Moncada

Raúl, el dictador silencioso

El «hermanísimo» de Fidel Castro devolvió a Cuba a la escena internacional, pero sin ninguna concesión a los derechos humanos.

Un camarero sigue por televisión el inicio de la legislatura en la Asamblea Nacional de Cuba, ayer, en La Habana
Un camarero sigue por televisión el inicio de la legislatura en la Asamblea Nacional de Cuba, ayer, en La Habanalarazon

El «hermanísimo» de Fidel Castro devolvió a Cuba a la escena internacional, pero sin ninguna concesión a los derechos humanos.

Con 75 años en 2006, Raúl Castro, otrora ministro de Defensa y número dos del Gobierno comunista, sucedió definitivamente a su hermano Fidel. Siempre a la sombra del gobernante cubano y alejado de las cámaras de televisión, Raúl es el Castro menos conocido. Sin embargo, ya era el hombre que según la Constitución de Cuba debía reemplazar al presidente en caso de ausencia, enfermedad o muerte. El fallecido Fidel Castro, se vio obligado a los 80 años a delegar todo su poder a Raúl, a consecuencia de una operación de emergencia por una hemorragia intestinal. Ministro de Defensa desde hace 46 años, vicepresidente de los consejos de Estado y Ministros y número dos del Partido Comunista, Raúl explicó hace algunos años la razón de su bajo perfil. «El 90% de mi tiempo está dedicado al partido y la mayoría de mis actividades no son publicables. Es por eso que no salgo en la prensa», dijo. Para los analistas, finalmente Raúl fue un continuador de la línea política trazada por su hermano, sin potencial reformista, aunque se erigió como el articulador de una futura transición.

Raúl, que sigue siendo secretario general del Partido Comunista, nació el 3 de junio de 1931 en la hacienda de su familia en Birán, en Holguín. Fue coprotagonista de las grandes batallas de Fidel: participó en 1953 en el fallido asalto al cuartel de Moncada en Santiago de Cuba, pasó 22 meses preso con él en la Isla de Pinos, se exiliaron juntos en México y regresaron a Cuba en 1956 para emprender la guerra de guerrillas en la Sierra Maestra.

Pero a diferencia de su hermano mayor, Raúl jamás fue un gran orador, manteniéndose siempre en un discreto segundo plano. En la mayoría de sus apariciones públicas este año se mantuvo en silencio. Brian Latell, un ex analista de la CIA especializado en Cuba, afirma que si Fidel era el director y genio creativo de la revolución, Raúl fue su productor. «Sin la estabilidad de Raúl su producción conjunta no podría haber sobrevivido todo este tiempo», dice.

Convertido al marxismo antes que su hermano, Raúl fue visto como el articulador, junto con el guerrillero argentino Ernesto Che Guevara, del acercamiento de Cuba a la URSS. También es considerado como uno de los más cercanos líderes al ex presidente fallecido Hugo Chávez, con el que intercambió el crudo a bajo coste por doctores y maestros cubanos enviados e Caracas. También aupó a Nicolás Maduro. De hecho, Castro es el único de los apoyos fieles del chavismo.

Raúl consiguió acercarse a la UE, pero el deshielo con Estados Unidos y el fin del bloqueo seguramente no lo verá en vida. Tras años de oscurantismo –Fidel fue vetado de la mayoría de las Cumbres–, Raúl volvió a los ruedos internacionales, con su bigote y sonrisa falsa. Allí América Latina, la derecha y la izquierda, le recibieron con honores. Creyeron el falso cuento de que con él algo iba a cambiar, por lo menos en derechos humanos.

Al final Raúl resulto ser eso: un judas de segunda que como su hermano traicionó los ideales de la revolución.