Ataque yihadista en Francia

Omar Ismail Mostefai, un asesino «normal»

Exterior de la casa de Omar Ismail Mostefai –en Chartres, a 90 kilómetros de París–, el primer terrorista identificado. Era francés
Exterior de la casa de Omar Ismail Mostefai –en Chartres, a 90 kilómetros de París–, el primer terrorista identificado. Era francéslarazon

Gracias al ADN de un dedo hallado en la sala de conciertos Bataclan se ha podido conocer la identidad de uno de los yihadistas de los atentados del viernes. De la huella dactilar encontrada salió una ficha policial: Omar Ismail Mostefai, nacido en Courcouronnes (Essone), al sur de París, en 1985 y de padres argelinos. Como tantos otros terroristas, era un conocido de las autoridades por sus delitos menores al terminar su adolescencia.

Para indignación de las familias de los fallecidos, estaba «fichado» por la Policía. Omar no llegó a pasar por la crisis de los 30 –su cumpleaños era el próximo sábado 21– porque el viernes decidió abrir fuego contra todos los presentes en el concierto de Eagles of Death Metal. Después, no contento con el daño y las vidas arrebatadas durante los más de 10 minutos de intenso tiroteo, se inmoló en la segunda planta de Bataclan. Él, junto a otros dos yihadistas, mataron a al menos 89 personas, entre ellas dos españoles.

Los últimos días de su vida fueron muy discretos, según ha podido saber este periódico. Omar había dejado su Courcouconnes natal hace varios años para vivir en Chartres, a 90 kilómetros al sur de la capital, con su familia, pero no en el centro de la turística ciudad famosa por su catedral, sino en una cité, en el nada fácil barrio de La Madeleine. Los edificios aledaños a la calle 11 de noviembre son de aspecto industrial y tienen un alquiler muy bajo. El joven de 29 años era conocido para los vendedores de hachís y pandillas del barrio, aunque ayer muchos de los vecinos habían perdido la memoria, sobre todo ahora después de conocer que su padre, su hermano y su cuñada han pasado a disposición judicial. «Sí, vivía aquí, pero no le conocía personalmente», comenta un joven de rasgos subsaharianos en chándal negro, gorra y gafas de sol. «Nadie te va a decir nada porque es un tema delicado», asegura a su lado su amigo. En la tienda de ultramarinos del barrio, uno de los regentes árabes nos invita a salir de una forma muy hostil.

A Awa, que va de paseo con su hija y una amiga, no le gusta nada que haya podido saludar a alguien como él. «Me da miedo pensar que podría haber hecho lo que hizo en Bataclan en mitad del barrio». Awa confiesa que últimamente Omar llevaba una vida muy discreta. Según informa «Le Monde», se habría tranquilizado tras el nacimiento de su hija en 2010 o más bien por sentirse vigilado por las Fuerzas de Seguridad galas. También estuvo algunos meses en Siria, pues hay un registro de su llegada a Turquía en otoño de 2013. Lo que sí le llama la atención a Awa es que asistiera a la mezquita de Lucé y no a la que se encuentra a escasos metros del barrio. Allí tenía encuentros con un imán de origen marroquí, que ya no está al frente de la mezquita, según pudo saber LA RAZÓN. El alcalde de Chartres, el conservador Jean Pierre Gorges, que lleva al frente de la localidad desde 2001 y es conocido en Chartres como «Ramses II» por las obras que lleva a cabo, explicó a primera hora de la mañana que los Mostefai vivían en La Madeleine y que Omar era asiduo a la mezquita de Lucé, en los suburbios de la ciudad, donde habría estado bajo la influencia de un islamista radical, nacido en Marruecos y residente en Bélgica, que había ido en varias ocasiones a la zona. «Lo que ahora hay que saber es si hay una célula en Chartres o si los Mostefai estaban en contacto con una red yihadista más internacional, con lazos en Bélgica», asegura el alcalde.

Los investigadores, según el diario local «Journal du Centre», no descartan que su hermano fuera otro de los terroristas de la sala de conciertos Bataclan, pero el estado en el que quedaron los cuerpos después de que hicieran detonar sus cinturones de explosivos no ha permitido confirmarlo todavía.

La mezquita de Lucé se encuentra a unos 15-20 minutos en coche desde la casa de los Mostefai. Omar estaba casado y tenía una hija de unos cinco años y vivían con sus padres, dos hermanos y dos hermanas. En el barrio de Lucé, también una «cité» en la que la mayoría de los vecinos son de origen migrante, no quieren ni oír hablar de Omar Mostefai. Amana Alah asegura a este periódico que en la mezquita no se ensalza el discurso radical. «Somos musulmanes moderados. Pero es verdad que no puedes impedir el acceso a la mezquita, todo el mundo tiene derecho a ir a cualquier mezquita aunque no seas del barrio», explica Amana. «Aun así, yo no tengo por qué asumir la responsabilidad de lo que ha hecho, aunque fuera mi hermano». Amana, que manifiesta haber nacido en Francia y que paga sus impuestos cuando puede, también tiene miedo: «Hoy he ido a rezar y al agacharme, miré hacia atrás».

En un Kebab cercano a la estación de Chartres, Mehdi y Omar indican a LA RAZÓN que «sí conocían a Omar». «Era muy buen tipo, muy educado», confiesa Mehdi, de unos 30 años. «Le hemos visto alguna vez en la mezquita de Lucé, pero es cierto que hace tres o cuatro años». Omar Ismail Mostefai, según dicen estos hombres, es fan del club de fútbol regional Beau Lieu, al igual que ellos. «Acudía bastante al campo, que tiene espacio para unas 400 personas, a ver al equipo y se suele jugar los domingos». Mehdi continúa: «Últimamente llevaba una vida muy discreta, pero es cierto que era súper gentil. Nunca habíamos sospechado que pudiera hacer lo que ha hecho en París».

En la mezquita: «aquí es muy difícil conocerlos a todos»

Omar Ismail Mostefai frecuentaba una mezquiga de Chartres. Ayer, los responsables de este templo condenaron el atentado y criticaron a los medios de comunicación y al alcalde de la ciudad por extender la sombra de la sospecha sobre ellos. «No nos suena Omar. Cada viernes vienen 200 fieles, es muy difícil conocerlos a todos», dijeron los responsa bles del centro. La Policía francesa ya sospechaba de este lugar religioso porque a principios de 2015 se instaló una cámara para identificar a los musulmanes. Además, el imán anterior fue expulsado en 2012 de la mezquita «porque no tenía papeles, era un ilegal de origen marroquí».