Unión Europea
Merkel defiende los acuerdos migratorios con socios de la UE
Ante la falta de unanimidad entre los Veintiocho, Alemania es partidaria de pactos bilaterales y trilaterales. La cumbre informal de Bruselas avanza hacia la creación de centros de refugiados.
Ante la falta de unanimidad entre los Veintiocho, Alemania es partidaria de pactos bilaterales y trilaterales. La cumbre informal de Bruselas avanza hacia la creación de centros de refugiados.
La mini cumbre celebrada ayer en Bruselas con la presencia de 16 países europeos partía con dos visiones contrapuestas no sólo sobre el tema de fondo sino también sobre la manera de abordarlo. Italia llegó a la reunión intentando zafarse de la imagen incendiaria de país antieuropeo promovida por su ministro del Interior, Matteo Salvini con una propuesta global defendida por su primer ministro, Giusepe Comte. Mientras, la canciller alemana, Angela Merkel, aspiraba sobre todo a lograr salvar los muebles. A su entrada a la reunión, la pragmática Merkel confiaba no en un nuevo punto de partida global, sino en tan sólo en acuerdos «bilaterales o trilaterales» entre países con un especial énfasis en los denominados, movimientos secundarios: los desplazamientos dentro de territorio europeo de los demandantes de asilo que ya han registrado su petición en el país de entrada pero que prefieren vivir en Alemania, donde cuentan con leyes de asilo más benignas.
El encuentro de ayer sirvió sobre todo para limar asperezas y poner los cimientos de la discusión de la semana que viene. El debate continúa y prácticamente todos los puntos siguen abiertos. El gran principio de acuerdo sigue siendo el control de las fronteras exteriores y la puesta en marcha de centros para refugiados, pero el diablo sigue en los detalles. No todos los países europeos apelan a lo mismo al utilizar este término.
Merkel se encuentra ente la espada y la pared ante el ultimátum de su ministro del Interior, Horst Seehofer, que ha amenazado con blindar las fronteras para estos demandantes de asilo y practicar devoluciones a los países de entrada si no hay una solución europea a finales de mes. La tensión es tal con su socio bávaro que en los últimos días no se ha descartado una caída de la Gran Coalición. El encuentro auspiciado por el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, tenía como propósito dar un respiro a Merkel intentando encontrar una solución a los movimientos secundarios, pero Italia no quiso aceptar que el encuentro se limitara a este punto e incluso llegó a amenazar con no asistir a la cita.
«Estamos de acuerdo en que no se puede dejar solos a los países que reciben la mayor carga de inmigrantes», dijo en una claro gesto a Italia la canciller, quien precisó, no obstante, que no se puede permitir que «las mafias o los peticionarios de asilo» decidan dónde formulan su solicitud, sino que debe regularse.
A pesar de las amenazas, Roma acudió a la cumbre con un espíritu algo más constructivo que en las pasadas jornadas, cuando Salvini insultó a Emmanuel Macron y Pedro Sánchez llamándoles «charlatanes». La propuesta italiana, a pesar de las declaraciones de Conte, no resulta excesivamente novedosa, sólo recoge ideas ya barajadas. Roma quiere dinamitar de una vez por todas el denominado acuerdo de Dublín, por el que corresponde a los países ribereños llevar a cabo los trámites de registro, identificación y solicitud de asilo o devolución en los casos de los inmigrantes ilegales. Para el nuevo Ejecutivo italiano, cualquier migrante que llegue a su territorio debe ser responsabilidad de la UE en su conjunto y por eso ve con buenos ojos la puesta en marcha de centros de refugiados en suelo europeo o en países africanos, tal y como baraja el presidente del Consejo Donald Tusk, siempre que se respete este principio y se pongan en marcha mecanismos de reparto obligatorios.
Una iniciativa que vuelve a chocar una y otra vez con el mismo muro: la oposición de los países del Este, que han boicoteado sin cuartel durante tres años cualquier sistema de solidaridad obligatoria. El Grupo de Visegrado (Hungría, Polonía, República Checa y Eslovaquia) no fueron invitados al encuentro y tampoco mostraron interés en acudir.
Alemania, Francia y España se presentaron con la propuesta de establecer centros cerrados para migrantes dentro de las fronteras europeas, sin cerrar la puerta a las «plataformas regionales de desembarco», propuestas por Tusk en países africanos. Fuentes diplomáticas españolas sostenían que ambas iniciativas resultan compatibles. El problema de esta iniciativa es su falta de concreción.
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