Siria

Ribal Al Asad: «Los que creemos en la democracia no interesamos en Ginebra»

El primo del presidente de Siriia es activista político y voz disonante de la familia Asad. Defiende el respeto a los derechos humanos en su país.

Ribal Al Asad: «Los que creemos en la democracia no interesamos en Ginebra»
Ribal Al Asad: «Los que creemos en la democracia no interesamos en Ginebra»larazon

El primo del presidente de Siriia es activista político y voz disonante de la familia Asad. Defiende el respeto a los derechos humanos en su país.

Ribal al Asad recibe a las periodistas en el restaurante de la planta 34 del hotel Eurostars comiendo tranquilamente con su mujer y sus tres hijos tras impartir una conferencia sobre democracia. A intervalos, coge sonriente a uno de ellos en brazos, que corre de una mesa a otra todo el tiempo. Pocos imaginarían ante esta escena familiar la oscuridad que rodea a su apellido, ya que se trata del primo del presidente de Siria, Bachar al Asad, considerado uno de los grandes responsables de la brutal guerra que sufre el país árabe. Sin embargo, su relación familiar no es todo lo idílica que podría parecer. Su lucha por los derechos humanos le ha costado la ruptura definitiva con parte de sus orígenes. Cuenta que en 1994 su tío Hafez intentó matarlo por tener diferentes visiones políticas cuando él tenía apenas 15 años. «Me envió miles de soldados al aeropuerto, impactaban balas en el avión por todas partes. Era como una película», narra. «Me habrían matado si no hubiese sido porque mi padre [Rifaat] estaba allí e infundía miedo a alguno de los generales». En la actualidad, Ribal tiene prohibida la entrada a Siria.

–¿Qué desató tanto odio entre los miembros de su familia?

–Estuve durante muchos años contra el régimen, pero queríamos un cambio pacífico y tradicional. En el mundo árabe no vamos a tener democracia de un día para otro, eso es una utopía, no están educados para eso. Cualquier dictadura va a llevarnos a situaciones como la que vivimos hoy en Siria. Yo he visto cómo los extremismos se radicalizan, porque si uno no puede alzar su voz y decir que tiene hambre, va a la mezquita a resguardarse y a «hablar» allí de alguna manera.

–¿Qué poder tiene realmente Asad en estos momentos?

–En realidad no tiene mucho poder: es hereditario, él no ha hecho nada. Fue su padre quien trabajó y construyó el régimen. La muerte inesperada en un accidente de tráfico de su hermano mayor, Basel, frustró el plan de sucesión a Hafez y le forzó a poner a Bachar al mando. En seis años, de 1994 a 2000, le catapultó al mayor rango militar de Siria, cuando ni tenía experiencia militar ni en las políticas baazistas.

–¿Lograrán una solución las negociaciones en Ginebra entre el régimen y la oposición siria?

–En Ginebra vemos ahora un régimen responsable después de cinco años de guerra y a los islamistas apoyados por Qatar, Arabia Saudí y Turquía. A esas negociaciones, los que creemos en la democracia no estamos invitados. Y eso es una locura. Por eso hay gente que opta por Bachar, porque realmente no ven otra alternativa. Con él al mando, al menos si no hablas de política, te deja vivir. Los islamistas, si gobiernan, directamente te matan. Desde el inicio no ha habido una oposición democrática real, lo que ha llevado a ver a Asad como un mal menor.

–¿De qué sirve la intervención de las fuerzas rusas y de la coalición internacional en Siria?

–Los bombardeos de la coalición internacional no han servido absolutamente para nada y los rusos ayudan al régimen, sin ellos estaría en gran peligro. Sin embargo, estas vías armadas no son la solución. Rusia, China y Estados Unidos deberían trabajar juntos ante la amenaza común del extremismo islamista y dejar a un lado sus grandes diferencias en cuanto a intereses geoestratégicos. En realidad, saben que no van a exterminarse los unos a los otros.

–¿El pacto entre Turquía y la UE frenará la crisis migratoria?

–El acuerdo representa un peligro para Europa porque la liberalización de visados a los turcos va a incrementar la amenaza, a no ser que se establezca un proceso de control muy riguroso que realmente garantice que no se infiltran personas peligrosas. Negociar con Turquía, que rompe cualquier valor democrático, para mí ya es una decisión fatal. Europa tiene que parar esto como sea. Además, si los turcos entran libremente, la derecha europea va a aumentar sus apoyos y, posiblemente, aumenten los ataques. El deber de Europa es comprobar que los que entran son sirios, pues sin un seguimiento individual la situación puede volverse en contra.

–¿Cree que existe en la actualidad una perversión del islam?

–Totalmente, es el trasfondo del problema. Hay 1.000 millones de musulmanes en el mundo que no son árabes, sino de Asia, África, Irán y Turquía. Algunos de ellos no entienden lo que realmente dice el Corán y necesitan a alguien que les traduzca y los guíe. El único que tiene el dinero para hacerlo es Arabia Saudí, un país al que le sale muy barato manejar a los grupos radicales. El perfil suele ser el de gente pobre, sin educación y que vive en los pueblos. Son un blanco fácil para reclutar, por eso invierten mucho dinero en mezquitas y en imanes que vendan la versión del islam que a ellos les beneficia.