Argentina
Ni rastro del submarino argentino: «Mi hijo tenía un mal presentimiento»
Resignación entre los familiares de los tripulantes del submarino argentino desaparecido en el Atlántico Sur, que entra en una fase «crítica» sin noticias sobre su localización.
El submarino fantasma sigue desaparecido mientras se agota el tiempo y el oxigeno. Las dos primeras hipótesis que se barajaban parecen descartadas. Si estuviera navegando o flotando a la deriva, el capitán habría podido llamar por radio, soltar las boyas de rastreo o lanzar bengalas. Por tanto, el submarino puede haber sufrido una grave avería que le habría obligado a caer a las profundidades, sin tiempo para emitir señal alguna. Empiezan las especulaciones y las voces disonantes sobre el estado del sumergible y, en especial, de sus baterías.
Ayer, la Armada argentina admitió que la búsqueda entra en «fase crítica» en la medida en que la nave no haya podido renovar el aire cuando se cumplen ocho días desde la última vez que el buque mantuvo contacto con la base naval. El oxígeno podría acabarse pronto, aunque todos en Argentina aún mantienen la esperanza.
LA RAZÓN pudo conversar con los padres de uno de los tripulantes a bordo del submarino, cuyo apellido es Gutiérrez, originarios de Salta, norte de Argentina. Ambos aseguraron que su hijo estaba preocupado antes de zarpar por «las precarias condiciones» del ARA San Juan. «Mi hijo estuvo haciendo maniobras días antes y nos comentó que en una de las inmersiones empezó a entrar agua, aunque consiguieron taponar el orificio», comenta. «Después repararon las baterías, pero mi hijo tenía un mal presentimiento», añade esta familia desde la base naval de Comodoro Rivadavia. Una familia que prefiere mantener un bajo perfil, al encontrarse todavía en las instalaciones de la Armada. «En cualquier caso es momento para la esperanza, no para dirimir responsabilidades», aclara con voz entrecortada. Antes de iniciar su última misión hace 40 días, el submarino San Juan había sido reparado. En el Gobierno se preguntan por qué el miércoles por la mañana el comandante capitán de fragata Pedro Martín Fernández llamó a su base para reportar una «avería, un cortocircuito», pero un rato más tarde afirmó que el problema «había sido solucionado».
Amigos de Jorge Bergallo, uno de los 44 tripulantes del San Juan, están convencidos de que todos los marineros que viajan en la nave «son excelentes profesionales» y que «van a volver en cualquier momento». «Sabemos que van a venir, tenemos plena confianza, los estamos esperando. A seguir luchando, pensando, rezando, teniendo fe», explicó a Efe Diego, amigo de Bergallo, quien junto al resto de la tripulación partió el 13 de noviembre del sureño puerto de Ushuaia hacia su base en Mar del Plata cuando se perdió su rastro el miércoles pasado.
El submarino fue construido en el astillero alemán Thyssen Nordseewerke y está al servicio del país desde 1985. Fue comprado por el ex almirante y dictador Emilio Massera . Es decir, es un submarino que ya tiene 32 años.
El San Juan tiene 90 baterías y cada una pesa 500 kilos. Al incendiarse, las baterías pueden perder hidrógeno, lo que contamina el oxígeno de la nave. Además, la calefacción quedaría dañada con peligro de hipotermia, y también el sistema de refrigeración que mantiene frescos los víveres. La nave ha tenido problemas con las baterías desde su diseño en Alemania con continuas reparaciones. Pero en la Armada mantienen una premisa: si el San Juan salió a navegar para hacer inmersión es porque estaba en condiciones.
Los medios locales destacan «el cortocircuito» latente entre el Gobierno y la Armada. De hecho, el Ejercito sabía días antes que el submarino no daba noticias pero, sin embargo, no se lo notificó al presidente Mauricio Macri, visiblemente molesto durante.
Las novedades que se esperaban ayer con gran expectativa en el primer parte oficial del día, a cargo del capitán Enrique Balbi, fueron negativas. Si bien surgieron varios «indicios» en las últimas 48 horas, ninguno de ellos permitió conocer el paradero del buque. Por otro lado, la Marina de Estados Unidos habría localizado con uno de sus aviones una «mancha calórica», que se correspondería a un objeto metálico, a unos 300 kilómetros de la costa de Puerto Madryn y a unos 70 metros de profundidad en el Atlántico Sur.
En el área de búsqueda hay 14 unidades navales y 10 aviones, argentinas y de países como Estados Unidos, Noruega, Reino Unido, Francia, Chile, Uruguay, Brasil y Perú. El Skandi Patagonia actúa como buque madre. El primer paso de la búsqueda consiste en el lanzamiento a las profundidades del Vehículo de Operación Remota. Ese robot cuenta con tecnología punta en la búsqueda de objetos submarinos. Su sistema está enriquecido por sónares de diverso alcance, magnetómetros, dos cámaras y un brazo manipulador.
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