Elecciones en Alemania
Merkel y Steinbrück, a la caza desesperada del voto indeciso
Apasionante final de campaña en Alemania. Aprovechando que en este país no existe jornada de reflexión, los partidos políticos se lanzarán hoy a la calle para convencer al 30% de electores que aún no han decidido su voto. Para la secretaria general del Partido Socialdemócrata (SPD), Andreas Nahles, «la campaña sólo termina el domingo, cuando se cierren los colegios. La idea de que a las doce del sábado se termina y se deja que el elector decida no tiene sentido con esta nueva tendencia». «No luchar hasta el final representa despreciar un gran potencial», asegura. Y es que los millones de indecisos se han convertido en el objeto de deseo de los dos principales partidos. Especialmente para el SPD, que tras un nefasto inicio de campaña, comienza a levantar cabeza y a reducir su distancia con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel.
A imagen de la campaña que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca en 2008, los socialdemócratas han recurrido al puerta a puerta para convencer a unos electores que aún no le han perdonado las reformas del Estado del Bienestar de Gerhard Schröder. Entre 1998 y 2009, el partido ha perdido nueve millones de votantes. «Hemos hecho cinco millones de contactos directos con los electores, que en nuestro caso son menos educados y están más distanciados de la política que los que votan a la CDU o a los liberales», explica a LA RAZÓN el número dos socialdemócrata en Berlín, Philipp Steinberg, que reconoce que «fue un error flexibilizar el mercado de trabajo sin establecer un salario mínimo».
El candidato socialdemócrata, Peer Steinbrück, ya ha dicho que después de depositar su voto en Bonn, donde reside con su esposa Gertrude, se trasladará a Berlín para convencer a los últimos rezagados. «Hacemos campaña hasta el cierre de los locales para lograr lo que queremos y son los electores los que decidirán», explica. El rival de Merkel se dio la noche del jueves un baño de masas en la céntrica Alexanderplatz de Berlín, que parecía más una fiesta bañada en cerveza que un acto político. «Él es completamente diferente a Merkel y eso es bueno», nos cuenta Daniel, militante desde hace más de veinte años. «Merkel habla mucho y no hace nada», se queja con una jarra en la mano. En su discurso, Steinbrück cargó contra el partido euroescéptico Alternativa por Alemania (AfD), al que los sondeos colocan a la puerta del Parlamanto federal (Bundestag). «No sólo tenemos un interés político en mantener unida a esta maravillosa Europa, sino que nuestro interés es también económico y por eso os aconsejo que no sigáis a los flautistas de Hamelin», en alusión al líder de AfD, el catedrático de Economía Bernd Lucke.
Precisamente, el auge de AfD, un partido que nació el pasado abril con el único programa de acabar con el euro, amenaza la reelección de Merkel por el flanco derecho. En caso de entrar por primera vez en el Bundestag, se convertiría en la primera formación política euroésceptica y en la primera a la derecha de la CDU. Esta amenaza, junto al posible voto útil a favor del Partido Liberal (FDP) amenazan con menguar la ventaja de doce puntos que le otorgan los sondeos a Merkel.
«Trabajo por la continuidad de la coalición y lo haré hasta el cierre de los locales electorales», subrayó en Turingia la líder democristiana, que, por si acaso, reconoció que la Gran Coalición (2005-2009) hizo «un buen trabajo» a la hora de afrontar la crisis financiera. Una alabanza indirecta a Steinbrück, que fue su ministro de Finanzas.
Mientras, un peso pesado de la CDU, el presidente del Parlamento, Norbert Lammert, reconoció al diario «Rheinische Post» que «no considera ningún logro los sondeos hasta el mismo día de los comicios, ya que se llegan a confundir las encuestas con los resultados electorales».
Alta abstención
Además de la alta abstención, los sondeos detectan una fuerte desafección política entre la población alemana. A un 56% de los alemanes no le preocupa quién gane mañana, mientras que un 70% no advierte diferencias entre el SPD y la CDU. En opinión del politólogo Karl Rudolf Korte, «en Alemania tenemos una fuerte concentración centrista. Los partidos ya casi no se diferencian». En cambio, Walter Berneckher, de la Universidad Erlanger-Nuremberg, reparte las culpas: «Sí hay diferencias, pero muchos alemanes no lo saben porque sólo conocen lo que oyen en la televisión y, además, los políticos tratan de sugerir que todos están en el centro para poder así ser elegidos por gran parte de la población».
Esta falta de confrontación política, animada por Merkel con una campaña de bajo perfil en el que ha evitado discutir asuntos controvertidos, explica el crecimiento de los pequeños partidos y la decadencia de los grandes. La CDU y el SPD aglutinaron en las elecciones de 2009 un 57% de los votos, frente al 90% que alcanzaban hasta hace 20 años. Todo ello también explica por qué la participación electoral ha caído casi 20 puntos en 40 años. Del 91,1% de participación registrado en 1972, se pasó al 70,8% hace cinco años. De ahí que, en un gesto inédito, el presidente federal, Joachim Gauck, se haya dirigido a la nación para recordar que «la democracia no se da naturalmente; tiene que ser construida por nosotros». En la misma línea, el diario «Die Welt Komakt» titulaba su portada con «Te queremos», junto al águila del escudo de Alemania.
La campaña ayer se trasladó también al Bundesrat (Senado), donde la oposición que domina la Cámara Alta tumbó cuatro proyectos de ley del Gobierno, en un claro aviso de lo que puede suceder en la próxima legislatura si Merkel no consigue armar una sólida mayoría. «Lo que es insuficiente, tiene que volver a hacerse de nuevo», dijo la ministra encargada del Bundesrat del Gobierno regional de Renania-Westfalia, la socialdemócrata Angelica Schwall-Dürren.
La campaña socialdemócrata costó 23 millones
Aunque reciben dinero de las arcas públicas en función de los votos obtenidos, éstos no son suficientes para financiar una cara y larga campaña electoral. La Unión Cristianodemócrata (CDU) ha gastado 20 millones de euros para que Merkel logre su tercer mandato, mientras que sus socios liberales han invertido cuatro millones para tratar de garantizar su supervivencia política. Sin embargo, la campaña más costosa ha sido la del socialdemócrata Steinbrück, que ha ascendido a 23 millones. Finalmente, Los Verdes y Die Linke (La Izquierda) han invertido 5,5. Los principales donantes de los partidos son las grandes empresas químicas y automovilísticas, que financian a los dos grandes partidos para influir gane quien gane mañana.
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