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Pakistán suspende la pena de muerte de Asia Bibi
La cristiana, condenada a la horca en 2010, tendrá derecho a un nuevo juicio. La próxima sentencia será inapelable
La cristiana, condenada a la horca en 2010, tendrá derecho a un nuevo juicio. La próxima sentencia será inapelable
Asia Bibi, la primera mujer condenada a muerte en Pakistán bajo la controvertida ley antiblasfemia, vio ayer suspendida la orden de ejecución por decisión del Tribunal Supremo del país asiático, que dictaminó que se celebre un nuevo juicio. Condenada en noviembre de 2010 a perecer en la horca, esta cristiana de 50 años comenzó su calvario un año antes, cuando varias campesinas musulmanas la denunciaron por insultar, presuntamente, al profeta Mahoma. Después de varios reveses judiciales, su abogado confía ahora en que el giro que ha dado el caso conduzca, de una vez por todas, a la absolución de su defendida, quien siempre negó los cargos.
Madre de cinco hijos, Asia Bibi trabajaba en el campo, en la región paquistaní de Punjab, cuando se desató la trifulca que la llevó al corredor de la muerte. Tras recibir el encargo de sacar agua de un pozo, un grupo de mujeres se encaró con ella, alegando que si completaba la tarea «contaminaría» el manantial por su condición de cristiana. La riña se habría quedado en una lamentable anécdota si no fuese porque días después, las mismas campesinas denunciaron a su compañera por blasfemia, iniciándose así un tortuoso proceso. En octubre de 2014, la Corte Suprema con sede en Lahore, capital de la provincia de Punjab, asestó un duro revés a la familia de Bibi al mantener la pena de muerte. Insistiendo en que las acusaciones eran falsas y que los tribunales habían dado alas a una venganza personal, el letrado, Saiful Mulook, apeló la decisión, logrando una victoria parcial ayer con la suspensión cautelar de la condena.
Todavía sin fecha, el juicio que se celebrará en los próximos meses constituye la última oportunidad para la cristiana paquistaní de librarse del cadalso. La sentencia que emita el máximo organismo de apelación del país será definitiva y no cabe opción a recurso, aunque la defensa confía en que las presiones ejercidas por los sectores más radicales del país no interfieran en el proceso.
Fue precisamente el terror a la reacción de los fanáticos lo que impidió a Asia Bibi salir en libertad ayer. La Corte estipuló que la acusada podía abandonar la cárcel, aunque ella optó por permanecer entre barrotes ante el riesgo de terminar sus días en un linchamiento popular, a manos de aquellos que se han manifestado a favor de su ahorcamiento. «Se han ofrecido diversas recompensas para quien logre asesinarla», recuerda Maslibres.org, una plataforma que ha colaborado en la defensa de Bibi y que lidera una iniciativa en España a favor de su excarcelación.
Su integridad física no es la única que está en peligro. Víctimas del hostigamiento de ciudadanos exaltados, su marido y sus hijos llevan años ocultándose de la multitud. Pese a las amenazas, Ashiq Masih ha removido cielo y tierra para mantener a su esposa con vida, solicitando al presidente de Pakistán, Mamnoon Hussain, que la indulte y le permita exiliarse en Francia. También ha llegado a entrevistarse con el Papa Francisco. Campañas en todo el mundo han puesto el foco sobre un caso que simboliza los estragos causados en el país asiático por la ley antiblasfemia: un documento sancionado por el dictador Zia ul Haq en los años ochenta que se emplea, cada vez más, para reprimir a las minorías religiosas y como instrumento de revancha en rencillas cotidianas y disputas menores, según han denunciado multitud de ONG locales e internacionales. La Comisión de Derechos Humanos, con sede en Lahore, escribe en su página web: «Pakistán está en una situación difícil porque la ley de blasfemia y la manera en que es implementada no han sido sujetas a escrutinio. Mientras continuamos esperando que la judicatura no falle a las esperanzas de justicia de una pobre mujer, la tarea esencial recae sobre legisladores y ulemas, pues si ellos no se dan cuenta del impacto que esta ley está teniendo en la forma de pensar de la gente y en la inflamación de la intolerancia en Pakistán, nos enfrentaremos a mayores dificultades».
Ciertamente, el tema de la blasfemia es extremadamente sensible en la nación, de mayoría musulmana. En torno a un millar de personas han sido procesadas por este motivo y, aunque 20 han visto confirmada la condena a muerte, ninguna de ellas ha sido ejecutada. El poder de la turba frustró un tímido intento del ex presidente Pervez Musharraf de reformar la ley en 2011. En ese año fueron asesinados el ex gobernador de Punjab Salman Taseer, y el ex ministro de Asuntos de las Minorías, Shahbaz Bhatti por su firme posicionamiento en contra del texto y a favor de la liberación de la cristiana Asia Bibi.
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