Estados Unidos

Mike Pence, un republicano clásico para reconciliar a Trump con el partido

Lleva casado 31 años con su esposa, Karen, tiene tres hijos y no se le conoce ningún escándalo personal

Mike Pence habla en Indianapolis.
Mike Pence habla en Indianapolis.larazon

El aspirante republicano a la Presidencia de EEUU, Donald Trump, eligió hoy como su candidato a vicepresidente al gobernador de Indiana, Mike Pence, un conservador clásico que puede ayudarle a reconciliarse con el núcleo tradicional del partido.

El aspirante republicano a la Presidencia de EEUU, Donald Trump, eligió hoy como su candidato a vicepresidente al gobernador de Indiana, Mike Pence, un conservador clásico que puede ayudarle a reconciliarse con el núcleo tradicional del partido.

Pence, de 57 años, debía decidir hoy viernes si se presentaba a la reelección como gobernador, porque la ley de Indiana no permite competir por un cargo estatal y uno federal al mismo tiempo.

A Trump también le apretaba el tiempo: debía anunciar a su compañero de candidatura a la Presidencia antes de la Convención Nacional Republicana, que se celebrará en Cleveland, en el estado de Ohio, entre el 18 y el 21 de julio.

El incendiario multimillonario, que ha roto todos los esquemas de las elecciones estadounidenses y de su propio partido, había dicho que quería un candidato a vicepresidente con experiencia política que le ayudara a tender puentes con las mayorías republicanas en el Congreso, donde muchos legisladores aún recelan de él.

Pence, congresista por Indiana entre 2003 y 2013, guarda buenos contactos de esa década larga en Washington, donde batalló por la disciplina fiscal, un Gobierno federal con menos peso, una política de defensa fuerte y un programa social rigurosamente conservador. Es decir, por el abecé de la ortodoxia republicana.

"Es un candidato que cumple todos los requisitos", se comenta en los círculos políticos de Washington, donde Pence es visto como una "opción de consenso"que puede hacer "digerible"a Trump no solo entre la elite del partido, sino también para el votante ultraconservador y el poderoso sector evangélico.

Estos grupos, con frecuencia entrelazados, nunca han confiado en que Trump sea un auténtico conservador: en el pasado apoyó a demócratas, se mostró abierto en temas como el aborto y va por su tercer matrimonio, con un historial sentimental ampliamente aireado en la prensa rosa.

Al contrario, Pence lleva casado 31 años con su esposa, Karen, tiene tres hijos y no se le conoce ningún escándalo personal.

Además, su legado de conservadurismo social es impecable. En la Cámara de Representantes encabezó el tipo de batallas que exaltan a ese sector y, como gobernador, firmó una ley criticada por permitir la negación de servicios a homosexuales por motivos religiosos y otra que prohíbe abortar por la discapacidad, raza o género del feto.

Su política económica sigue al pie de la letra la doctrina clásica republicana: aprobó la mayor bajada de impuestos de la historia de Indiana, impulsó rebajas fiscales a las empresas para atraer la inversión y toda su vida ha sido un adalid de la más estricta disciplina fiscal.

Económico es también su mayor punto de fricción con Trump: como congresista votó a favor de todos los tratados de libre comercio que se propusieron y apoyó en varias ocasiones liberalizar más el comercio con China, una postura que el magnate rechaza taxativamente por considerarla responsable de la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo en Estados Unidos.

Pence también apoya el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) que se ha negociado durante el Gobierno de Barack Obama y cuya oposición total es uno de los puntos cardinales de la campaña de Trump.

Esta diferencia se ha salvado con una redacción ambigua en el programa político que el Partido Republicano aprobará en la Convención, que pide poner "a Estados Unidos primero"-otro de los lemas de Trump- a la hora de negociar tratados comerciales y, sin rechazar el TPP, aboga por revisar con calma su ratificación en el Congreso.

Pence, que barajó presentarse como candidato a las primarias de este año, aporta al tándem republicano la experiencia legislativa y gubernamental de la que Trump presume carecer y encarna al conservador arquetípico del que el magnate dista en numerosos sentidos.

El gobernador no es conocido por su carisma ni por una personalidad arrolladora, pero no le hace falta: competirá por la Casa Blanca junto a unos de los candidatos que más pasiones, de amor y de odio, han levantado en la historia del país.

De nombre poco conocido a nivel nacional, Pence es una apuesta que, sin entusiasmar a casi nadie, parece contentar un poco a todos, algo que ya es bastante teniendo en cuenta la insólita relación de guerra abierta entre sectores tradicionales del Partido Republicano y su candidato a la Presidencia.

Pence, que antes de que Trump ganara las primarias de Indiana apoyó al senador ultraconservador Ted Cruz, ha defendido después públicamente que el magnate "ha dado voz a la frustración de millones de estadounidenses trabajadores con la falta de avances en Washington".

El gobernador, nacido en la ciudad de Columbus en 1959, creció y cursó todos sus estudios, incluida su licenciatura en Derecho, en su Indiana natal, un estado eminentemente agrícola del Medio Oeste de Estados Unidos considerado históricamente un feudo republicano.