Corrupción política
Temer hace de la recesión su gran reto para sus dos años de mandato
El nuevo presidente hereda un país en crisis económica y política
El mandato de Michel Temer, de 75 años, como presidente de Brasil se enfrenta a una grave crisis en la mayor economía de América Latina, que se contrajo por sexto trimestre seguido entre abril y junio, según datos oficiales publicados ayer, prolongando así su recesión en lo que va camino de convertirse en la desaceleración más severa en la historia del país. Si se compara la situación actual con el PIB de 2015, la caída es del 3,8%.
Temer –vicepresidente de Brasil desde 2009– ha dicho que el foco de su Administración será reencaminar la economía. Y con un equipo económico liderado por el ministro Henrique Meirelles –jefe del Banco Central durante el Gobierno Lula– buscará frenar el gasto, flexibilizar el mercado laboral y reducir el costo de las jubilaciones. Todos los caminos apuntan a la vuelta del rigor para restaurar los equilibrios macroeconómicos. Y todas esas iniciativas requieren enmiendas constitucionales, que podrán pasar con el apoyo que Temer tiene en el Congreso. Esto supondrá recortes sociales poco populares, algo que parece importar poco a un mandatario que ve su final en dos años.
Temer, abogado de formación, de carácter frío, calculador y con una dilatada experiencia política, se confirma en la presidencia sin pasar por las urnas, y con una intención de voto del 10%, superior al 3% que tenía al asumir la presidencia interina el pasado mayo. «No sería elegido ni para presidir la comunidad de vecinos», comentó un alto funcionario de Exteriores a la agencia Efe.
Una de sus primeras citas será la cumbre del G20 en China el próximo domingo, pero el trabajo duro lo tiene en casa, donde debe ganarse la confianza de los brasileños para restaurar la confianza en el sistema político, seriamente dañado por la sucesión de escándalos de corrupción relacionados con Petrobras, la compañía petrolera estatal. El propio Temer se ha visto salpicado por denuncias de imputados que le relacionan con la trama corrupta, sin duda una mancha que puede empañar su futuro presidencial.
Su llegada al poder supone también un cambio en el equilibrio de poderes en América Latina. Temer ha roto los puentes que Rousseff y su antecesor Lula da Silva tendieron con la Venezuela chavista y deja al bloque bolivariano sin uno de sus grandes aliados. Ha sido apodado por sus detractores como «el mayordomo de una película de terror» y Dilma Rousseff le ha acusado de tradición y de ser el verdugo que ha acabado con su mandato. «Me equivoqué con el vicepresidente», dijo Dilma.
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