Política

Guerra en Siria

República islámica de Siria

Un soldado del Ejército Libre de Siria, durante su oración en Qasimiya (Damasco)
Un soldado del Ejército Libre de Siria, durante su oración en Qasimiya (Damasco)larazon

Parece que encontrar una solución política al conflicto en Siria se ha convertido en una misión casi imposible. A las dificultades de la guerra se suma ahora la decisión de trece grupos rebeldes que se han unido para crear un frente islamista en las zonas liberadas. En un comunicado, suscrito por el movimiento islámico Ahrar al Sham, el Frente al Nusra (vinculado con Al Qaeda) y las brigadas Liwa al Tauhid, entre otros, los islamistas hacen un llamamiento «a todos los grupos militares y civiles a unirse en un claro contexto islámico, basado en la «sharía» (ley islámica), como única fuente de legislación».

El nuevo frente islámico rechaza la representación de la Coalición Nacional Siria (CNS), órgano político opositor en el exilio. «El CNS y el Gobierno de transición de Ahmad Tomeh (recientemente elegido) no son nuestros representantes y no los reconocemos», reza la coalición islámica. Uno de los grupos islamistas más radicales, el Estado Islámico de Irak y Levante, no figura entre los firmantes del comunicado, pero se desconoce si se debe a una decisión propia o si ha sido excluido por el resto de facciones.

La islamización del norte de Siria es una de las preocupaciones de la comunidad internacional, que le ha llevado a reconsiderar su opción de armar a los rebeldes. «Nuestra posición es inamovible. Seguiremos luchando hasta que caiga el régimen. Ya no creemos en las promesas. Si EE UU no nos ayuda con armas, le damos la bienvenida a nuestros hermanos musulmanes porque ellos sí apoyan la revolución», sentencia Abu Hamsa, un rebelde de Liwa al Tauhid en Alepo. «No tenemos ningún problema con los islamistas ni yihadistas extranjeros; nuestros objetivos son los mismos. Occidente nos ha dejado de lado», insiste el rebelde salafista.

Tras más de dos años y medio de guerra brutal, los rebeldes que luchan contra las fuerzas de Bachar al Asad no han encontrado apoyo por parte de las potencias occidentales ni tampoco de sus representantes políticos moderados en Turquía, a los que tachan de llevar «la agenda de Occidente». Podría decirse que el Ejército Libre de Siria (ELS) es una mezcolanza de grupos que sólo tienen en común el pertenecer a la secta suní. Entre los combatientes del ELS no hay ateos ni seculares, todos son musulmanes suníes, cada vez más influenciados por la ideología islamista.

Los claros intereses de Arabia Saudí, Catar y Turquía para que se instaure un gobierno suní en Siria han alentado a la islamización de la oposición armada. Los dos Estados del Golfo son los principales financiadores de los rebeldes, siempre y cuando su agenda sea la del islam. Incluso ha habido casos de brigadas rebeldes que no eran islamistas y que se han convertido en radicales para poder acceder al dinero y a las armas de sus «hermanos» del Golfo.

El factor religioso ha contribuido a fomentar el incremento de grupos extremistas y yihadistas en las filas del ELS. «La ideología del Frente al Nusra es islámica y, al final del día, todos somos musulmanes», aseguró a LA RAZÓN Abu Ahmad, un combatiente islamista de Idlib. Este grupo radical, afilado a Al Qaeda, instauró un Estado islámico en la región de Raqqa, norte del país, a principios de mayo. Lo mismo ha ocurrido con las áreas liberadas en la ciudad de Alepo, donde los todopoderosos grupos islamistas están aplicando la «sharía».

Además del Frente al Nusra, el otro grupo seguidor de Al Qaeda es el Estado Islámico de Irak y el Levante, que se está enfrentado a combatientes del ELS, ahondando más aún la brecha entre los rebeldes. Esto mismo se ha visto recientemente en la localidad fronteriza de Azaz, donde el ISIL ha despojado a los insurgentes del control de esta estratégica ciudad, puerta de entrada de suministros y armas a la oposición siria desde Turquía. Estos grupos radicales se están haciendo con el control del norte de Siria, incluidas localidades kurdas.

Precisamente, milicias kurdas se están enfrentando a los combatientes del Frente al Nusra, a los que el Gobierno de Ankara estaría financiando y «dando cobijo en la frontera oeste para impedir que los kurdos sirios consigan su independencia», según fuentes kurdas. Los grupos radicales han dejado claro cuáles son sus intereses. Por eso, la comunidad internacional se enfrenta a un gran dilema a la hora de negociar un posible acuerdo de paz en esta Siria dividida entre islamistas, rebeldes y el régimen de Asad.

El experto Aaron Lund ha asegurado que si esta alianza no se rompe puede suponer un punto de inflexión en el devenir de la guerra, un conflicto que en los últimos meses se ha inclinado a favor de la balanza de los intereses del presidente Asad.