Bruselas
Miércoles santo blindado
Los expertos no han pasado por alto que el atentado haya sido realizado en martes santo. Las celebraciones religiosas de estos días en España estarán especialmente protegidas.
Los expertos no han pasado por alto que el atentado haya sido realizado en martes santo. Las celebraciones religiosas de estos días en España estarán especialmente protegidas.
Las concentraciones de fieles con motivo de la Semana Santa son objeto de especial atención dentro de las medidas contempladas en el nivel de alerta antiterrorista donde se encuentra nuestro país. Para los yihadistas, las acciones para la constitución de un «Gran Califato» constituyen una guerra de religión. Sea una mera coincidencia o no, una fecha escogida de forma premeditada o no, lo cierto es que los atentados de Bruselas se producen en martes santo, en medio de una semana de especial significación para los católicos de todo el mundo, y que en Bélgica constituyen una parte importante de la población.
Que el terrorismo que desarrolla el Daesh, el Estado Islámico, para la formación de un «Gran Califato», en el que se impondría a sus habitantes la doctrina musulmana en su versión más rigorista (la sharia), es una guerra de religión, es algo que nadie puede negar. No es políticamente correcto decirlo o escribirlo, pero es una realidad innegable, que sus promotores tampoco se ocupan de ocultar.
Los portavoces del Estado Islámico, que han llegado a insertar en sus publicaciones fotografías de yihadistas arrancando cruces de las iglesias, lanzan continuos mensajes para acabar con los «cruzados» (cristianos).
Mohamed al Adnani, portavoz del Daesh, lanzaba la siguiente fatua (orden de obligado cumplimiento): «Mata al infiel –al no musulmán– sea civil o militar. Si puedes asesinar a un infiel estadounidense o europeo o a un australiano o un canadiense... incluido los ciudadanos de los países que participan en la coalición contra el Estado Islámico (España está entre ellos), confía en Alá y mátalo».
«Si no puedes encontrar explosivos o munición, arrincona al infiel. Aplasta su cabeza con una roca, mátalo con un cuchillo, atropéllalo con tu automóvil, arrójalo desde un lugar elevado, estrangúlalo o envenénalo. No lo consultes con nadie y no busques el consejo de nadie. Ya sean civiles o militares, se aplica la misma regla», agrega.
Recientemente, un grupo de monjas católicas en Yemen fueron víctimas de este terrorismo tan fanático y cruel. Cuatro religiosas fueron asesinadas en Yemen a sangre fría. Pertenecían a la congregación de las Misioneras de la Caridad. Frente a otros ataques, como los de ayer, el silencio mediático rodeó unos crímenes tan salvajes perpetrados por quienes enarbolan el Corán como libro sagrado.
Extremistas musulmanes irrumpieron en la residencia de ancianos que las hermanas Misioneras de la Caridad dirigían en Aden, en Yemen, y acabaron con la vida de doce personas. Cuatro religiosas fueron asesinadas, acusadas de hacer proselitismo cristiano entre los necesitados a los que atendían, mientras servían el desayuno a los ancianos y discapacitados con los que vivían.
En 2015, según cifras aportadas por distintos medios, más de 7.000 cristianos han sido asesinados por su fe. La proclama yihadista y el correspondiente acto de barbarie tienen,según los expertos, una relación causa efecto. Unos encienden la mecha, y otros colocan la bomba o aprietan el gatillo.La Semana Santa, que tanta importancia tiene en España y que congrega a tantos cientos de miles de fieles en las calles de ciudades y pueblos, son objetivos potenciales del terrorismo yihadista. Los terroristas buscan siempre varios objetivos: causar el mayor número de víctimas, y las aglomeraciones de personas lo permiten; y minar la moral de sus enemigos «cristianos», con ataques a lo que les es más querido y respetado.
Hasta el momento, no se han detectado en España amenazas concretas de los islamistas contra la Semana Santa, lo que no quiere decir que los terroristas puedan aprovechar en algún momento estas fechas para dar la mayor publicidad mediática a sus acciones criminales.
Entre las muchas falacias con las que los cabecillas yihadistas instruyen a los combatientes, está la de que Al Andalus (España) era un territorio suyo, que les fue arrebatado por los «cruzados», y cuya reconquista es un objetivo prioritario. Poblaciones emblemáticas para los musulmanes como Córdoba, Toledo y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, aparecen frecuentemente citadas en las amenazas del Estado Islámico. La Mezquita-Catedral de Córdoba se ha convertido, para alegría de los musulmanes de todo signo, en una reivindicación de ciertos grupos de la izquierda española, que desean que la Iglesia Católica la comparta, en el mejor de los casos, con otras confesiones. Este tipo de posturas no hacen sino exaltar a los más radicales.
En algunos registros, las Fuerzas de Seguridad han encontrado fotografías de yihadistas con la bandera del Daesh delante, por ejemplo, de la Basílica del Pilar en Zaragoza.
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