de no escuchar sus consejos e incluso puso en duda el acuerdo comercial entre Londres y Washington si May no cortaba por completo los lazos con el bloque.

Con todo, en la rueda de prensa que ambos ofrecieron luego en Chequers, Trump matizó que May había encontrado su estrategia demasiado «brutal» y, cambiando de parecer, dijo a la líder «tory» que no abandonara las negociaciones porque si lo hacía se quedaría «atascada».

May reiteró la «especial relación» que une a Londres y Washington tras la visita del mandatario estadounidense, pese al rechazo que su presencia causó en el país, con multitudinarias manifestaciones en su contra. Asimismo, la líder «tory» defendió de nuevo la propuesta sobre las futuras relaciones comerciales que, tras múltiples aplazamientos, presentó finalmente el pasado jueves a Bruselas. A pesar de las preguntas del periodista, la «premier» evitó pronunciarse sobre qué ocurrirá si la UE rechaza ahora el acuerdo. «De momento no han dicho que no», indicó.

Su plan apuesta por la creación de «un área de libre comercio para bienes», con equivalencia normativa y un «dispositivo facilitado de aduanas». Aunque reconoció que se había visto obligada por Bruselas a introducir cambios en sus planes originales, insistió en sus «líneas rojas» y recordó que no es negociable la salida de la unión aduanera, ni el fin del libre movimiento de personas, ni el fin de la jurisdicción del Tribunal de Justicia Europeo. Además, cree «que no haya acuerdo es mejor que un mal acuerdo», aunque matizó que sigue pensando que lo mejor es «un trato que establezca una buena relación» con los Veintisiete.

Además de la entrevista con la BBC, May publicó un artículo de opinión en la edición dominical del «Mail» donde advirtió de que si no se respaldaba su plan, el divorcio no llegará a producirse. Un claro mensaje para Westminster, donde se deberá votar el acuerdo de salida, pero por encima de todo, un aviso para sus propias filas, que se encuentran completamente divididas.

Dos de los ministros euroescépticos con más peso –David Davis y Boris Johnson– presentaron la semana pasada su dimisión en señal de protesta. Los rebeldes se plantean incluso una moción de confianza, pero la «premier» insiste en que una salida suave es la única manera de evitar una frontera dura entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte y asegura que no ve un acuerdo futuro alternativo que cumpla con el resultado del referéndum.

En su artículo, recuerda que «siempre» habrá un bloqueo parlamentario para garantizar que el Parlamento tenga la capacidad de rechazar cualquier nueva ley o regulación, pero reconoce que habría consecuencias en la relación futura si lo hicieran. May advierte de que cuando el Proyecto de Ley de Comercio regrese a los Comunes esta semana algunos planes de los «tories» pro UE proponen votar enmiendas «que nos unirían a una unión aduanera permanente con la UE», lo que, a su juicio, sería «la traición final del voto pro Brexit porque eliminaría la capacidad británica de tener una política comercial independiente. «Este gobierno nunca lo tolerará», sentencia.