Elecciones en Estados Unidos

Ni destruirá el Obamacare ni encarcelará a Clinton

Trump da marcha atrás en su primera entrevista tras la elección: salvará parte de la reforma sanitaria y no garantiza que endurezca la ley migratoria.

Donald Trump en el escenario durante un mitin en Reno, Nevada
Donald Trump en el escenario durante un mitin en Reno, Nevadalarazon

Trump da marcha atrás en su primera entrevista tras la elección: salvará parte de la reforma sanitaria y no garantiza que endurezca la ley migratoria.

El programa electoral con el que Donald Trump ha conseguido la presidencia estaba plagado de un gran número de promesas, como mínimo, controvertidas. Sin embargo, ahora que se ha confirmado que pronto cambiará su oficina en la Torre Trump neoyorquina por el Despacho Oval (al menos, algunas noches por semana), parece que para «hacer que América sea grande de nuevo», ya no va ni a derogar el «Obamacare» (reforma sanitaria de Obama), ni a meter en la cárcel a Hillary Clinton, ni a «drenar el pantano» corrupto en el que, según su opinión, se ha convertido Washington... ¿Mintió Donald Trump al prometer a sus votantes que construiría un muro entre Estados Unidos y México? Para Newt Gingrich, ex portavoz de la Cámara de Representantes, fue un «excelente instrumento de campaña», tal y como le dijo a la cadena NPR.

El magnate sigue tratando de reajustar su temperamento explosivo a su nueva posición como presidente electo. Cuando «The Wall Street Journal» le preguntó en la que ha sido su primera entrevista tras ganar las elecciones, si se arrepentía de la retórica incendiaria que ha caracterizado su campaña, Trump respondió con un lacónico «No, gané». Sin embargo, remarcó que, a partir de este momento, daría un giro a su tono beligerante y que sería más positivo porque ahora «es diferente», algo que va en la línea del cambio del mensaje hacia la reconciliación nacional que inició con su discurso de victoria en la noche del 8 de noviembre.

En este encuentro con una periodista del «Journal», el presidente hacía un repaso de algunas de esas promesas que ya no tiene tan claro que vaya a cumplir. Por poner un ejemplo, en lo que se refiere a la reforma sanitaria, el magnate republicano reconoció que ahora admite más posibilidades que no sean una derogación del«Obamacare», que, tras su primera reunión con Obama en la Casa Blanca, en la que, al parecer, el presidente saliente le sugirió varias partes de la reforma sanitaria que valdría la pena conservar.

En la misma entrevista, evitó responder a la pregunta de si va a nombrar una fiscal para investigar a Hillary Clinton, como prometió en sus mítines de campaña mientras sus votantes pedían a gritos que la encerrasen: «Es algo en lo que no he pensado demasiado, porque quiero solucionar otros problemas antes como Sanidad, empleos, fronteras, impuestos».

Tampoco parece que vaya a cambiar la política fronteriza actual, y eso a pesar de lo mucho que el discurso anti-inmigración caracterizó su campaña. Preguntado por el muro que el magnate prometió construir en la frontera entre EE UU y México (muro que, por otro lado, ya existe), Newt Gringrich, ex congresista, añadió en su entrevista con NPR que «puede que pase mucho tiempo controlando la frontera, pero no va a emplearse mucho en conseguir que el Estado de México pague el muro».

Pero uno no puede estar seguro. A la incertidumbre de si, finalmente, Trump va a seguir estas controvertidas promesas de campaña o va a optar por no hacerlo, se une la de cómo va a gobernar en general. De momento, el presidente electo, que hizo un eslogan de campaña con la frase «tenemos que drenar el pantano» corrupto de Washington, ha hecho precisamente todo lo contrario. Para formar el nuevo Gobierno, ha confiado en burócratas de la Administración Bush y en miembros del equipo del ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney (antiguo candidato presidencial republicano que se enfrentó con Obama en 2012), además de en su familia, muy unida a las grandes empresas del país.

Rebelión entre los demócratas

Es en el partido de la ex candidata presidencial Hillary Clinton donde se empieza a palpar la guerra civil que se suponía iba a tener lugar en la formación republicana. En los próximos meses, podría crearse una revuelta al estilo del «Tea Party», revuelta que se constituye como la única solución visible para lograr mantener la relación entre los políticos que conforman la agrupación y sus votantes. Así, pretenden evitar otro desastre político como vivieron en la noche electoral del pasado martes.

Se espera que, en esta guerra fraticida, los más cercanos al senador de Vermont, Bernie Sanders, contrincante de Hillary Clinton en las primarias demócratas, empiecen a tomar las riendas del partido. En las próximas elecciones primarias de la agrupación, esta parte del partido tendrá en su punto de mira a los miembros del «establishment» demócrata. Mientras tanto, intentarán deshacerse de todo lo que recuerde a su candidata de las elecciones de 2016. ¿Significará esto por fin el ocaso de la era Clinton?