Política

Egipto

Mursi, cada vez más aislado

El vicepresidente Mahmud Meki dimite por discrepancias con el presidente egipcio durante la segunda vuelta del referéndum constitucional

Un grupo de mujeres espera ayer fuera de un colegio electoral en Bani Sweif, al sur de El Cairo
Un grupo de mujeres espera ayer fuera de un colegio electoral en Bani Sweif, al sur de El Cairolarazon

La aprobación de una nueva Constitución traería finalmente la estabilidad a Egipto y sentaría las bases para avanzar en la transición democrática, según el Gobierno del presidente Mohamed Mursi, pero todo indica lo contrario. El polémico referéndum constitucional culminaba ayer con la dimisión del vicepresidente, Mahmud Mekki, en medio del conflicto entre Mursi y los jueces, que en su mayoría boicotearon la votación. Mekki, un destacado juez opositor al régimen del ex presidente Hosni Mubarak, explicó en un comunicado que se marchaba porque hacía tiempo que se había dado cuenta de que la labor política no es compatible con su formación como juez. Según él mismo, ya había decidido dimitir antes de que estallara la actual crisis, el 22 de noviembre con el decreto dictatorial de Mursi, y antes de que fuera convocado el referéndum, pero el anuncio hecho ayer por la tarde, a pocas horas del cierre de las urnas, indicaba que el descontento y las divisiones no está presentes sólo en las calles.

Los egipcios volvían ayer a las urnas para decidir el destino de la nueva Constitución, ya resignados a que ésta será finalmente aprobada, después de que un 57% de los votantes respaldara el borrador en la primera jornada del referéndum, el pasado 15 de diciembre. El plebiscito tuvo que dividirse en dos rondas debido a la falta de jueces para supervisar la votación, lo cual ha dado lugar a grandes problemas logísticos pero, sobre todo, de credibilidad.

La tensión y la desconfianza entre los Hermanos Musulmanes en el poder y la oposición han aumentado durante el referéndum, con denuncias de fraude electoral y acusaciones cruzadas. Ayer al mediodía, en el colegio Imam Ali del barrio cairota de Dokki, los votantes esperaban pacientes a que el juez terminara de rezar y volviera a la mesa electoral. El hecho de que el juez hubiera detenido la votación para rezar hizo que varios votantes sospecharan de su tendencia islamista, y dudaran por tanto de su neutralidad. Fátima, una mujer de mediana edad, exigió ver la identificación del juez, después de que en la ronda anterior se registraran varios casos en los que los jueces fueron suplantados por simples funcionarios afines a la Hermandad. «Ya no me fío del sistema», explica Fátima a LA RAZÓN. «Hay una gran diferencia con las elecciones anteriores, ahora todo es caótico y los resultados estarán amañados», asegura. Ella y su entorno dijeron «no» a la Constitución, pero no confía en que esta opción resulte ganadora. Aquellos que rechazan la Carta Magna (liberales, izquierdistas, jóvenes revolucionarios, cristianos) creen que su voto no contará demasiado y por ello muchos han decidido boicotear.

La participación en la segunda ronda del referéndum se prevé incluso más baja que en la primera, cuando no superó el 33%. En un colegio electoral desierto del barrio de Aguza, Nashua se preguntaba dónde están las mujeres: «Todas las mujeres deberían venir a votar y decir 'no' porque con esta Constitución Mursi nos va a llevar 100 años atrás», aseguró a LA RAZÓN esta señora de fe cristiana. Más allá del contenido de la nueva Carta Magna, que la mayor parte de los egipcios no ha leído ni puede leer (el 40% de la población es analfabeta), las circunstancias en las que ha sido redactada y sometida a referéndum la convierten en un texto politizado. Los islamistas lo redactaron en solitario y han hecho todo lo que está en su mano para blindarla, sin preocuparse de las consecuencias de una Constitución considerada ilegítima por una parte del país. Los Hermanos Musulmanes aseguran que la Constitución solucionará todos los problemas de Egipto, y muchos ciudadanos quieren creer que es así, después de casi dos años de inestabilidad política que ha llevado el país al colapso económico. May, una estudiante universitaria de Economía, aseguró haber votado «sí» para que el país «empiece a funcionar», aunque no entiende ni está de acuerdo con muchos artículos.