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Sin rastro de las niñas de Chibok tras 210 días de secuestro

La Razón
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Los familiares de las 217 niñas secuestradas en abril siguen pidiendo que las liberen con vida. A su campaña de difusión internacional #Bringbackourgirls le han añadido un adverbio de tiempo: «now» (ahora), tras la indignación por el anuncio del Gobierno nigeriano el 17 de octubre de que iban a ser puestas en libertad de inmediato. Han pasado 210 días y ni rastro de las estudiantes de la escuela de Chibok capturadas por Boko Haram. El Ejecutivo de Goodluck Jonathan aseguró entonces que tras un mes de negociaciones en Chad se había acordado un alto el fuego mediante el cual los terroristas de Boko Haram las entregarían. Algo que no sucedió pese a la presión doméstica e internacional. Pero, ¿realmente Boko Haram secuestra para después negociar con las autoridades? Atta Barkindo, experto nigeriano en Boko Haram e investigador en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS), explica a LA RAZÓN que la milicia islamista tiene varios tipos de estrategias dependiendo de su intención en ese momento. Por eso, a veces optan por «secuestrar a mujeres y niñas y otras atacan barracones militares o instalaciones de seguridad; lugares de interés occidental; o iglesias, colegios y puentes». Para Barkindo, un supuesto acuerdo entre el Gobierno de Nigeria y la milicia tendría que incluir la liberación de todos los sospechosos de pertenecer a Boko Haram, incluyendo sus mujeres e hijos, y reconstruir las mezquitas y los hogares destruidos de los miembros del grupo islamista. «También pedirán compensación financiera para todos los musulmanes arrestados por el conflicto», indica el experto.

El líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, confirmó el 1 de noviembre que era imposible la liberación pues las niñas estaban ya vendidas y entregadas a su «vida marital». Barkindo reconoce que «todas las evidencias sugieren que las estudiantes de Chibok no están juntas en el mismo lugar. Las separaron y las enviaron a distintos países alrededor de la frontera con el Lago Chad y otros países del Sahel». Por otra parte, el grupo islamista también ha aprendido a quedarse con ciertos rehenes pues, dependiendo del valor y estatus de sus secuestrados, puede negociar por distintas recompensas. «Por ejemplo, en la liberación de la esposa del vicepresidente de Camerún y algunos rehenes chinos, se cree que les dieron unos 400.000 dólares, armas, munición y el Gobierno camerunés entregó, asimismo, a algunos milicianos detenidos en sus cárceles», apunta el experto.