Política

Estado Islámico

Suníes y chiíes, ¿reconciliación imposible?

Los ataques y las represalias entre las dos comunidades se suceden en todo el país

La Razón
La RazónLa Razón

Con apenas recorrer un barrio mixto de Bagdad, uno se da cuenta de que suníes y chiíes pueden vivir juntos pero no revueltos. El largo muro de nueve kilómetros que divide a estas dos comunidades en el vecindario de Ghaziliye es un ejemplo de la difícil convivencia entre las dos ramas del islam, que han llevado sus diferencias a un conflicto sectario que se extiende por todo Oriente Medio.

El muro de seguridad de este vecindario de Bagdad fue levantado en 2007 por las fuerzas estadounidenses después de una serie de enfrentamientos entre suníes y chiíes que hicieron sonar las alarmas de una nueva guerra sectaria. Tras la invasión de EE UU, el mapa demográfico de Bagdad se reformuló, con una mayoría de población chií en un total de 80 de sus 89 barrios, dejando a los suníes en una posición de minoría. Todos los simpatizantes y funcionarios del antiguo Baaz, del régimen de Sadam Husein, se vieron obligados a emigrar al norte de Irak.

Con la aparición del Estado Islámico y el apoyo incondicional de las tribus suníes y simpatizantes del Baaz, la chispa de la tensión sectaria puede saltar en cualquier momento. En menos de un mes se formará un gobierno de unidad nacional, pero después de una década de profundas divisiones sectarias entre las dos principales comunidades, ¿será Haidar al Abadi el hombre que cierre las heridas?

Abu Omar trabajaba en una empresa petrolera internacional hasta hace un año. Su contrato en Bagdad no fue renovado, pero le ofrecieron destino en Basora, donde la compañía tiene una sucursal. Sin embargo, este ingeniero suní rechazó el puesto de trabajo porque tiene miedo a las represalias que pueda recibir por sus creencias. «Mi nombre suena demasiado suní. La seguridad en Basora la controlan las milicias chiíes, por eso me da miedo de que me descubran y me puedan hacer algo», lamenta Abu Omar. Este suní siente que su comunidad está discriminada en Bagdad. En su barrio, que albergó a muchos altos oficiales del Baaz en los años 90, es ahora feudo chií. «Las villas de los ex oficiales del Baaz han sido compradas por funcionarios chiíes del Gobierno. Abu Omar se queja de que su vecino trabaja en la Presidencia «sin tener cualificación» mientras él no encuentra trabajo.

Adhamiye, uno de los barrios mixtos más grandes de Bagdad, se ha convertido en una caza de brujas para los suníes. En este vecindario de tres millones de habitantes aledaño a la Ciudad Sadr, en honor al clérigo chií Muqtadar al Sadr, los vecinos se sienten acorralados. Abdul Rahman, abogado jubilado de 64 años, denuncia que en la ultimas semanas las fuerzas de seguridad acompañadas por las milicias chiíes «han estado haciendo redadas casa por casa y llevándose a jóvenes sin acusaciones ni cargos». «El Gobierno trata al pueblo con doble rasero», indica antes de agregar que «por un lado habla de los terroristas del Estado Islámico (EI), y, por otro, tiene a sus milicias (chiís) matando a los suníes».

Amnistía Internacional denunció en su último informe que tanto las milicias chiíes como las suníes (dirigidas por el EI), han llevado a cabo ejecuciones sumarias. En las áreas bajo control del EI, miles de prisioneros han sido torturados y ejecutados. Además, la población civil ha sido fuertemente intimidada, afirma AI, mientras que distintos grupos chiíes han ejecutado a al menos 255 presos suníes.