Internacional
México pasa página
ntes de escribir sobre la llegada de Andrés Manuel López Obrador el próximo 1 de diciembre, valdría la pena hablar de la salida de Enrique Peña Nieto de la presidencia de México. Acaba un sexenio cargado de controversias. Por un lado una imagen negativa donde las encuestas más alentadoras le dan un 15% de popularidad. Casos de corrupción con un eco importante en los medios y en la opinión pública que desgastaron en gran medida la figura del Presidente en funciones, la de su partido, la de sus allegados más próximos e incluso la de su familia.
¡Qué importante es para un gobernante dejar un legado! Peña compartió esa visión. Desde un principio apuntó a que su legado fueran las reformas estructurales que desde su campaña electoral de 2012, prometió impulsar. Tal fue su victoria y la legitimidad con la que llegaba al poder, que logró consolidar el llamado «Pacto Por México». Los partidos opositores y el nuevo gobierno de entonces pactaban un acuerdo de gobernabilidad de cara a dichas reformas, en total 11. Entre las más importantes y mediáticas estuvieron: la educativa, la energética, la fiscal, la política y la de telecomunicaciones.
El tiempo y el desgaste del gobierno desvaneció dicho pacto. Las reformas sufrieron con el transcurrir de los meses el coletazo de un huracán que fue golpeando la legitimidad del joven y prometedor líder priista. En este sentido, Peña ansía colgar los guantes. Espera el 1 de diciembre para entregar la banda presidencial y retirarse definitivamente de la política. Por ahora, ha afirmado que no ha decidido cuál será su actividad ordinaria a partir del año que viene.
Previo a su elección como Presidente, Peña Nieto mantuvo niveles altos de popularidad tras seis años de gobierno en el estado con más habitantes y probablemente de los más conflictivos del país, el Estado de México. Sin embargo su desempeño demostró que gobernar una región no es ni cercano a hacerlo en un país, y menos en el caso de México con el cáncer del narcotráfico erosionando la institucionalidad y quitando la paz de la gran mayoría de los mexicanos.
La inseguridad y la pobreza serán precisamente sus grandes deudas, lo ha reconocido: «No hemos sido suficientemente asertivos, donde todavía tenemos un gran reto es en revertir las condiciones de pobreza, lograr mayor igualdad en nuestra sociedad, ser más certeros y eficaces en el combate a la inseguridad». Deja un país con mayor conflictividad. Por ejemplo, este 2018 se registrará como el más violento de su sexenio con cerca de 30.000 homicidios, de acuerdo con cifras oficiales. Adicionalmente, los datos revelan que, en promedio, la cifra de muertes producto de la violencia es de 2.500 cada día.
Así acabará la historia política de un hombre que llegó a ser portada en el «Times», días después de asumir el mando de su país, con el título: «Salvando a México». Hoy, la realidad demuestra que aquello quedó simplemente en una portada de papel.
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