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El buzo que se asfixió regalando aire a los niños

Pereció el jueves al quedarse sin oxígeno mientras regresaba buceando de la cavidad donde se encuentran los niños.

Personal de la Marina tailandesa carga tanques de oxígeno durante las operaciones de rescate del equipo de fútbol infantil y su asistente de entrenador en la cueva Tham Luang
Personal de la Marina tailandesa carga tanques de oxígeno durante las operaciones de rescate del equipo de fútbol infantil y su asistente de entrenador en la cueva Tham Luanglarazon

La caverna de Tham Luang se cobró ayer su primera víctima: un submarinista del cuerpo de fuerzas especiales de la Marina tailandesa que se presentó voluntario para ayudar en las tareas de rescate. Difícilmente se puede exagerar el heroísmo de Saman Kunan que murió al quedarse sin aire en los pulmones para llevar oxígeno a los niños atrapados.

Tampoco puede exagerarse la sangre fría y la valentía necesarias para bucear en completa oscuridad a lo largo de 1,7 kilómetros llenos de imprevisibles corrientes de agua acarreando bombonas de oxígeno en un trayecto que, en sus dos sentidos, requiere 11 horas para ser recorrido. Fue precisamente al final del trayecto de vuelta cuando Kunan perdió el conocimiento a la 1 de la madrugada de ayer, según informó el vicegobernador de la provincia de Chiang Rai, Passakorn Boonyaluck.

Tras llegar al campamento en mitad de la cueva que se halla a escasos dos kilómetros de donde se encuentran los 12 niños y su monitor, Kunan se desmayó y las tareas para reanimarle no obtuvieron resultado. Los niveles de oxígeno continuaban bajando por lo que restituir los niveles normales de este gas se convirtió en la «prioridad número uno» para los mandos de la misión de rescate. Hasta ahora se han transportado 30 tanques de oxígeno y el aire que respiran los niños en estos momentos es, literalmente, el que le faltó a Saman Kunan.

«Nos vemos en Tham Luang», decía un optimista Saman Kunan, de 38 años de edad, en el último vídeo que publicó en redes sociales al tiempo que subía al avión que le llevaría a la región limítrofe con Myanmar donde se encuetra la caverna en la que perdería la vida. La Marina tailandesa y sus compañeros elogiaron su valentía y compañerismo e informaron de que había dejado su unidad en 2006 para trabajar en el aeropuerto de Suvarnabhumi con los equipos de emergencia. Kunan era un enamorado de los deportes de riesgo y avezado triatleta. «Su esfuerzo y determinación permanecerá siempre en el corazón de todos nuestros buzos», rezaba un comunicado publicado por la Marina Real de Tailandia. Su cuerpo ya ha sido trasladado en un avión C-120 de las fuerzas aéreas hasta la capital, Bangkok, donde recibirá un entierro al que asistirá la familia real de este país del sureste asiático. «Era de Isan (al noreste de Tailandia). Quería mucho a sus amigos y cuidaba de todo el mundo. Era muy fuerte y le gustaba practicar deportes de aventura. Estaba llego de energía», se lamentó el teniente Chalong Panpong en la BBC.