Ataque contra «Charlie Hebdo»

Patrick Pelloux: «Francia vive en guerra porque lo que sufrimos se llama así»

Patrick Pelloux / Caricaturista del «Charlie». El azar le salvó de la matanza de los hermanos Kouachi esa oscura mañana del 7 de enero de 2015

Patrick Pelloux
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Sólo el destino pudo evitar que Patrick Pelloux salvara la vida el 7 de enero de 2015. Este médico de urgencias y cronista a la vez del «Charlie Hebdo» participaba cada miércoles en la reunión de redacción de la publicación satírica. Justo aquel día, otra cita que tenía paralela a tan sólo dos manzanas del periódico lo apartó del escenario de la masacre. Acudió corriendo después de que Jean-Luc, el grafista, lo avisara con palabras de emergencia: «Tienes que venir rápidamente, nos han disparado con Kalashnikov». Primero tomó el mensaje a broma, pero cuando llegó, tan sólo tres minutos después acompañado de un coronel del servicio de Bomberos, se encontró con el horror. Pelloux, que ha concedido una entrevista en exclusiva a LA RAZÓN en el primer aniversario de la tragedia, fue el primero que llegó a los locales de la redacción llenos de casquetes de bala y olor a pólvora. Aquel escenario es imborrable para él: «La imagen que me viene siempre a la mente es la del horror y los cadáveres que encontré. Fue espantoso. Esa impotencia de llegar y ver a todas esas personas queridas muertas, asesinadas cobardemente y no poder hacer nada (...) Esas imágenes las tengo grabadas y me acompañarán hasta el final. Sólo se puede aprender a convivir con ellas, nunca a pretender borrarlas, aunque quisiera».

La imagen de Patrick Pelloux en lágrimas abrazando al presidente Hollande en la gran manifestación después de los atentados dio la vuelta al mundo. Allí, delante de los principales líderes mundiales, Hollande consoló a su amigo. La relación entre el caricaturista y el mandatario francés venía de años atrás, allá por 2003, cuando una feroz canícula veraniega produjo varios muertos en Francia, y el médico aconsejaba al por aquel entonces secretario general del Partido Socialista. 365 días después de los atentados, Pelloux habla del «año negro» que ha vivido su amigo «François»: «Para él ha sido muy difícil. Es un hombre profundamente humano y generoso y tener que aceptar que Francia vive en guerra, porque lo que vivimos en Francia actualmente se llama así, ‘guerra’, ha sido muy complicado y duro para él, mucho».

Deja claro en todo momento que el vocabulario importa. Incide en «guerra», tal y como hace con convicción su amigo el presidente. Justifica las posiciones del Gobierno francés frente al Estado Islámico: «Para mí son actos de guerra y crímenes contra la Humanidad. No podemos permanecer impasibles, hay que golpearlos fuerte. Las decisiones tomadas son justas porque lo que ellos intentan es desestabilizar nuestra civilización al completo, nuestro equilibrio social. Esto es algo completamente inadmisible». Especialmente dura para Pelloux fue la muerte de su gran amigo Stéphane Charbonnier, «Charb», el director de «Charlie», que no quiso vivir de rodillas ante las amenazas. Cuando el verano pasado recogía en el Elíseo la medalla de la Legión de Honor, la más importante de las distinciones francesas, Pelloux pensaba en su amigo: «Sobre todo porque detrás de una medalla hay una historia y la mía es por ‘Charb’, mi hermano. Fue él quien pidió que me la otorgaran tiempo atrás y para mí tiene un profundo significado». «Charb» es ese mismo amigo a quien encontró muerto al llegar y del que piensa que debió hacer «un corte de mangas a los terroristas antes de morir». Puro «Charlie». Pelloux reconoce la ola de solidaridad con la que el mundo arropó a Francia, pero entiende la paradójica soledad que sienten la mayoría de sus compañeros. «Nos sentimos acompañados, pero solos al mismo tiempo. Harían falta más revistas como el ‘Charlie Hebdo’ en más países. La cultura de la impertinencia debe expandirse. Lo que diferencia a la dictadura del integrismo de cualquier democracia es la risa. A la dictadura islamista no le gusta la risa. Y en este tipo de elementos como la blasfemia se encuentra la emancipación intelectual que los integristas detestan».

Un año después, el equipo de la publicación satírica cuenta con unos 20 miembros y se ha trasladado a un nuevo local de máxima seguridad, cuya dirección se mantiene en secreto. El renacimiento supuso un desafío para los supervivientes. El lema «Je suis Charlie» se expandió como la pólvora, pero no todo el mundo lo adoptó: «Lo que algunos no entienden es que decir ‘Je Suis Charlie’ no significa ‘Yo soy Charlie Hebdo’, sino que más bien se trata de la defensa de unos valores. Significa estar en contra de la violencia, contra el integrismo islamista, defender una serie de valores republicanos y universales... Mo se trata de suscribir todas las críticas o sátiras que hace el semanario. Decir ‘No soy Charlie’ es equivocarse en la elección de bando. Si no estás con el lado que defiende esos valores, estás con el que justifica los atentados. Para mí significa eso».

Pelloux sentencia sobre lo que esta fecha significa, hubo un antes y un después de «Charlie»: «Fue un cambio histórico en Francia el que se produjo ese 7 de enero de 2015. El atentado contra ‘Charlie’ es totalmente inseparable del atentado antisemita del supermercado judío y también es inseparable de los atentados de noviembre en Francia y de otras muchas tentativas que ha habido en el país». Un viraje histórico del que Pelloux tuvo la mala fortuna de ser el primer testigo. Aun así, repite su lamento: «Ojalá hubiese más ‘Charlies’ en el mundo».

Amigo de Hollande

- La imagen del abrazo entre Pelloux y el presidente francés en la masiva manifestación del 11 de enero dio la vuelta al mundo. Reconoce que Hollande ha pasado su año más duro.