Unión Europea
Primer choque entre la UE y Johnson
En sus primeros contactos con Macron y Merkel, el «premier» británico insiste en su rechazo a la salvaguarda para evitar una frontera dura entre las dos Irlandas tras el Brexit.
En sus primeros contactos con Macron y Merkel, el «premier» británico insiste en su rechazo a la salvaguarda para evitar una frontera dura entre las dos Irlandas tras el Brexit.
Westminster está ya de receso estival, pero el recién nombrado primer ministro, Boris Johnson, no va a poder cogerse vacaciones. Tiene un gran reto por delante para el que no cuenta con demasiado tiempo. Es en octubre cuando termina la prórroga del Brexit concedida por Bruselas, por lo que a lo largo de las próximas semanas está previsto que mantenga reuniones con diferentes mandatarios europeos para acercar posturas.
Las primeras llamadas telefónicas que ha mantenido nada más mudarse a Downing Street han sido con el presidente francés, Emmanuel Macron, y la Canciller alemana Angela Merkel. Ambos han invitado al británico a sus respectivos países para tratar la difícil cuestión del divorcio con la UE.
De momento, Johnson tiene programada una visita a Francia del 24 al 26 de agosto para acudir a la cumbre del G-7 que se celebrará en Biarritz (suroeste).
A día de hoy, todo son buenos propósitos. Pero está claro de antemano que no van a llegar a ningún entendimiento porque la propuesta que plantea ahora el excéntrico político jamás va a ser aceptada por la UE. Johnson quiere eliminar el polémico «backstop» del Acuerdo de Retirada que su predecesora, Theresa May, cerró el año pasado con Bruselas, el mismo que luego ha sido rechazado hasta en tres ocasiones en la Cámara de los Comunes. Esta cláusula de seguridad tiene como objetivo evitar una frontera física entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte dejando a la provincia británica en la unión aduanera y el mercado único hasta que se cierre un acuerdo comercial. Los unionistas norirlandeses del DUP –de cuyo apoyo depende el Gobierno– se oponen, al igual que los «tories» más euroescépticos.
Pero, desde que comenzaron las negociaciones, Bruselas recalcó que su propósito era garantizar que Dublín no se viera afectado por el Brexit. En este sentido, el viceprimer ministro irlandés, Simon Coveney, afirmó que Johnson ha fijado «deliberadamente» una estrategia encaminada a «enfrentarse» a su país y a la UE. Coveney se entrevistó ayer con el nuevo ministro británico para Irlanda del Norte, Julian Smith. Y aunque calificaron el encuentro de «positivo», está claro que hay tensión, aunque el nuevo «premier» haya recalcado que no pondrá en peligro el Acuerdo de Viernes Santo que trajo la paz al Ulster y donde la cuestión de pasar libremente la frontera es de vital importancia.
El excéntrico premier insiste en que quiere alcanzar un pacto con la UE para garantizar una salida ordenada. Pero al mismo tiempo recalca que, si no es posible, Reino Unido abandonará el bloque en octubre «sin peros ni condicionales».
En este sentido, estaría dispuesto a no pagar la «factura» del divorcio de 39.000 millones de libras por todos los compromisos adquiridos por Reino Unido antes de votar por el divorcio. May se comprometió a pagarla hubiera pacto o no. Pero su sucesor tiene otras intenciones. El comisario europeo de Presupuesto, Günther Oettinger, advirtió de que si Londres no paga lo que le corresponde, la calificación crediticia del país se vería amenazada.
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