Rusia
Nube tóxica tras la explosión de un misil nuclear en Rusia
La radiación obliga a evacuar la aldea de Nyonoksa, aunque el Kremlin niega la vinculación con el accidente letal del pasado jueves en una base militar.
La radiación obliga a evacuar la aldea de Nyonoksa, aunque el Kremlin niega la vinculación con el accidente letal del pasado jueves en una base militar.
Las autoridades rusas recomendaron a los residentes de Nyonoksa dejar sus hogares mientras se realizaban labores de mantenimiento en la base naval que el Kremlin mantiene a tan solo 30 kilómetros. El pasado jueves una explosión mató a siete personas. «Hemos recibido una notificación sobre las actividades de las autoridades militares. A este respecto, se pidió a los residentes que abandonen la aldea a partir del 14 de agosto», informaron autoridades locales.
Según la agencia rusa Interfax, cuando la noticia empezó a difundirse, los residentes de las ciudades cercanas al lugar de la explosión agotaron las pastillas de yodo en las farmacias de la zona, ya que ofrecen cierta protección contra la radiación.
Los niveles de radiación de la pequeña ciudad costera de Severodvinsk se dispararon la pasada semana debido a una explosión de la que hasta ahora se sabe muy poco. Cinco ingenieros nucleares y dos militares resultaron muertos, según informó el Ministerio de Defensa, a causa de una «explosión del motor experimental de combustible líquido». La agencia nuclear rusa Rosatom comunicó que su personal había estado llevando a cabo pruebas en un misil de «fuente de energía isotópica» cuando se produjo la explosión que los arrojó al mar desde la plataforma de pruebas.
Los cinco ingenieros han sido enterrados en la ciudad de Sarov, a 370 kilómetros de Moscú, y despedidos como héroes en un multitudinario funeral. Los médicos que trataron a las víctimas fueron trasladadas a Moscú para un examen médico. Los facultativos enviados a la capital habrían firmado un acuerdo de confidencialidad sobre el accidente, según informó la agencia de noticias rusa TASS.
La rápida subida de los niveles de radiación, hasta 16 o 20 veces más de lo normal, han hecho saltar todas las alarmas y especular sobre el tipo de pruebas que el Kremlin estaría llevando a cabo. Días antes del accidente el Ministerio de Defensa había creado una zona de exclusión en la zona donde se estaban llevando a cabo los ensayos. El Kremlin también ha informado que la zona permanecerá cerrada al transporte civil hasta principios de septiembre.
Mientras la obsesión de la Alianza Atlántica es crear sistemas que detecten los misiles, el Kremlin se afana en producir un misil de propulsión nuclear que sea imperceptible para todo tipo de radar. Rusia ha estado probando desde 2017 lo que Putin llegó a llamar «armas invencibles» capaces de albergar ojivas nucleares en su interior, prototipos a los que podría pertenecer el modelo accidentado la semana pasada. Expertos estadounidenses vinculan el incidente con el misil de crucero nuclear Burevestnik 9M730, el mismo Putin se jactó de los progresos del misil a principios de este año.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, no confirmó si el accidente estaba relacionado con el misil ruso Burevestnik. Lo que sí aseguró Peskov fue que el desarrollo de misiles de propulsión nuclear que Rusia está desarrollando «superan significativamente el nivel alcanzado por otros países».
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