Política

Nueva York

Obama acepta resetear las relaciones con Irán

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pronuncia un discurso durante su intervención en el debate general de la 68ª sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas hoy, martes 24 de septiembre de 2013 en su sede en Nueva York (Estados Unidos).
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pronuncia un discurso durante su intervención en el debate general de la 68ª sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas hoy, martes 24 de septiembre de 2013 en su sede en Nueva York (Estados Unidos).larazon

Una inusual expectación invadió ayer la 68ª Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York. ¿Se produciría un encuentro fuera de la agenda oficial entre el presidente Barack Obama y su homólogo iraní, Hasan Rohani? Era lo que todo el mundo se preguntaba. Tanto es así que Teherán le quitó el protagonismo a la guerra siria en Nueva York. Mientras las delegaciones estaban atentas a que se confirmase un posible encuentro fortuito entre ambos, quizá un apretón de manos que cambiase el curso de la historia, Obama se subió al estrado del edificio temporal de Naciones Unidas- el oficial se encuentra en obras de restauración-para pronunciar su discurso anual ante Naciones Unidas.

La delegación rusa escuchó atentamente sus palabras, igual que los iraníes, cuyos miembros intercambiaban comentarios mientras el presidente de EE UU realizaba su alocución, al tiempo que el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Mohamed Javad Zarif, no consiguió evitar bostezar al final de la intervención. El presidente norteamericano dio la bienvenida al «moderado rumbo del Gobierno iraní». Pero recordó que «las palabras conciliadoras deben venir acompañadas de acciones transparentes que se puedan verificar», en clara referencia a los recientes gestos de Rohani, que incluyen un acuerdo de renovación de las conversaciones sobre su programa nuclear. De esta forma, se podrá abrir la puerta a una nueva etapa entre Teherán y Washington después de haber roto relaciones hace más de tres décadas.

Los grandes asuntos de la Asamblea General de este año fueron Irán y Siria, abordados junto con Palestina por Obama durante su discurso, que duró 40 minutos. El presidente americano fue el primero en saltarse el protocolo de reducir las intervenciones a quince minutos, decisión adoptada después de que algunos líderes hayan aprovechado el podio de Naciones Unidas para explayarse durante varias horas y, de paso, cargar a la postre en contra de Estados Unidos. «Se ha demostrado que los obstáculos son enormes, pero creo que se debe probar el camino diplomático. La situación actual sólo hará más profundo el aislamiento de Irán. Su compromiso genuino para llevar un camino diferente será bueno para la región y el mundo, y ayudará al pueblo de Irán a utilizar su extraordinario potencial en el comercio y la cultura, en la ciencia y la educación», apuntó Obama. «También estamos dispuestos a resolver un conflicto que va más allá de nuestras diferencias con Irán, y es el conflicto con los palestinos y los israelíes. He dejado claro mi compromiso con la seguridad de Israel», recordó el presidente de EE UU, que también llamó la atención sobre Siria, el que iba a ser, en principio, el gran asunto de la Asamblea General de este año. «Es hora de que Rusia e Irán se den cuenta de que insistir en apoyar al régimen de Asad llevará a un final que temen y que consiste en dar más espacio a los extremistas para que operen», recordó Obama, que también tuvo palabras para el presidente de Rusia, Vladimir Putin, sin hacer una referencia directa. «Estados Unidos es excepcional», aseguró en respuesta a un artículo de Putin publicado en «The New York Times» en el que criticó que Estados Unidos no era diferente al resto de los países.

El turno de Rohani llegó por la tarde y todas las delegaciones esperaban un discurso moderado y conciliador muy diferente al hasta ahora protagonizado por su predecesor, Mahmud Ahmadineyad. El nuevo líder iraní lanzó un alegato en favor de la «moderación» en el tendió la mano a las potencias internacionales para aclarar cualquier posible duda sobre el programa nuclear iraní, ya que el país «no supone ninguna amenaza» para el mundo.

En su discuros Rohani tendío la mano a Washington, aunque sin dejar de lado las señas de identidad de Teherán. Así, criticó la «división» del mundo entre países «superiores» e «inferiores» y advirtió de que la visión de Occidente no es la única. También criticó las sanciones impuestas por la comunidad internacional contra Irán por «violentas».