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Putin prorroga hasta 2018 el veto a los productos agrícolas europeos
El presidente ruso se adelanta a la renovación de sanciones por parte de la UE. Visita Atenas para negociar un gasoducto que esquive Ucrania
El presidente ruso se adelanta a la renovación de sanciones por parte de la UE. Visita Atenas para negociar un gasoducto que esquive Ucrania
Moscú se anticipa a la más que probable renovación de las sanciones comunitarias en la próxima cumbre de finales de junio y anunció ayer la prórroga de sus contrasanciones a la UE que caducaban en agosto. «Trabajamos ya en el borrador de decreto que prolongará las medidas de respuesta (a las sanciones occidentales) hasta finales de 2017. No se planea ampliar la lista de alimentos, se trata sólo de una prórroga del plazo», explicó Alexander Tkachov, ministro de Agricultura, que espera que la noticia «ayude a los productores nacionales a planificar sus inversiones en el sector para aumentar la competitividad de los alimentos rusos».
Rusia está efectivamente aprovechando el embargo para desarrollar la industria nacional y reducir así su dependencia en el sector alimentario, elevadísima antes del embargo, que afecta a frutas, verduras, carne y pescado. Un veto que tiene un impacto del 0,3% en el PIB comunitario, según cálculos de la Comisión Europea, y afecta especialmente a países del sur de Europa, España, Italia o Grecia, paradójicamente algunos de los menos entusiastas de las sanciones a Rusia.
Precisamente ayer llegó a Grecia el presidente Putin, en visita oficial de dos días. Tsipras, en una comparecencia conjunta, alertó contra «el círculo vicioso de las sanciones y la retórica de tiempos de la guerra fría». La Prensa rusa se vanaglorió de los honores militares concedidos por Atenas al presidente, vetado de facto desde hace más de dos años en la mayoría de capitales europeas. Tres cazas escoltaron el avión presidencial desde que entró en el espacio aéreo heleno y se celebró una pequeña ceremonia militar a su llegada al aeropuerto.
Putin, que acude acompañado de una importante comitiva ministerial, tratará principalmente asuntos económicos, aunque en la agenda no está una excepción del veto agroalimentario a Grecia, como ha pedido Atenas en repetidas ocasiones. La visita sí escenifica un nuevo acercamiento de Tsipras y Putin. Con la subida de Syriza al poder, Moscú intuyó la posibilidad de convertir Grecia en su caballo de Troya en Bruselas, importante dado que la renovación de sanciones requiere la unanimidad de los Veintiocho. Sin embargo, las relaciones entre Moscú y Atenas se enfriaron desde la firma por Grecia del rescate de la Troika.
Entre los asuntos económicos que sí se tratarán en la visita está el turismo, sector en el que a Grecia se le ha presentado una gran oportunidad al desaparecer del mapa su principal competencia, Turquía y Egipto, países sobre los que pesa ahora en Rusia una prohibición de vuelo por motivos políticos y de seguridad, respectivamente. Para Rusia, el principal asunto de la visita es la ruta de un gasoducto al sur de Europa, sorteando Ucrania y por debajo del mar Negro, a través de terceros países, con Grecia como centro distribuidor e Italia como destino final. De hecho, los tres países firmaron en febrero en Roma un memorándum al respecto. El problema del proyecto radica en la reticencia de los terceros países. Descartado el proyecto Turkstream por las diferencias insalvables entre Moscú y Ankara, la única alternativa para Rusia es retomar el camino de Bulgaria, que, presionada por Bruselas, suspendió en agosto de 2014 las obras del gasoducto Southstream. La UE alegó normativas antimonopolio comunitarias, aunque Moscú denunció que fue una medida para favorecer a Kiev, para que no deje de ser imprescindible en la ruta del gas ruso a Europa.
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