Ataque yihadista en Francia
Salah Abdeslam, el hombre bomba, busca inmolarse en Europa
El terrorista se esconde en Molenbeek mientras gana tiempo para reactivar células yihadistas y atentar. La Policía busca a un tercer yihadista fugado que viajaba en el Seat con los hermanos Abdeslam antes de la masacre
«No volveré a Siria. Moriré en una acción contra los ‘cruzados’». Es lo que habría asegurado Salah Abdeslam –el único terrorista de la masacre de París que sigue con vida– a los dos amigos que le trasladaron desde París hasta Bruselas tras los múltiples ataques del viernes en la capital de Francia. Mohamed Amri y Attou Hamza le habrían recogido en París y trasladado hasta las inmediaciones del Estadio Rey Balduino, donde ayer debía haber jugado el amistoso Bélgica-España, o cerca del distrito bruselense de Molenbeek, según sus contradictorias declaraciones. Fuentes antiterroristas han informado a LA RAZÓN que Abdeslam ha utilizado para esconderse la sólida infraestructura que el Estado Islamico (EI) tiene en Molenbeek, donde la Policía ha llevado a cabo distintos registros y detenciones en los últimos días.
Según dichas fuentes, Abdeslam, junto con otros compañeros del Estado Islámico, podía haber intentado una acción terrorista en el recinto deportivo de la capital belga, a través de la detonación de varios cinturones bomba. Los servicios de información internacionales saben desde este verano que los estadios de fútbol y los locales en los que se celebren conciertos de música rock son objetivos preferentes del EI. Este dato proviene de una operación realizada con información de la Guardia Civil, en la que fueron detenidos en Varsovia y París dos individuos –un español de origen marroquí y un francés, también de origen magrebí–, que habían entrado en Europa para conseguir datos sobre este tipo de objetivos. Las acciones criminales serían cometidas por células operativas a las que se les entregaría dicha información. La base «logística» y «militar» de este nuevo entramado estaría en Bélgica, según se sospechó entonces y ha quedado demostrado ahora.
La Prensa de este país publicaba ayer que «los servicios de inteligencia disponen de pruebas sólidas de que se prepara un atentado en nuestro país. Tememos que (Abdeslam) quiera morir como un mártir, ya que se trata de un individuo peligroso, que se ha dado a la fuga y no tiene nada que perder».
La última vez que Abdeslam fue visto fue el sábado por la mañana, el día después de los atentados, a 60 kilómetros de la frontera francobelga. Ayer, su hermano Mohamed le pidió que se rindiera a la Policía. Pero Abdeslam no es el único hombre más perseguido de Europa. La Policía busca también a un segundo sospechoso porque ya tiene la certeza de que en el Seat que utilizaron los hermanos Abdeslam para cometer los atentados viajaba un tercer hombre, que no siguió el mismo camino que Salah Abdeslam.
Según la Policía, Salah Abdeslam llamó por teléfono a dos presuntos cómplices el viernes por la noche, una vez perpetrados los atentados, para que fueran a recogerle. Poco antes había dejado a su hermano Ibrahim, que hizo explotar su cinturón de explosivos en un bar del boulevard Voltaire. Por razones todavía desconocidas, Salah no activó su cinturón de explosivos como habían hecho su hermano y los otros seis kamikazes en el Estadio de Francia y en Bataclan. A las nueve de la mañana del sábado, Salah pasó un control de seguridad junto a Mohamed Amri y Attou Hamza en un Golf que circulaba de París a Bruselas. De hecho, en otras dos ocasiones fueron parados por la Policía para registralos. Sin embargo, las autoridades los dejaron pasar sin problema. Ya en Bruselas, los Amri y Hamza fueron detenidos y procesados por «atentado terrorista» por la Justicia belga, aunque ellos niegan haber participado en los ataques de París y aseguran que sólo ayudaron a un amigo.
Lo que preocupa especialmente a las Fuerzas de Seguridad es la citada infraestructura del EI en Bruselas, que permite fabricar rápidamente cinturones explosivos, como los utilizados en la masacre de París, y conseguir armas en el mercado negro. Bajo la dirección desde Siria de Abdelhamid Abaaoud, los expertos dan por seguro que este individuo cuenta con uno o varios coordinadores en Bélgica, a los que transmite las órdenes sobre el tipo de atentados que deben cometer y los lugares de Europa donde deben ser perpetrados.
El hecho que Abdeslam haya logrado esconderse en un lugar (en principio seguro), amparado por otros miembros del Estado Islámico, y que tenga la voluntad de inmolarse con el fin de causar, junto a los integrantes de otra célula, el mayor número de víctimas y daños posibles, lo convierten en uno de los terroristas más peligrosos de Europa. Su captura resulta, por lo tanto, fundamental. Prioritarios son la localización y desmantelamiento de la citada infraestructura del EI para lanzar desde allí los ataques de sus células operativas. No se trataría de una gran organización, sino de varios pisos donde se fabrican los cinturones de explosivos y se almacenan los otros.
✕
Accede a tu cuenta para comentar